A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce
• Más reportajes de la guerra en México
• Seguridad y TLCAN
En política y diplomacia, mi estimado, no hay amigos sino intereses… Es admirable la capacidad de respuesta en tan corto tiempo de este (des)gobierno que, con anuncios espectaculares (con fotos) de simpáticas recompensas y justo a tiempo de la llegada de Hillary Clinton a nuestro país, han logrado (negociar) decomisos y capturas importantes para borrar aquellito de que México es un Estado fallido que, entre más se emiten juicios al respecto de los presidentes, monarcas y altos funcionarios que nos visitan, algo no debe andar muy bien en la percepción internacional...
Que se sigue nutriendo de los reportajes de las cadenas norteamericanas —CNN presenta hoy a las 2200 (ET) Mexico the war next door, conducido desde la frontera por Anderson Cooper—, en donde (the bottom line) la verdadera noticia, nota, argumento y/o divertido botón, my friend, es que el (des)gobierno de Felipe Calderón no pudo con su genial paquetón de la mal llamada guerra contra la organizada delincuencia. Que su aventura (en pañales) de andar jugando al soldadito retozón sin un plan integral trazado y, peor aún, rodeado de los mismos disfuncionales que han estado encargados de las áreas sensibles de inteligencia y de seguridad pública los últimos nueve años fue un absoluto fracaso. Que su cacareado punto final al crimen (sin olvidar la goliza) valieron madres junto al listón del lucido (porfa, no confundir con lúcido) procurador (con minúsculas) Medina Mora de que, aunque no lo parezca, vamos ganado.
El resultado de que nuestros vecinos estén vociferando histéricos en cualquier micrófono que, ¿pobre presidente? (Servitje dixit), hay que ayudar a México… es el resultado de que en este sexenio los traviesos terminaron por perderle el miedo a la autoridad y al Estado —coludido con ellos, basta y sobra el cochinero de la Operación Limpieza— sumado a la guerra intestina desatada por la fractura de la mentada Federación.
La primera medida, de muchas, anunciada ayer por el gobierno de Barack Obama sobre su espléndido plan que fundamentalmente pretende sellar la frontera para evitar que la violencia siga desbordándose hacia puntos estratégicos de sus ciudades deberá dar resultados, también, en el corto plazo. Porque así como se desgarran las vestiduras los güeritos contra los migrantes mexicanos que cruzan la frontera, así deberán demostrar su habilidad, astucia y oficio para detectar el delicado armamento que llega a manos de los cárteles… cuyo mercado de oferta y demanda es un negocio redondo para la economía mundial. Un emporio que no sólo está diversificado en otros negocios ilegales, sino que lava miles de millones de dólares por el sistema financiero estadunidense, aceitando su economía mediante una red con sentido empresarial que recibe y distribuye con precisión la mercancía cual manecilla de reloj suizo. Y esto no sería posible, mi estimado, sin la complicidad y la corrupción.
Aunque la simpática diferencia es que aquí ésta última va acompañada por la impunidad. Ésa avalada desde Los Pinos. Ésa que destruye cualquier cooperación, reciprocidad, confianza y certidumbre. Ésa que mancilla el Estado de Derecho en territorios donde, con la pena, no gobierna la autoridad. Todo con el agravante de que las estructuras del (des)gobierno mexicano sí están peligrosamente infiltradas… y con las medidas anunciadas por nuestros vecinos, my friend, la cadenita (del retrete) en el interior del gabinete de seguridad, de los estados, de las policías, los gobernadores y algunos empresarios, conllevará una atractiva dosis de presiones y sorpresas.
Hoy que llega Hillary Clinton comienza el capítulo bilateral de colocar los puntos sobre las íes y dejar el juego del Tío Lolo. Dejar el discurso, la simulación y entrar a los hechos. Porque con todo y las diplomáticas sonrisas, los volátiles espaldarazos y la maravillosa foto de la buena vecindad… los norteamericanos traen la espada desenvainada. Y no sólo en asuntos torales de seguridad sino también relacionados con el TLCAN. Traen agenda específica.
La única que conocen y que les concierne. La que marca el resguardo de sus intereses. Y el grito de ayuda soltado irreflexivamente por Felipe y sus asesores con la mentada Iniciativa Mérida traerá altísimos costos. No sólo políticos, diplomáticos y de soberanía. Sino de violencia, ajustes y venganzas.
¡Ah! y claro, my friend, de los debidos acuses de recibo. Los de la bienvenida y… despedida.
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• Seguridad y TLCAN
En política y diplomacia, mi estimado, no hay amigos sino intereses… Es admirable la capacidad de respuesta en tan corto tiempo de este (des)gobierno que, con anuncios espectaculares (con fotos) de simpáticas recompensas y justo a tiempo de la llegada de Hillary Clinton a nuestro país, han logrado (negociar) decomisos y capturas importantes para borrar aquellito de que México es un Estado fallido que, entre más se emiten juicios al respecto de los presidentes, monarcas y altos funcionarios que nos visitan, algo no debe andar muy bien en la percepción internacional...
Que se sigue nutriendo de los reportajes de las cadenas norteamericanas —CNN presenta hoy a las 2200 (ET) Mexico the war next door, conducido desde la frontera por Anderson Cooper—, en donde (the bottom line) la verdadera noticia, nota, argumento y/o divertido botón, my friend, es que el (des)gobierno de Felipe Calderón no pudo con su genial paquetón de la mal llamada guerra contra la organizada delincuencia. Que su aventura (en pañales) de andar jugando al soldadito retozón sin un plan integral trazado y, peor aún, rodeado de los mismos disfuncionales que han estado encargados de las áreas sensibles de inteligencia y de seguridad pública los últimos nueve años fue un absoluto fracaso. Que su cacareado punto final al crimen (sin olvidar la goliza) valieron madres junto al listón del lucido (porfa, no confundir con lúcido) procurador (con minúsculas) Medina Mora de que, aunque no lo parezca, vamos ganado.
El resultado de que nuestros vecinos estén vociferando histéricos en cualquier micrófono que, ¿pobre presidente? (Servitje dixit), hay que ayudar a México… es el resultado de que en este sexenio los traviesos terminaron por perderle el miedo a la autoridad y al Estado —coludido con ellos, basta y sobra el cochinero de la Operación Limpieza— sumado a la guerra intestina desatada por la fractura de la mentada Federación.
La primera medida, de muchas, anunciada ayer por el gobierno de Barack Obama sobre su espléndido plan que fundamentalmente pretende sellar la frontera para evitar que la violencia siga desbordándose hacia puntos estratégicos de sus ciudades deberá dar resultados, también, en el corto plazo. Porque así como se desgarran las vestiduras los güeritos contra los migrantes mexicanos que cruzan la frontera, así deberán demostrar su habilidad, astucia y oficio para detectar el delicado armamento que llega a manos de los cárteles… cuyo mercado de oferta y demanda es un negocio redondo para la economía mundial. Un emporio que no sólo está diversificado en otros negocios ilegales, sino que lava miles de millones de dólares por el sistema financiero estadunidense, aceitando su economía mediante una red con sentido empresarial que recibe y distribuye con precisión la mercancía cual manecilla de reloj suizo. Y esto no sería posible, mi estimado, sin la complicidad y la corrupción.
Aunque la simpática diferencia es que aquí ésta última va acompañada por la impunidad. Ésa avalada desde Los Pinos. Ésa que destruye cualquier cooperación, reciprocidad, confianza y certidumbre. Ésa que mancilla el Estado de Derecho en territorios donde, con la pena, no gobierna la autoridad. Todo con el agravante de que las estructuras del (des)gobierno mexicano sí están peligrosamente infiltradas… y con las medidas anunciadas por nuestros vecinos, my friend, la cadenita (del retrete) en el interior del gabinete de seguridad, de los estados, de las policías, los gobernadores y algunos empresarios, conllevará una atractiva dosis de presiones y sorpresas.
Hoy que llega Hillary Clinton comienza el capítulo bilateral de colocar los puntos sobre las íes y dejar el juego del Tío Lolo. Dejar el discurso, la simulación y entrar a los hechos. Porque con todo y las diplomáticas sonrisas, los volátiles espaldarazos y la maravillosa foto de la buena vecindad… los norteamericanos traen la espada desenvainada. Y no sólo en asuntos torales de seguridad sino también relacionados con el TLCAN. Traen agenda específica.
La única que conocen y que les concierne. La que marca el resguardo de sus intereses. Y el grito de ayuda soltado irreflexivamente por Felipe y sus asesores con la mentada Iniciativa Mérida traerá altísimos costos. No sólo políticos, diplomáticos y de soberanía. Sino de violencia, ajustes y venganzas.
¡Ah! y claro, my friend, de los debidos acuses de recibo. Los de la bienvenida y… despedida.
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