La violencia mundializada

Georges Labica - La Haine

La ausencia de una definición de terrorismo abre la oportunidad a medidas anti-sociales como la criminalización de todo movimiento de oposición o de resistencia


Hay una ideología de la “lucha contra el terrorismo”. Mi punto de partida se apoya en tres consideraciones sobre las que no me será posible exponer sus fundamentos:

1. Eso que se denomina “mundialización” o “globalización” no es otra cosa que el estadio al que ha arribado el capitalismo; estadio estrictamente conforme a su naturaleza, tal como lo habían visto Marx y Engels desde el comienzo del “Manifiesto”.

2. Que se han desvanecido los espíritus al día siguiente de la caída del muro de Berlín.

3. De donde yo extraigo la tesis contra el mito de una “mundialización feliz”, prometida por la ideología dominante, llegando a la violencia mundializada respecto a la cual ningún catálogo de medidas salvadoras (incluso “tercermundistas”) nos permitirá salir.

Excusándome de mi esquematismo, yo avanzaré de lo más visible a lo menos visible:

1. En la práctica

El recurso a los conflictos armados, el empleo de la fuerza militar, ofrece una primera expresión de la violencia sangrienta. Es de hecho el imperialismo norteamericano el que ha impuesto su dominación sobre la tríada que se forma con Japón y Europa y que tiene la particularidad de funcionar como agresión desde su nacimiento.

La necesidad de un “Otro” diabolizado es su constante. La finalidad de las intervenciones fuera de toda ley es conocida: ponerle la mano a las fuentes de energía (sobre todo petróleo y gas) y su aprovechamiento, impedir todo desarrollo nacional autónomo e imponer en todos lados el modelo “occidental” de democracia.

La forma económica, o “violencia muda”, ha subordinado el orden político a la dominación del capital financiero, traduciéndose en una explotación reforzada, en las desigualdades agravadas cada vez más, en democracias enfermas, en discriminaciones en todos los dominios.

Se ha remodelado el proceso de trabajo en el sentido de una individualización reforzada y de una inseguridad del empleo permanente. Se han sustituido los comunitarismos (étnicos, religiosos, de sectas, lingüísticos, sexuales, etc.) por los colectivos estructurantes de la clase y la nación. Se ha producido una mercantilización sin precedente, convirtiendo el comercio de armas, de estupefacientes y de prostitución en los primeros lugares del beneficio y estimulando, por ejemplo, a los más desheredados, a la venta de sus propios órganos. Se han restablecido las prácticas de colonización y de pillaje de recursos naturales que hacen de África, por ejemplo, un continente en agonía. Se ejercen sobre el medio ambiente amenazas irreversibles.

Podrá notarse que lo dicho con anterioridad no es disociable. Será suficiente recordar que la “violencia muda” implica consecuencias sociales insólitas, como la rebelión en los barrios, los suicidios de jóvenes, de gerentes de empresas y de policías. ¿Quedará claro que la violencia “pacífica” es tan destructiva como la violencia de la guerra?

Ninguna subversión armada, cualquiera sea el estandarte del que se reclame, podría aproximarse a los crímenes en masa imputables a las asociaciones de malechores que son el “FMI” o “Monsanto”.

2. En la ideología

Puesta en evidencia por infracciones ya indisimulables, la legitimación del orden establecido (bajo la égida de la ONU) con la defensa de los derechos humanos, incluyendo el derecho internacional y el Estado de derecho, en perjuicio del derecho de los pueblos, está en problemas.

La movilización general ha sido decretada bajo la insignia de la lucha contra el terrorismo. Los atentados del 11 de septiembre del 2001, de los cuales se ignora todavía el verdadero origen y a quién beneficia ese crimen, han servido de pretexto para instrumentar, con el paradigma del “Patriot Act”, un sistema de control policial sin precedente.

La ausencia, cuidadosamente manipulada, de una definición de terrorismo abre la oportunidad de la seguridad y abre la vía también a medidas anti-sociales como la criminalización de todo movimiento de oposición o de resistencia. Esta ideología está en contradicción abierta con la afirmación reiterada del deseo democrático detrás de las agresiones armadas.

(Théorie de la violence, Naples, La Città el sole/ Paris, Libr. philosophique J. Vrin, 2008) http://labica.lahaine.org/

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