Especulación, un barril sin fondo

Carlos Fernández-Vega

Para "estabilizar" el tipo de cambio e inyectar "confianza" en el mercado, según dice, el gobierno federal mantiene su rígida "estrategia" de llenar el barril sin fondo de la especulación cambiaria. En poco más de cuatro meses sacrificó más de 22 mil millones de dólares de las reservas internacionales para tal fin y, a cambio, en el mismo lapso, el peso se ha devaluado casi 50 por ciento frente al dólar, con lo que la administración Calderón ya supera la "quema" de reservas que para igual propósito –con idéntico resultado– ordenó en 1994 el gobierno salinista saliente y el zedillista entrante.

A razón promedio de casi 185 millones de dólares cotidianamente –sábados, domingos y días festivos incluidos–, en 143 días se han "quemado" 22 mil 89 millones de dólares en reservas internacionales, un monto superior a los aproximadamente 20 mil millones de billetes verdes que el gobierno salinista "sacrificó" de enero a noviembre de 1994, más el primer mes de la administración zedillista. En todos los casos el resultado obtenido fue idéntico: la caída en picada del peso y la felicidad plena de las hordas especulativas.

Más allá de que con Calderón el "sacrificio" de reservas ya es mayor que el reportado por la dupla Salinas-Zedillo, la diferencia entre uno y otro episodio, es que en 1994 en promedio se "quemaron" casi 55 millones de dólares por día, mientras que en el caso del actual inquilino de Los Pinos esa proporción alcanza ya los 185 millones de billetes verdes cada 24 horas, en los 143 días que van del 8 de octubre de 2008 al 28 de febrero de 2009, una diferencia de 3.4 tantos entre una y otra cifra, marcador favorable al mochoacano.

"Es el mercado", gritaron a coro gobierno y jilgueros en 1994, en plena sacudida político-económico-financiera, y ahora lo repite, con sospechosa puntualidad, la actual administración e idénticos jilgueros, como si tal mercado no tuviera responsables y éstos nombre y apellido, los cuales, sin duda, deben ser los mismos que saquearon al país en las no pocas devaluaciones registradas en las tres últimas décadas.

En su edición de ayer, La Jornada (en nota de Roberto González Amador) denuncia que “uno de cada cuatro dólares que el Banco de México tenía en la reserva internacional de divisas al inicio de octubre, cuando comenzaron los ataques especulativos contra el peso, se han esfumado de las arcas del banco central, mientras el valor del peso frente a la divisa estadunidense continuó cayendo esta semana a niveles sin precedente, indicaron reportes oficiales. Desde principios de octubre de 2008 y hasta el cierre de febrero de este año, la reserva internacional de divisas acumuló una pérdida de 22 mil 89 millones de dólares, que han sido utilizados por el banco central para proveer liquidez al mercado de cambios, a través de dos mecanismos: la subasta de dólares entre las instituciones financieras o, como es práctica desde el mes pasado, la venta de manera discrecional y opaca a determinados bancos. La pérdida de reservas por estas dos vías es equivalente a 26.51 por ciento –es decir, poco más de una cuarta parte– de las divisas que el banco central tenía en custodia a principios de octubre de 2008, al comenzar el actual periodo de inestabilidad financiera mundial, que eran 83 mil 312 millones de dólares, de acuerdo con datos del banco emisor”.

Pues bien, la cifra detallada por el buen Roberto resulta casi el doble, si se compara con lo que al país le costó, en términos de reservas internacionales, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, que el próximo cumple 15 años. En esa ocasión, el "sacrificio" para estabilizar, fallidamente desde luego, el tipo de cambio del peso frente al dólar le costó al país 10 mil 388 millones de dólares, de acuerdo con la estadística del Banco de México, la misma que hoy documenta los citados 22 mil 89 millones de billetes verdes que, antes como ahora, han sido servidos en bandeja de plata por la Comisión de Cambios (Secretaría de Hacienda y el propio Banco de México) para que las hordas especulativas se alimenten, aunque nunca quedan satisfechas. Y van por más, y se los van a servir.

Sólo para dar un punto de comparación, el llamado "error de diciembre" (el día 21 del último mes de 1994, o lo que es lo mismo el arranque de la crisis económico-financiera de entonces) a los mexicanos les significó la pérdida de 4 mil 543 millones de dólares en reservas internacionales, y si se considera el mes completo, el primero del gobierno zedillista, 6 mil 336 millones de billetes verdes, lo que arroja un promedio diario en el último mes del año citado de poco más de 204 millones, un monto no lejano de los 185 millones que cotidianamente, a lo largo de 143 días, ha "quemado" el que, según Felipe Calderón, resulta un "muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo" (¿cómo serán los peores?).

Si tal "sacrificio" cuando menos arrojara resultados tangibles, pues bueno se podría pensar que ese es el lamentable y elevado costo que hay que pagar por la estabilidad de la moneda nacional, pero a mayor "quema" de reservas internacionales más alto vuela el tipo de cambio, en detrimento, obvio es, del peso mexicano. Si ello es exasperante, peor aún resulta que el gobierno federal se niegue a denunciar, con nombre, apellido y nacionalidad, quiénes son los "devoradores" –como bien lo apunta la cabeza jornalera de ayer– de los recursos que pertenecen a la nación, en este nuevo capítulo del inagotable historial de saqueos de que han sido víctimas los mexicanos.

De cualquier suerte, la "estrategia" y el saqueo de las reservas internacionales deben concluir, y los responsables de la sangría –de ambos lados, meseros y comensales– pagar las consecuencias.

Las rebanadas del pastel

Agarraditas de la mano, ya se escucha a las plañideras: "sería nocivo poner un tope a tasas de interés", según la trinca infernal (Secretaría de Hacienda, la Condusef y la Asociación de Banqueros de –en- México), porque, dicen con el pañuelo húmedo, una decisión de tal naturaleza "afectaría a sectores desprotegidos que no tendrían acceso a las tarjetas de crédito", es decir, los mismos indefensos usuarios que por el agio institucionalizado que avala el gobierno federal hoy no pueden pagarlas.

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