Palabras contra hechos

Antonio Gershenson

Aparentemente, la gran polémica de estos últimos días ha sido de optimistas contra pesimistas. El gobierno decidió que hay que ser optimistas. Muchos otros no. La verdadera polémica es, en el fondo: palabras contra hechos. Y los hechos determinan si las cosas están mejor o peor, y si vienen mejor o vienen peor.

Un primer hecho, publicado esta semana: en tres meses, de noviembre del año pasado al reciente enero, se perdieron más de 541 mil empleos en las zonas urbanas de México (datos del Seguro Social). Las palabras: el subsecretario de Hacienda, replicando a las críticas de diputados, dijo que afirmar que estos empleos se perdieron era una cifra exagerada, ya que el pronóstico gubernamental para todo 2009 se ubicaba sólo entre 250 mil y 300 mil.

Decía que había que creer a las cifras futuras del gobierno y no a los hechos, porque al fin del año la caída es estacional. ¿Qué no el fenómeno estacional de fin de año era el aumento de las ventas por Navidad, Año Nuevo, Reyes? Y si hablamos de la “cuesta de enero”, pues resulta que enero fue el “menos malo” de los tres meses, con 128 mil empleos perdidos, cuando el promedio de los tres meses fue de 180 mil. Es el colmo que se nos quiera convencer de creerles más a las palabras, en este caso números gubernamentales, que a los hechos (también incluyendo números) que una institución gubernamental dio a conocer.

Segundo hecho, también publicado esta semana: las ventas totales de automóviles en nuestro país bajaron a poco menos de la mitad. Su exportación cayó en casi 57 por ciento. Y el otro componente, las ventas nacionales, bajó poco más de 28 por ciento. Por un lado, vemos que el mercado interno anda muy flojo para que bajen así las ventas nacionales.

Pero al mismo tiempo, vemos que lo que más afecta a la economía, en este caso, es la baja de las exportaciones, básicamente a Estados Unidos. Esto último confirma que la gran dependencia del exterior que han construido los gobiernos derechistas y tecnocráticos nos está costando muy caro. Con estas cifras, ¿tiene sentido pregonar el optimismo, en vez de tomar medidas que impulsen la recuperación del mercado interno? ¿De veras creen que con sus palabras optimistas ya más gente va a tener para comprarse su coche? (Uuuuuu, me dirán). Todas las palabras que se puedan pronunciar, en cualquier sentido, son inútiles para resolver el problema.

Tercer hecho, también de esta semana: salieron del país 50 mil millones de dólares, en buena medida fuga de capitales. Fuga de inversión extranjera. Es una de las causas de la caída del peso. La inversión retirada, ¿la sacaron en pesos? Por favor. Sacan el dinero en dólares (si necesitan, el Banco de México los vende baratos) y esa demanda de moneda estadunidense hace que caiga más el peso.

La devaluación del peso es otro de los elementos importantes de la crisis que, si vemos estos y muchos otros hechos, ya está aquí. Todo lo importado, que es mucho por la creciente dependencia, sube de precio al subir el dólar. Y entonces el poder de compra baja, el mercado interno se contrae más y las empresas van quebrando al no tener a quién venderle, sobre todo si no tienen a dónde exportar. ¿Por qué el discurso oficial no habla de las continuas devaluaciones? En los hechos, según el Inegi, el tipo de cambio peso-dólar, venta, promedio del mes de agosto, fue de 10.0906 pesos por dólar, y para enero de 2009, el mismo dato fue de 13.8492 pesos. El aumento entre ambas cantidades fue de 37.25 por ciento, en cinco meses. Y en los últimos días ya estamos arriba de los 14 pesos por dólar.

Vamos a mencionar otros hechos para fines de comparación, para que veamos lo que es posible hacer. Ya mencionamos, el pasado domingo, el caso de Brasil en materia petrolera y el contraste con México, donde también lo que hay son discursos.

En Estados Unidos se aprueba el dineral para la recuperación, que incluye cientos de miles de millones de dólares en inversión pública para reactivar la economía, y en gasto social para recuperar el mercado interno. Pero Obama ha dicho y repetido que antes de que mejoren las cosas se van a poner peor.

Aparte de que, para el gobierno mexicano, Obama queda como catastrofista. ¿Acaso no estamos viendo que lo que pasa en Estados Unidos nos afecta, como en el caso de los coches, más incluso que el debilitamiento del mercado interno? Y si el mercado interno no sólo está débil, sino que el propio gobierno lo debilita más, por ejemplo, vendiendo cara la energía, es obvio que nuestro principal problema en esa área es la baja de exportaciones, que sobre todo son a ese país. Debería estar claro que si Obama dice que las cosas en lo inmediato se van a poner peor allá, pues aquí con mayor razón.

Los pedidos de determinadas mercancías desde China han hecho aumentar precios hasta en 50 por ciento en algunos mercados internacionales, en 10 días. El aumento del acero y de otros metales se toma como una muestra de que el programa de inversiones de ese país está en marcha. Habíamos hablado de un gran aumento en la construcción de nuevos ferrocarriles de carga y trenes rápidos de pasajeros. Esto se empieza a reflejar en otros mercados, como el de venta de acero y otros metales. Sin embargo, también ahí se considera prematuro hablar de que ya esté ahí la recuperación. Apenas empieza el proceso, pero se inicia con hechos. Con las palabras de aquí, no alcanza ni para reconstruir o modernizar el trenecito de Chapultepec.

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