“Libre Comercio” en Crisis

Enrique Kato*

Economistas y funcionarios de gobierno del Reino Unido y de Estados Unidos están discutiendo sobre el proteccionismo financiero mundial, con este término se intenta describir la evolución reciente de los capitales internacionales que están saliendo de los países pobres para volver a los países industrializados. Se espera que esta tendencia permanezca algunos años, en los cuales menos capital extranjero llegaría a nuestros países, dado que se concentrarían sus recursos en sus países -potencias mundiales- en la expectativa de mejores oportunidades dentro de sus mercados. Es una señal de que un mercado interno fuerte, entendiéndose por ello altos niveles de productividad y alta capacidad de compra, es la manera de cubrir los requerimientos de bienestar de la población.

En contraparte, algunos promotores del libre comercio apuntan que el alto crecimiento de algunas naciones asiáticas hubiera sido imposible sin las elevadas exportaciones que han realizado; esto es otra evidencia que aquellas naciones, al igual que la nuestra, dependen de los niveles de consumo de los países del norte. Actualmente la caída en las exportaciones globales es drástica, probablemente por un período prologando, aunque drástico fue en otros años también el acelerado crecimiento. Eventualmente las exportaciones se recuperarán. ¿Quiénes habrán pagado el costo de la presente crisis? Lo que observamos es que las políticas gubernamentales atienden al sector financiero, en algunos lados incluso existe seguro de desempleo, en otros no, en México la falta de este seguro, los anuncios de despidos que se cuentan en miles complican aún más la situación económica actual; a su vez, la Organización Internacional del Trabajo anuncia millones de desempleados en el mundo. ¿Pero porqué estamos presenciando un repliegue de los capitales internacionales? Si se afirmó, que el libre comercio, y la libre movilidad de capitales, traería una mejor situación para todos los países. Y enfatizan: incluyendo los países menos productivos.

Las economías menos productivas tienen la posibilidad de reasignar sus recursos de manera más eficiente, pero estas ganancias son limitadas y, en ocasiones, no representan ventaja para el comercio mundial; por ejemplo, cuando las marcas empresariales diferencian los bienes ante los consumidores. En cualquier caso con este enfoque de eficiencia y de ganancias de corto plazo no se valora la constitución de capacidades productivas y tecnológicas en las naciones pobres conservándose así la brecha de riqueza a nivel mundial.

En cambio, los excedentes financieros de las naciones poderosas logran más ganancias en los países pobres que en los suyos, de otra manera no traerían sus capitales y, además, se producen bienes a menor costo en los países rezagados para el mercado mundial; mientras que los países del norte asignan sus recursos productivos en actividades de mayor valor agregado, lográndose claramente una situación ventajosa secular.

En ese proceso, en los países pobres, algunos trabajadores y empresas se benefician al costo de perjudicar a la mayoría en sus fuentes de ingresos, la evidencia al respecto está documentada en varios reportes periodísticos y trabajos de investigación, incluso publicaciones oficiales del Fondo Monetario Internacional han evidenciado la creciente desigualdad mundial.

Hace algunos años con los mercados mundiales en crecimiento, aunque sea sobre pilares ficticios -como lo demuestra la actual crisis internacional- hubo poco espacio en los medios para cuestionar el modelo de desarrollo de integración mundial. La evidencia de los que han resultado perjudicados por el modelo de exportaciones no era, en opinión de muchos, prueba fehaciente que la estrategia de desarrollo debía revisarse e incluir políticas de inclusión social. Hoy cuando las grandes empresas transnacionales, los bancos mundiales y los mega inversionistas están quebrados y ante un panorama de crecimiento negativo, entonces, se pone a discusión qué reformas deben hacerse a la economía mundial y con cuánto dinero público se podría reanimar la actividad económica.

En este debate, el problema no es solamente como mantener el libre comercio, o la competencia inter capitalista, sino el propio modelo de desarrollo del país, a fin de cuentas el período de la crisis, que puede ser corto o largo, 18,26, 47 meses, según sea el análisis, de concretarse esta vuelta a los mercados internos, podría generar una escasez de capital como en ningún otro periodo se ha visto, baste señalar que en el caso de México, la falta de ahorro interno hace necesaria la intervención de la inversión extranjera directa en montos superiores a los 12 mil millones de dólares anuales, cuando menos así ha sido en los últimos 10 años.

* Miembro del Taller de Economía Social y Políticas Públicas, de la UNAM

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