Jenaro Villamil
Desde diciembre de 2008, las grabaciones comprometedoras del ahora exsecretario de Comunicaciones y Transportes se conocían en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. "Es cuestión de tiempo", dijeron algunos de quienes escucharon, entre otras cosas, aquella famosa frase de Téllez: "Me cae que extraño al PRI".
El derrumbe de Luis Téllez al frente de la SCT se produjo tres meses después y vino acompañado del primer reacomodo importante en el gabinete de Calderón. Su sustitución por Juan Molinar Horcasitas, amigo del primer mandatario y sin ninguna experiencia probada en el sector de las telecomunicaciones o de puertos y carreteras, nos habla de la profunda guerra interna que se libra en el seno del calderonismo por eliminar a una figura que ya era incómoda, no sólo por su pasado priista-salinista-zedillista, sino por los numerosos errores cometidos en un sector atenazado por la guerra entre Televisa y Telmex.
Téllez ganó tiempo con el fatídico avionazo en el que falleció Juan Camilo Mouriño. Especialista en operaciones políticas que implican un alto nivel de riesgo, Téllez se "ofreció" para salir a explicar desde el 4 de noviembre de 2008 que al exsecretario de Gobernación lo mató una turbulencia y la impericia de los pilotos y no un posible atentado. Se jugó el prestigio y el puesto con sus famosas conferencias de prensa, pero se ganó el afecto de Calderón.
Esto lo hizo sentirse seguro para emprender la batalla final que necesitaba en su sector: eliminar a piezas que no eran parte de su equipo, como la subsecretaria Purificación Carpinteyro; ganar supremacía jurídica frente a la Cofetel y ante Héctor Osuna, viejo rival desde el inicio del sexenio; emprender los grandes negocios portuarios, como la ampliación de Manzanillo, para beneficiar a una empresa vinculada a él, como SSA, a pesar de la oposición de los habitantes y del gobernador colimenses; tener el control de las próximas licitaciones del espectro para rearticular su red de intereses y de beneficiarios, aun a costa de confrontarse con Televisa, su vieja aliada, y mantener un delicado litigio con Telcel por favorecer a Axtel, y con Telmex, para postergar su entrada al triple play.
Téllez se peleó prácticamente con todo el espectro circundante…. incluyendo el radioeléctrico. Se sintió lo suficientemente respaldado por Calderón, a pesar de su enorme vulnerabilidad en el concierto de un gabinete y de un partido gobernante en el que no era bien visto.
Las grabaciones se difundieron en el momento justo de su debilidad. El desarreglo con Purificación Carpinteyro y el enfrentamiento jurídico con el Congreso por sus nuevas atribuciones como "supersecretario" fueron el marco ideal para que Téllez fuera exhibido como un funcionario poco cuidadoso –por decirlo elegantemente-- a la hora de insultar a otros políticos y exjefes vía telefónica.
Téllez pudo haber enfrentado los audioescándalos de una forma distinta. Sin embargo, optó por hundirse más. Como al avión de Mouriño, a Téllez lo tumbó la turbulencia de sus propias palabras. De manera increíble, se dijo víctima de un chantaje y una extorsión, sin especificar de dónde provenían y cuáles eran las razones, a pesar de que reconoció abiertamente que todas las grabaciones eran genuinas. Evadió discutir el fondo de las ocho grabaciones que Procesoreseñó: la violación al amparo de Telcel para favorecer a Axtel. En el colmo, pidió disculpas anticipadas por las próximas grabaciones que pudieran conocerse.
Las turbulencias de Téllez lo llevaron a donde se encuentra ahora. Calderón intenta "salvarlo" al designarlo como asesor de la Presidencia de la República. ¿Por qué lo hace? ¿Sabe algo Téllez en relación con el avionazo del 4 de noviembre que obliga a Calderón a mantener un pacto con él? ¿Existe alguna grabación al respecto?
Desde diciembre de 2008, las grabaciones comprometedoras del ahora exsecretario de Comunicaciones y Transportes se conocían en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. "Es cuestión de tiempo", dijeron algunos de quienes escucharon, entre otras cosas, aquella famosa frase de Téllez: "Me cae que extraño al PRI".
El derrumbe de Luis Téllez al frente de la SCT se produjo tres meses después y vino acompañado del primer reacomodo importante en el gabinete de Calderón. Su sustitución por Juan Molinar Horcasitas, amigo del primer mandatario y sin ninguna experiencia probada en el sector de las telecomunicaciones o de puertos y carreteras, nos habla de la profunda guerra interna que se libra en el seno del calderonismo por eliminar a una figura que ya era incómoda, no sólo por su pasado priista-salinista-zedillista, sino por los numerosos errores cometidos en un sector atenazado por la guerra entre Televisa y Telmex.
Téllez ganó tiempo con el fatídico avionazo en el que falleció Juan Camilo Mouriño. Especialista en operaciones políticas que implican un alto nivel de riesgo, Téllez se "ofreció" para salir a explicar desde el 4 de noviembre de 2008 que al exsecretario de Gobernación lo mató una turbulencia y la impericia de los pilotos y no un posible atentado. Se jugó el prestigio y el puesto con sus famosas conferencias de prensa, pero se ganó el afecto de Calderón.
Esto lo hizo sentirse seguro para emprender la batalla final que necesitaba en su sector: eliminar a piezas que no eran parte de su equipo, como la subsecretaria Purificación Carpinteyro; ganar supremacía jurídica frente a la Cofetel y ante Héctor Osuna, viejo rival desde el inicio del sexenio; emprender los grandes negocios portuarios, como la ampliación de Manzanillo, para beneficiar a una empresa vinculada a él, como SSA, a pesar de la oposición de los habitantes y del gobernador colimenses; tener el control de las próximas licitaciones del espectro para rearticular su red de intereses y de beneficiarios, aun a costa de confrontarse con Televisa, su vieja aliada, y mantener un delicado litigio con Telcel por favorecer a Axtel, y con Telmex, para postergar su entrada al triple play.
Téllez se peleó prácticamente con todo el espectro circundante…. incluyendo el radioeléctrico. Se sintió lo suficientemente respaldado por Calderón, a pesar de su enorme vulnerabilidad en el concierto de un gabinete y de un partido gobernante en el que no era bien visto.
Las grabaciones se difundieron en el momento justo de su debilidad. El desarreglo con Purificación Carpinteyro y el enfrentamiento jurídico con el Congreso por sus nuevas atribuciones como "supersecretario" fueron el marco ideal para que Téllez fuera exhibido como un funcionario poco cuidadoso –por decirlo elegantemente-- a la hora de insultar a otros políticos y exjefes vía telefónica.
Téllez pudo haber enfrentado los audioescándalos de una forma distinta. Sin embargo, optó por hundirse más. Como al avión de Mouriño, a Téllez lo tumbó la turbulencia de sus propias palabras. De manera increíble, se dijo víctima de un chantaje y una extorsión, sin especificar de dónde provenían y cuáles eran las razones, a pesar de que reconoció abiertamente que todas las grabaciones eran genuinas. Evadió discutir el fondo de las ocho grabaciones que Procesoreseñó: la violación al amparo de Telcel para favorecer a Axtel. En el colmo, pidió disculpas anticipadas por las próximas grabaciones que pudieran conocerse.
Las turbulencias de Téllez lo llevaron a donde se encuentra ahora. Calderón intenta "salvarlo" al designarlo como asesor de la Presidencia de la República. ¿Por qué lo hace? ¿Sabe algo Téllez en relación con el avionazo del 4 de noviembre que obliga a Calderón a mantener un pacto con él? ¿Existe alguna grabación al respecto?
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