José Mario Zavaleta
Apenas han pasado unos días después del triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, con su candidato a la presidencia Mauricio Funes y a la vicepresidencia con Salvador Sánchez Cerén, y los acontecimientos y sus derivaciones se han desarrollado con una rapidez pasmosa.
Aparte de la felicidad del pueblo que pudo vencer el miedo y derrotó a una maquinaria electoral bien experimentada y convertida en un monstruo de muchas cabezas que le apoyaron tenazmente, representada en Arena, lo que ha sorprendido es la tranquilidad del día siguiente; es decir, la población ha descubierto que puede elegir a quien quiera sin que el mundo se caiga, como habían augurado los artífices de la campaña negra y sucia.
No hubo una guerra ni los mareros atacaron a la gente si el Frente ganaba, ni los viejitos han sido convertidos en jabón, ni se han quemado biblias ni se han deteriorado las relaciones con Estados Unidos, o la pérdida potencial de las remesas. No se han ido del país los industriales, ni los comerciantes ni los grandes empresarios que amenazaron a sus empleados con hacerlo si ganaba el Frente, ni se ha venido para abajo la confianza y roto la tranquilidad de la nación. Es decir, la población que votó por Arena sin convicción, está comprendiendo poco a poco que ha sido engañada. Y el resto de la gente como que empieza a despertar de la anestesia mientras en su país se ha materializado una revolución incruenta y de consecuencias por definirse.
Mientras, el presidente electo es el centro de atención de todos, da un discurso concertador al autoproclamarse a cuatro horas de concluir la elección; sorprende a aquellos que pronosticaban diatribas, amenazas y represalias por los excesos de la campaña en su contra. Al revés, reciben su perdón por haberlo descalificado, insultado y atacado ferozmente en medio de la más escandalosa guerra mediática con el afán de engañar y aterrorizar a los electores. Les ha dado la mano para formar un gobierno de unidad, indispensable para sacar a este país de la crisis que apenas comienza.
Los que lo cuestionaron ahora lo saludan y reconocen su actuar, los periodistas a sueldo y analistas interesados y pagados por la derecha, al igual que la élite empresarial y comercial le conceden el beneficio de la duda. Todos sorprendidos ante una derrota colosal que intentan minimizar porque sólo ha sido por unos tres puntos de diferencia, pero se evade decir que los más del millón trescientos cincuenta y cuatro mil votos logrados por Funes y Sánchez Cerén son sufragios limpios, honestos y en buena lid. No a través de la compra de votos por unos dólares, la amenaza a perder el trabajo, el doble o quizás triple voto de quién sabe cuantos, la contratación de extranjeros que por cientos han traído para garantizar sus cuentas. En fin, sin utilizar el aparato del estado para desarrollar la campaña electoral, las agresiones al contrario y sobre todo la movilización del voto, a costa de los más humildes y pauperizados por el mismo modelo de gobierno que por casi veinte años Arena ha desarrollado.
Consecuentemente el FMLN ha recibido el aplauso y admiración de los pueblos del mundo, el reconocimiento de sus gobiernos; Mauricio Funes ha sido llamado por teléfono por algunos presidentes, entre ellos el mismo Antonio Saca, Lula da Silva, Hugo Chávez y Barack Obama, en una muestra del alivio y satisfacción en el mundo, que al igual que al interior del país, se experimenta por esta épica victoria, cuando un partido que surge como movimiento guerrillero exitoso que provoca la firma de la paz, alcanza el gobierno a costa de audacia, perseverancia y de escuchar al pueblo, que lo mandata para nominar a Mauricio Funes como candidato, hoy ya presidente electo.
Los caídos, los perseguidos, los torturados, los desaparecidos, y los miles que combatieron para desmontar la dictadura militar, hoy son saludados por su pueblo al dar el primer paso para transformar esta tierra por la que todos soñaron.
Apenas han pasado unos días después del triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, con su candidato a la presidencia Mauricio Funes y a la vicepresidencia con Salvador Sánchez Cerén, y los acontecimientos y sus derivaciones se han desarrollado con una rapidez pasmosa.
Aparte de la felicidad del pueblo que pudo vencer el miedo y derrotó a una maquinaria electoral bien experimentada y convertida en un monstruo de muchas cabezas que le apoyaron tenazmente, representada en Arena, lo que ha sorprendido es la tranquilidad del día siguiente; es decir, la población ha descubierto que puede elegir a quien quiera sin que el mundo se caiga, como habían augurado los artífices de la campaña negra y sucia.
No hubo una guerra ni los mareros atacaron a la gente si el Frente ganaba, ni los viejitos han sido convertidos en jabón, ni se han quemado biblias ni se han deteriorado las relaciones con Estados Unidos, o la pérdida potencial de las remesas. No se han ido del país los industriales, ni los comerciantes ni los grandes empresarios que amenazaron a sus empleados con hacerlo si ganaba el Frente, ni se ha venido para abajo la confianza y roto la tranquilidad de la nación. Es decir, la población que votó por Arena sin convicción, está comprendiendo poco a poco que ha sido engañada. Y el resto de la gente como que empieza a despertar de la anestesia mientras en su país se ha materializado una revolución incruenta y de consecuencias por definirse.
Mientras, el presidente electo es el centro de atención de todos, da un discurso concertador al autoproclamarse a cuatro horas de concluir la elección; sorprende a aquellos que pronosticaban diatribas, amenazas y represalias por los excesos de la campaña en su contra. Al revés, reciben su perdón por haberlo descalificado, insultado y atacado ferozmente en medio de la más escandalosa guerra mediática con el afán de engañar y aterrorizar a los electores. Les ha dado la mano para formar un gobierno de unidad, indispensable para sacar a este país de la crisis que apenas comienza.
Los que lo cuestionaron ahora lo saludan y reconocen su actuar, los periodistas a sueldo y analistas interesados y pagados por la derecha, al igual que la élite empresarial y comercial le conceden el beneficio de la duda. Todos sorprendidos ante una derrota colosal que intentan minimizar porque sólo ha sido por unos tres puntos de diferencia, pero se evade decir que los más del millón trescientos cincuenta y cuatro mil votos logrados por Funes y Sánchez Cerén son sufragios limpios, honestos y en buena lid. No a través de la compra de votos por unos dólares, la amenaza a perder el trabajo, el doble o quizás triple voto de quién sabe cuantos, la contratación de extranjeros que por cientos han traído para garantizar sus cuentas. En fin, sin utilizar el aparato del estado para desarrollar la campaña electoral, las agresiones al contrario y sobre todo la movilización del voto, a costa de los más humildes y pauperizados por el mismo modelo de gobierno que por casi veinte años Arena ha desarrollado.
Consecuentemente el FMLN ha recibido el aplauso y admiración de los pueblos del mundo, el reconocimiento de sus gobiernos; Mauricio Funes ha sido llamado por teléfono por algunos presidentes, entre ellos el mismo Antonio Saca, Lula da Silva, Hugo Chávez y Barack Obama, en una muestra del alivio y satisfacción en el mundo, que al igual que al interior del país, se experimenta por esta épica victoria, cuando un partido que surge como movimiento guerrillero exitoso que provoca la firma de la paz, alcanza el gobierno a costa de audacia, perseverancia y de escuchar al pueblo, que lo mandata para nominar a Mauricio Funes como candidato, hoy ya presidente electo.
Los caídos, los perseguidos, los torturados, los desaparecidos, y los miles que combatieron para desmontar la dictadura militar, hoy son saludados por su pueblo al dar el primer paso para transformar esta tierra por la que todos soñaron.
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