El IFE es un pozo sin fondo de corrupción

Álvaro Cepeda Neri

No acaban los columnistas de bordar críticas sobre los actos, omisiones y demás actividades de la corrupción en el Instituto Federal Electoral, cuando nuevamente flota, en sus aguas podridas, más excremento.

Y es que, además, no están haciendo bien su trabajo, en el conjunto de sus obligaciones, cuando estamos a tres meses de las elecciones federales para (si van los ciudadanos) elegir a los legisladores de la Cámara de Diputados del Congreso General. Ya que los seis gobernadores son de competencia estatal, como los presidentes municipales. Y en cuanto a los delegados y asambleístas de la ciudad de México, es el IFE defeño el encargado del proceso.

Los del IFE federal sólo tienen bajo su responsabilidad la elección de diputados y andan hechos bolas; no tienen credibilidad; abusaron al otorgarse aumentos salariales millonarios; gozan de prestaciones a lo bestia. y, como los ministros de la Corte (sus pares en privilegios), tienen comidas gratuitas y el pago, con cargo al presupuesto del IFE, de dos automóviles por cabeza, asesores, secretarias (ahora llamadas capturistas), ayudantes, guardaespaldas, etc.

El secretario particular del consejero-presidente, el cuestionado Leonardo Valdés, gana quincenalmente 100 mil pesos; el director de comunicación del IFE se embolsa ¡80 mil pesos!, los dos con prestaciones de lujo.

Es ahora el turno del secretario ejecutivo del IFE, Edmundo Jacobo Molina, y de su coordinador jurídico Ezequiel González Matus. Al primero, el Tribunal Federal Electoral le ha leído la cartilla en más de 30 ó 40 resoluciones, por tantos errores cometidos que demuestran su mal desempeño. Empero, Leonardo Valdés lo defiende “a capa y espada”. Y mete las manos al fuego, por su supuesta eficacia, puesta en duda por el tribunal mencionado.

En cuanto al coordinador jurídico, que tiene como cartas credenciales, cuando Santiago Creel fue secretario de Gobernación y aspirante a la sucesión de Fox, haber facilitado el otorgamiento a Televisa de más de 300 permisos para instalar casinos por todo el país; como coordinador su salario es de casi 90 mil pesos, más fabulosas prestaciones. Y tiene un amparo para no estar inscrito en servidores públicos sancionados, ya que tiene un litigio abierto por incurrir en muy serias anomalías en este asunto.

El IFE está rebasado de corrupción, ineficacia, complicidades y abusos mil, que ya lo hicieron un órgano carente de credibilidad, honradez y capacidad para cumplir con sus deberes. Y es que sus nueve consejeros cojean del mismo pie: están coludidos en esos hechos que acusan una podredumbre que despide fétidos olores de corrupción.

El IFE de Ugalde fue sometido a una renovación en más del 50 por ciento; pero el IFE de Leonardo Valdés es un pozo sin fondo de antiguos y nuevos males. La elección federal está en riesgo de que los ciudadanos no vayan a votar, anulen su boleta (hasta escribiendo merecidos insultos) y con ello respondan al desastre jurídico, de ética democrática y de irresponsabilidad de un órgano colegiado para la corrupción.

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