Y ahoraaaaaaa... Calderón vs. Slim

Marcela Gómez Zalce

• Margarita y el dêja vú
• Rumbo al colapso rápido


En la venganza, mi estimado, el débil es siempre el más iracundo. Sin duda las baterías del pend…enciero secretario del Trabajo (sucio), Javier Lozano Alarcón, duraron escasas 24 horas para andar histérico en su media tour enseñándole los dientes al agorero del catastrofismo, Carlos Slim. Y como el caricaturesco arsenal azul de ladridos no alcanzó para matizar el madrazo que daba la vuelta al mundo, Felipe Calderón tuvo que salir a reclamar el apoyo de todos (los que me entronizaron haiga sido como haiga sido) a México especialmente de... quienes más hemos recibido de la Nación (¿?).

En un discurso plagado de veladas amenazas y lugares comunes, Felipe (haciendo gala de su mecha corta) declaró que en esta coyuntura crítica lo importante es pensar en cómo apoyar a México y no en cómo generar más temor. Quizá al chaparrito, peloncito de lentes —Espino dixit— no le ha caído el veinte que hace varias lunas su extraordinario equipo económico, la solidez del barco de gran calado y sus temerarios jinetes de la tormenta que se crecen emocionados ante la adversidad, son el punto de partida en la generación de incertidumbre… que conlleva su simpática dosis de temor.

Aunque el único temor que debiera interesarle (if he had some brain activity), por no decir enviarlo a la lámpara sideral, es el que está germinando gracias a su (des)gobierno en las cúpulas. En los distintos círculos de poder. En los poderosos despachos of the real assessment makers. Ahí donde se disipan escenarios, se formulan situaciones y se asoma el más puro pragmatismo político y económico.

Ahí donde los desplantes presidenciales de quien ya está totalmente embriagado… de poder (por no poder) ya colman la paciencia de muchos aunque los tiempos, my friend, para la divertida madriza llegarán después del referéndum de su (des)gobierno, esto es, después de las elecciones de julio próximo. Y después se van a ajustar cuentas.

Desde los poderes fácticos… que se pitorrean de sanciones muy poco sustentadas pasando por la noche de los cuchillos largos panistas, manejada por la muy activa, aunque discreta Margarita Zavala —a quien le dieron un jactancioso spin mediático por su tarde de toros en la Plaza México regalando un frívolo dêja vú de los mejores tiempos de Marta Sahagún ante los reflectores—, a la certidumbre del nulo Estado de Derecho para atraer inversiones, al literal desmadre desencadenado por la incontinencia verbal de tirios y troyanos... el catastrofismo anunciado por la severidad de una crisis económica, amable lector, será juego de matatenas comparado con la crisis de índole política —porque de la seguridad, mejor ni hablar– que no tarda en sustentar el camino rumbo al Estado fallido… ¿y al estallido?

La ingenua duda del catastrofista respetable es la original razón para que ahora sea el mismísimo Felipe, quien se suba al ring para seguir atizando al fuego contra el atractivo vaticinio del empresario Slim. ¿Será tan emocionante el sentimiento de vanidad que impide serenar los ánimos ante la volatilidad del cercano futuro y sus delicadas secuelas…? ¿Valdrán la pena los hormonales manotazos desde Los Pinos que generan aún más ese temor al que se refería ayer Calderón...? ¿Quién(es) será(n) (los) el valiente(s) que levante(n) el descomunal tiradero…?

Porque ya haber invertido cerca de 20 mil millones de dólares de las reservas para sostener nuestra moneda es una, literal, catástrofe. Ya estar entrando en los límites tolerables de inflación es también una catástrofe. Observar las escalofriantes cifras de desempleo, hoy, también son una catástrofe. Y así sumándole que en diversos ámbitos la guerra, aunque no lo parezca, está entrando en fases, digamos, muy delicadas y de evidente descontrol, no hay signos de reconciliación, mesura y prudencia. No hay signos de que hay gobierno.

Y esta desintegración política, social y económica va en una constante vorágine de descomposición… rumbo al colapso rápido enviando las peores señales no sólo domésticas, sino internacionales. Y todo tendrá un altísimo costo no sólo para el (des)gobierno de Felipe Calderón, sino para el país.

Y es donde la sugestiva premisa, my friend, vuelve al epicentro...

Si no puede… renuncie.

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