Sanjuana Martínez (CIMAC)
“¡Pinome Xoxoke Nopan Omotlatlamotlake! Soldados vestidos de verde se me echaron encima”.
¿Recuerda a la anciana indígena violada tumultuariamente en la Sierra de Zongolica de Veracruz? En el segundo aniversario del crimen de Ernestina Ascensio Rosario, de 72 años, el esclarecimiento de ese hecho sigue siendo una asignatura pendiente de la Secretaría de la Defensa y el gobierno de Felipe Calderón.
Sin embargo, la información se abre camino a pesar de la omertá. Hace unos meses recibí el voluminoso expediente oficial de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz sobre el llamado “Caso Zongolica”. Se trata de decenas de páginas tachadas con marcador negro. Las autoridades estatales fundamentan su decisión de censura en el artículo “17.1 y II de la L.T.A.I.P.E.”.
En el expediente están eliminados párrafos sustanciales de lo que realmente le sucedió a Doña Ernestina. También fueron borrados los nombres de todos los funcionarios, médicos, peritos, psicólogos y demás personal que atendió a la anciana indígena en vida y después de muerta. Además el expediente entregado es la “versión pública” según señala en la primera página.
¿Qué pretenden las autoridades judiciales y el gobierno de Fidel Herrera en Veracruz? Evidentemente seguir ocultando las verdaderas razones de la muerte de Doña Ernestina y por supuesto, dar carpetazo total a un asunto que indebidamente desapareció de la mayoría de los medios de comunicación y que el Gobierno federal pretendió cerrar falsamente sacrificando la certidumbre sobre las causas y los responsables, frente a los mexicanos.
Pero echemos un vistazo al expediente mal tachoneado, porque dejan partes reveladoras sin censurar. Aquel 25 de febrero de 2007 como a las cuatro y media de la tarde Ernestina era localizada gravemente herida al lado del Destacamento militar de Tetlatzinga en el municipio de Soledad Atzompa.
Martha Inés cuenta en el número 27 del documento: “la empezaron a subir a la camioneta y llegando a la loma la acostaron y la sentaron para darle un poco de agua, porque con señas les decía que quería tomar agua, que como se compuso un poquito porque habló, Francisco le preguntó qué era lo que había pasado, y ella le contestó que los soldados la habían amarrado y la habían golpeado”…. lo que sigue esta tachado con marcador negro.
En el número 32 otra persona cuyo nombre es borrado señala: “que la subieron a la camioneta y una vez que ya le habían dado agua y de ahí ella les dijo cuatro palabras y les manifestó: que fueron los soldados, que se le aventaron encima, que traían clavos y la estaban ahogando, tapándole la boca, que después de que subieron a su mamá a la camioneta se fueron a Acultzinapa, a buscar a una enfermera que se llama…” (las siguientes líneas están tachoneadas.
El expediente incluye algunos pequeños detalles de las supuestas investigaciones realizadas en la averiguación previa 26/ZN04/2007 por la Secretaría de la Defensa a sus soldados realizada por el Ministerio Público de Justicia Militar cuyo nombre se omite en base a la investigación ministerial 140/07/AE.
Se trataba del Comando de Operaciones “García”, integrado por 89 personas quienes en su totalidad fueron supuestamente investigadas. La Sedena no encontró responsabilidad alguna en su personal a quienes incluso les tomaron muestras de semen.
En el número 45 del expediente judicial se señala que la trabajadora social del Hospital Civil de Río Blanco, Veracruz, cuyo nombre se omite dijo: “que como a las diez cuarenta y cinco de la noche u once, se encontraba en su oficina…cuando le informaron que traían a una mujer que había sido violada por los soldados, que esto se lo dijo una persona del sexo masculino, tipo campesino…que la llevaron al consultorio de ginecología que preguntó que le había pasado a la paciente, que le comentó que un grupo de personas indígenas le dije que al parecer había sido violada por un grupo de soldados y que ya había recibido la primera atención médica en una clínica particular de Ciudad Mendoza, que ya venía canalizada porque le pusieron suero…”.
Es interesante ver el diagnóstico de la perito en genética forense de la Dirección General de Servicios Periciales de Veracruz que analizó la ropa que Ernestina usaba aquel fatídico 25 de febrero del 2007: “en este caso particular este perfil mezcla se observa la contribución material biológico del sexo masculino…Nota: perfil mezcla, se entiende como la combinación de fluidos corporales de más de un individuo. Se sugiere se realice estudio genético de cromosoma Y”.
Fue el médico forense Ignacio Gutiérrez Vásquez, autor de la segunda necrocirugía practicada a la anciana de la Sierra de Zongolica, quien en entrevista me dijo que había hecho un nuevo descubrimiento: encontró el cromosoma Y en las ropas de Ernestina Ascensio, un elemento, según dijo, que confirmaba la agresión masculina contra la indígena náhuatl.
El doctor Gutiérrez Vásquez encontró en la blusa de Ernestina el cromosoma “Y”, que daría el perfil o los perfiles genéticos masculinos de sus perpetradores, siempre y cuando la Secretaría de la Defensa hubiera colaborado en ello. Los militares no están sujetos a las leyes civiles, tienen el privilegio del fuero militar, por tanto se convierten en una casta de ciudadanos de primera clase por encima al resto de los mexicanos.
No es el único elemento que demuestra la agresión masculina contra la anciana indígena. A diferencia del expediente censurado de la Procuraduría General de Veracruz. En la investigación ministerial 140/07/AE, concretamente en el punto 36, se detalla que en el cadáver de Ernestina Ascensio Rosario se encontraron muestras de líquido seminal que resultaron positivas a fosfatasa ácida y proteína P30, un elemento presente únicamente en la próstata y no en la vagina, como algunos periodistas gobiernistas se atrevieron a afirmar en aquel entonces.
Más aún, las pruebas del doctor Gutiérrez Vásquez fueron contundentes y objetivas porque ordenó filmar toda la neurocirugía y tomar cuidadosamente fotografías de la vagina y el ano de Ernestina Asensio; por eso, confirmó luego del crimen, las laceraciones vaginales encontradas en el cuerpo de Ernestina Asencio e incluso los cuatro desgarros anales, lo cual demuestra que a la anciana se le introdujo un objeto “duro y romo” que puede ser un pene, u otro elemento.
En un acto inmoral, las autoridades gubernamentales de Veracruz no solo persiguieron al doctor Gutiérrez Vásquez, sino al médico forense de la primera necrocirugía, el doctor Juan Pablo Mendizábal Pérez. Ambos fueron perseguidos y encausados por haber hecho simplemente su trabajo y negarse a cambiar los hechos contundentes que encontraron en el cuerpo de la anciana indígena de Zongolica.
El doctor Mendizábal Pérez cuenta con una secuencia de 51 fotografías de todo el cuerpo de Ernestina Ascencio desde el principio de su necocirugía hasta la revisión de cada una de las cavidades vaginales y anales.
Con más de 20 años de experiencia y una carrera brillante en la medicina forense, el doctor siguió los procedimientos protocolarios y ginecológicos que permitieron tomar las muestras del líquido seminal “en abundancia” hallado en el cuerpo de la anciana indígena, encontrar las lesiones en glándula mamaria derecha cuadrante externo, en brazos, excoriaciones dermoepidemicas en ambas rodillas, eritrosis y eritemas en región púbica con desgarros recientes y salida de liquido hematico abundante por recto con cuatro desgarros.
Las supuestas contradicciones entre las dos necropsias que la Comisión Nacional de Derechos Humanos pretendió exponer son inexistentes, según señala el médico forense Ignacio Gutiérrez Vásquez, responsable de la segunda neurocirugía.
El doctor asegura que en un cuerpo en estado de putrefacción como el que analizó de Ernestina, una semana después de su muerte, las muestras de la violencia normalmente cambian. A la fractura craneoencefálica descrita en la primera necroscopia, se le llama en la segunda “equimosis por contusión”.
Además de las pruebas documentales, fotográficas y en video, la versión de la violación de Ernestina Asenscio a manos de militares fue sostenida por la propia anciana antes de morir, por el testimonio de 17 personas y por las declaraciones públicas de sus hijos.
A dos años de distancia, podemos apreciar como el crimen de Ernestina Asencio Rosario se ha convertido en un asunto de Estado. La lamentable actuación oficialista de José Luis Soberanes en este caso forma parte de la historia de la ignominia de México.
El fantasma de Doña Ernestina ---mujer indígena, pobre y analfabeta, elementos discriminatorios en México--- perseguirá al doctor Soberanes, quien negó su homicidio presuntamente a cambio de la promesa de un mejor puesto en la maltrecha Suprema Corte de Justicia. Promesa que nunca llegó.
Mientras tanto, Felipe Calderón pasará a la historia como el presidente que defendió el honor de sus soldados en base a un disparatado diagnostico médico: gastritis crónica… ¡Por decreto presidencial!
“¡Pinome Xoxoke Nopan Omotlatlamotlake! Soldados vestidos de verde se me echaron encima”.
¿Recuerda a la anciana indígena violada tumultuariamente en la Sierra de Zongolica de Veracruz? En el segundo aniversario del crimen de Ernestina Ascensio Rosario, de 72 años, el esclarecimiento de ese hecho sigue siendo una asignatura pendiente de la Secretaría de la Defensa y el gobierno de Felipe Calderón.
Sin embargo, la información se abre camino a pesar de la omertá. Hace unos meses recibí el voluminoso expediente oficial de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz sobre el llamado “Caso Zongolica”. Se trata de decenas de páginas tachadas con marcador negro. Las autoridades estatales fundamentan su decisión de censura en el artículo “17.1 y II de la L.T.A.I.P.E.”.
En el expediente están eliminados párrafos sustanciales de lo que realmente le sucedió a Doña Ernestina. También fueron borrados los nombres de todos los funcionarios, médicos, peritos, psicólogos y demás personal que atendió a la anciana indígena en vida y después de muerta. Además el expediente entregado es la “versión pública” según señala en la primera página.
¿Qué pretenden las autoridades judiciales y el gobierno de Fidel Herrera en Veracruz? Evidentemente seguir ocultando las verdaderas razones de la muerte de Doña Ernestina y por supuesto, dar carpetazo total a un asunto que indebidamente desapareció de la mayoría de los medios de comunicación y que el Gobierno federal pretendió cerrar falsamente sacrificando la certidumbre sobre las causas y los responsables, frente a los mexicanos.
Pero echemos un vistazo al expediente mal tachoneado, porque dejan partes reveladoras sin censurar. Aquel 25 de febrero de 2007 como a las cuatro y media de la tarde Ernestina era localizada gravemente herida al lado del Destacamento militar de Tetlatzinga en el municipio de Soledad Atzompa.
Martha Inés cuenta en el número 27 del documento: “la empezaron a subir a la camioneta y llegando a la loma la acostaron y la sentaron para darle un poco de agua, porque con señas les decía que quería tomar agua, que como se compuso un poquito porque habló, Francisco le preguntó qué era lo que había pasado, y ella le contestó que los soldados la habían amarrado y la habían golpeado”…. lo que sigue esta tachado con marcador negro.
En el número 32 otra persona cuyo nombre es borrado señala: “que la subieron a la camioneta y una vez que ya le habían dado agua y de ahí ella les dijo cuatro palabras y les manifestó: que fueron los soldados, que se le aventaron encima, que traían clavos y la estaban ahogando, tapándole la boca, que después de que subieron a su mamá a la camioneta se fueron a Acultzinapa, a buscar a una enfermera que se llama…” (las siguientes líneas están tachoneadas.
El expediente incluye algunos pequeños detalles de las supuestas investigaciones realizadas en la averiguación previa 26/ZN04/2007 por la Secretaría de la Defensa a sus soldados realizada por el Ministerio Público de Justicia Militar cuyo nombre se omite en base a la investigación ministerial 140/07/AE.
Se trataba del Comando de Operaciones “García”, integrado por 89 personas quienes en su totalidad fueron supuestamente investigadas. La Sedena no encontró responsabilidad alguna en su personal a quienes incluso les tomaron muestras de semen.
En el número 45 del expediente judicial se señala que la trabajadora social del Hospital Civil de Río Blanco, Veracruz, cuyo nombre se omite dijo: “que como a las diez cuarenta y cinco de la noche u once, se encontraba en su oficina…cuando le informaron que traían a una mujer que había sido violada por los soldados, que esto se lo dijo una persona del sexo masculino, tipo campesino…que la llevaron al consultorio de ginecología que preguntó que le había pasado a la paciente, que le comentó que un grupo de personas indígenas le dije que al parecer había sido violada por un grupo de soldados y que ya había recibido la primera atención médica en una clínica particular de Ciudad Mendoza, que ya venía canalizada porque le pusieron suero…”.
Es interesante ver el diagnóstico de la perito en genética forense de la Dirección General de Servicios Periciales de Veracruz que analizó la ropa que Ernestina usaba aquel fatídico 25 de febrero del 2007: “en este caso particular este perfil mezcla se observa la contribución material biológico del sexo masculino…Nota: perfil mezcla, se entiende como la combinación de fluidos corporales de más de un individuo. Se sugiere se realice estudio genético de cromosoma Y”.
Fue el médico forense Ignacio Gutiérrez Vásquez, autor de la segunda necrocirugía practicada a la anciana de la Sierra de Zongolica, quien en entrevista me dijo que había hecho un nuevo descubrimiento: encontró el cromosoma Y en las ropas de Ernestina Ascensio, un elemento, según dijo, que confirmaba la agresión masculina contra la indígena náhuatl.
El doctor Gutiérrez Vásquez encontró en la blusa de Ernestina el cromosoma “Y”, que daría el perfil o los perfiles genéticos masculinos de sus perpetradores, siempre y cuando la Secretaría de la Defensa hubiera colaborado en ello. Los militares no están sujetos a las leyes civiles, tienen el privilegio del fuero militar, por tanto se convierten en una casta de ciudadanos de primera clase por encima al resto de los mexicanos.
No es el único elemento que demuestra la agresión masculina contra la anciana indígena. A diferencia del expediente censurado de la Procuraduría General de Veracruz. En la investigación ministerial 140/07/AE, concretamente en el punto 36, se detalla que en el cadáver de Ernestina Ascensio Rosario se encontraron muestras de líquido seminal que resultaron positivas a fosfatasa ácida y proteína P30, un elemento presente únicamente en la próstata y no en la vagina, como algunos periodistas gobiernistas se atrevieron a afirmar en aquel entonces.
Más aún, las pruebas del doctor Gutiérrez Vásquez fueron contundentes y objetivas porque ordenó filmar toda la neurocirugía y tomar cuidadosamente fotografías de la vagina y el ano de Ernestina Asensio; por eso, confirmó luego del crimen, las laceraciones vaginales encontradas en el cuerpo de Ernestina Asencio e incluso los cuatro desgarros anales, lo cual demuestra que a la anciana se le introdujo un objeto “duro y romo” que puede ser un pene, u otro elemento.
En un acto inmoral, las autoridades gubernamentales de Veracruz no solo persiguieron al doctor Gutiérrez Vásquez, sino al médico forense de la primera necrocirugía, el doctor Juan Pablo Mendizábal Pérez. Ambos fueron perseguidos y encausados por haber hecho simplemente su trabajo y negarse a cambiar los hechos contundentes que encontraron en el cuerpo de la anciana indígena de Zongolica.
El doctor Mendizábal Pérez cuenta con una secuencia de 51 fotografías de todo el cuerpo de Ernestina Ascencio desde el principio de su necocirugía hasta la revisión de cada una de las cavidades vaginales y anales.
Con más de 20 años de experiencia y una carrera brillante en la medicina forense, el doctor siguió los procedimientos protocolarios y ginecológicos que permitieron tomar las muestras del líquido seminal “en abundancia” hallado en el cuerpo de la anciana indígena, encontrar las lesiones en glándula mamaria derecha cuadrante externo, en brazos, excoriaciones dermoepidemicas en ambas rodillas, eritrosis y eritemas en región púbica con desgarros recientes y salida de liquido hematico abundante por recto con cuatro desgarros.
Las supuestas contradicciones entre las dos necropsias que la Comisión Nacional de Derechos Humanos pretendió exponer son inexistentes, según señala el médico forense Ignacio Gutiérrez Vásquez, responsable de la segunda neurocirugía.
El doctor asegura que en un cuerpo en estado de putrefacción como el que analizó de Ernestina, una semana después de su muerte, las muestras de la violencia normalmente cambian. A la fractura craneoencefálica descrita en la primera necroscopia, se le llama en la segunda “equimosis por contusión”.
Además de las pruebas documentales, fotográficas y en video, la versión de la violación de Ernestina Asenscio a manos de militares fue sostenida por la propia anciana antes de morir, por el testimonio de 17 personas y por las declaraciones públicas de sus hijos.
A dos años de distancia, podemos apreciar como el crimen de Ernestina Asencio Rosario se ha convertido en un asunto de Estado. La lamentable actuación oficialista de José Luis Soberanes en este caso forma parte de la historia de la ignominia de México.
El fantasma de Doña Ernestina ---mujer indígena, pobre y analfabeta, elementos discriminatorios en México--- perseguirá al doctor Soberanes, quien negó su homicidio presuntamente a cambio de la promesa de un mejor puesto en la maltrecha Suprema Corte de Justicia. Promesa que nunca llegó.
Mientras tanto, Felipe Calderón pasará a la historia como el presidente que defendió el honor de sus soldados en base a un disparatado diagnostico médico: gastritis crónica… ¡Por decreto presidencial!
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