Índice Político / Francisco Rodríguez
"…Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente de mi vida y de mi profesión, honrado siempre entre los hombres; y si la quebranto y soy perjuro, que caiga sobre mi la suerte contraria."
Hipócrates
AL SEÑOR FELIPE CALDERÓN le apasiona la medicina. Sus recurrentes referencias a padecimientos físicos del cuerpo humano, lo ubican más en un aséptico consultorio que en la turbulenta oficina principal de Los Pinos. Y aunque tiene licencia para ejercer la abogacía y un par de diplomados en Administración Pública, su pasión son los baumanómetros, estetoscopios y abatelenguas.
Sorprendió a todo el país el primero de sus diagnósticos. "Gastritis crónica mal atendida", dijo en referencia a las causas que, según él, habían llevado a la muerte de Ernestina Ascensión Rosario, una anciana indígena de la Zongolica veracruzana, cuando el certificado de defunción de los médicos legistas de la Secretaría de Salud del gobierno estatal con sede en Jalapa, daba como origen ''traumatismo craneoencefálico, fractura y luxación de vértebras cervicales y anemia aguda''. Un jurado de expertos, hubiese reprobado al señor Calderón lo mismo en gastrología, que en traumatología.
Más recientemente, el "galeno" Calderón ha aceptado que el "catarrito" originalmente determinado por su anestesista hacendario, el doctor Carstens, había evolucionado a pulmonía. Aunque realmente dijo pneumonia, pues en ese momento hablaba (jejeje) en inglés.
Sobre esta misma malhadada crisis financiera mundial, en un momento que quizá fue de aturdimiento, "el señor doctor" –nada que ver con el filme de Cantinflas— Calderón incluso dijo en Santiago de Chile que esta situación no sólo debe llevar a los líderes a pensar en las teorías de John Maynard Keynes o Milton Fiedman, sino también a acordarse de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, quien consideraba que el sexo es la mayor de las necesidades sociales. La verdad, no se en qué estaría pensando esa mañana en la capital chilena el ocupante de Los Pinos.
Sobre su "guerra" al narcotráfico, el "médico" Calderón ha usado retruécanos que sólo se atrevería a emplear un experto en cancerología.
Así, recordándonos también sus fallidas experiencias en "gastro", no ha mucho acaba de "recetarnos" otra de esas sus frases antológicas, al señalar que cuando inició su ocupación de Los Pinos, se encontró con una situación que originalmente "pensó" era apendicitis y –bisturí en mano—"al abrir encontramos un cáncer extendido por todo el cuerpo." Mal diagnóstico, que puede llevar al paciente México a la tumba, ¿no cree usted?
Es el señor Calderón, además, todo un Christian Barnard en potencia. Y es que también hace unos días uso otra metáfora relacionada a la cardiología.
Pero es el cáncer que invade a la República lo que más llama la atención.
Acaparó, por cierto, la del regiomontano Felipe Díaz Garza quien el sábado anterior publicó (Reforma, 28/02/2009):
"Si el cáncer de la República lo pescó desprevenido (a Calderón), la culpa es suya por haber diagnosticado, tan pobre e irresponsablemente, una apendicitis. De ser cierto, el diagnóstico equivocado nos demuestra claramente que los equivocados fuimos los electores al ponernos en manos de este cirujano moreliano.
"Lo que es mucho más probable es que, a la hora del diagnóstico, que debió hacer concienzudamente antes de proponerse como candidato a la Presidencia y, desde luego, antes y después de ceñirse la corona arrebatada a López Obrador, Calderón fue ciego a síntomas y malestares y sordo a los consejos de los buenos doctores. Durante una buena parte de sus poco más de dos años en el oficio fue advertido por muchos indicadores internacionales y por la voz de muchos expertos de la inminencia de una crisis económica en México, provocada por la desaceleración de la economía norteamericana.
"El dominio de la narcodelincuencia sobre la vida nacional ya era evidente y generalizado cuando el secretario de Energía Calderón leía la síntesis y hablaba y oía por la red y, con más razón y evidencia, cuando fue candidato del PAN a la Presidencia. Mas él, ya Presidente, y los suyos sostuvieron sistemáticamente, sin oír segundas opiniones ni mandar a hacer un examen al país enfermo, que la crisis económica en puertas y la delincuencia organizada en la sala, el comedor y la recámara sólo sugerían una "apendicitis" que ni siquiera presentaba el riesgo de convertirse en peritonitis, como sucedió, mucho menos en cáncer. El diagnóstico malo fue suyo, aunque el cáncer estuviera en el organismo nacional por designio divino, como seguramente se excusará pronto este mal doctor, al que nunca debimos consultar cuando al niño, en paz descanse, le subió la calentura."
Ah, ¡el galeno Calderón!
Índice Flamígero: Dos visiones de la crisis: Andrés Manuel López Obrador afirma que, en los últimos 90 días se han perdido más de medio millón de empleos. Al mismo tiempo, en Los Pinos, Felipe Calderón anuncia con bombo y platillo que los contribuyentes pagaremos un tercio de los salarios de aquellos trabajadores cuyas empresas declaren el "paro técnico". Son, apenas, 90 mil empleados.
"…Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente de mi vida y de mi profesión, honrado siempre entre los hombres; y si la quebranto y soy perjuro, que caiga sobre mi la suerte contraria."
Hipócrates
AL SEÑOR FELIPE CALDERÓN le apasiona la medicina. Sus recurrentes referencias a padecimientos físicos del cuerpo humano, lo ubican más en un aséptico consultorio que en la turbulenta oficina principal de Los Pinos. Y aunque tiene licencia para ejercer la abogacía y un par de diplomados en Administración Pública, su pasión son los baumanómetros, estetoscopios y abatelenguas.
Sorprendió a todo el país el primero de sus diagnósticos. "Gastritis crónica mal atendida", dijo en referencia a las causas que, según él, habían llevado a la muerte de Ernestina Ascensión Rosario, una anciana indígena de la Zongolica veracruzana, cuando el certificado de defunción de los médicos legistas de la Secretaría de Salud del gobierno estatal con sede en Jalapa, daba como origen ''traumatismo craneoencefálico, fractura y luxación de vértebras cervicales y anemia aguda''. Un jurado de expertos, hubiese reprobado al señor Calderón lo mismo en gastrología, que en traumatología.
Más recientemente, el "galeno" Calderón ha aceptado que el "catarrito" originalmente determinado por su anestesista hacendario, el doctor Carstens, había evolucionado a pulmonía. Aunque realmente dijo pneumonia, pues en ese momento hablaba (jejeje) en inglés.
Sobre esta misma malhadada crisis financiera mundial, en un momento que quizá fue de aturdimiento, "el señor doctor" –nada que ver con el filme de Cantinflas— Calderón incluso dijo en Santiago de Chile que esta situación no sólo debe llevar a los líderes a pensar en las teorías de John Maynard Keynes o Milton Fiedman, sino también a acordarse de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, quien consideraba que el sexo es la mayor de las necesidades sociales. La verdad, no se en qué estaría pensando esa mañana en la capital chilena el ocupante de Los Pinos.
Sobre su "guerra" al narcotráfico, el "médico" Calderón ha usado retruécanos que sólo se atrevería a emplear un experto en cancerología.
Así, recordándonos también sus fallidas experiencias en "gastro", no ha mucho acaba de "recetarnos" otra de esas sus frases antológicas, al señalar que cuando inició su ocupación de Los Pinos, se encontró con una situación que originalmente "pensó" era apendicitis y –bisturí en mano—"al abrir encontramos un cáncer extendido por todo el cuerpo." Mal diagnóstico, que puede llevar al paciente México a la tumba, ¿no cree usted?
Es el señor Calderón, además, todo un Christian Barnard en potencia. Y es que también hace unos días uso otra metáfora relacionada a la cardiología.
Pero es el cáncer que invade a la República lo que más llama la atención.
Acaparó, por cierto, la del regiomontano Felipe Díaz Garza quien el sábado anterior publicó (Reforma, 28/02/2009):
"Si el cáncer de la República lo pescó desprevenido (a Calderón), la culpa es suya por haber diagnosticado, tan pobre e irresponsablemente, una apendicitis. De ser cierto, el diagnóstico equivocado nos demuestra claramente que los equivocados fuimos los electores al ponernos en manos de este cirujano moreliano.
"Lo que es mucho más probable es que, a la hora del diagnóstico, que debió hacer concienzudamente antes de proponerse como candidato a la Presidencia y, desde luego, antes y después de ceñirse la corona arrebatada a López Obrador, Calderón fue ciego a síntomas y malestares y sordo a los consejos de los buenos doctores. Durante una buena parte de sus poco más de dos años en el oficio fue advertido por muchos indicadores internacionales y por la voz de muchos expertos de la inminencia de una crisis económica en México, provocada por la desaceleración de la economía norteamericana.
"El dominio de la narcodelincuencia sobre la vida nacional ya era evidente y generalizado cuando el secretario de Energía Calderón leía la síntesis y hablaba y oía por la red y, con más razón y evidencia, cuando fue candidato del PAN a la Presidencia. Mas él, ya Presidente, y los suyos sostuvieron sistemáticamente, sin oír segundas opiniones ni mandar a hacer un examen al país enfermo, que la crisis económica en puertas y la delincuencia organizada en la sala, el comedor y la recámara sólo sugerían una "apendicitis" que ni siquiera presentaba el riesgo de convertirse en peritonitis, como sucedió, mucho menos en cáncer. El diagnóstico malo fue suyo, aunque el cáncer estuviera en el organismo nacional por designio divino, como seguramente se excusará pronto este mal doctor, al que nunca debimos consultar cuando al niño, en paz descanse, le subió la calentura."
Ah, ¡el galeno Calderón!
Índice Flamígero: Dos visiones de la crisis: Andrés Manuel López Obrador afirma que, en los últimos 90 días se han perdido más de medio millón de empleos. Al mismo tiempo, en Los Pinos, Felipe Calderón anuncia con bombo y platillo que los contribuyentes pagaremos un tercio de los salarios de aquellos trabajadores cuyas empresas declaren el "paro técnico". Son, apenas, 90 mil empleados.
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