El tiro de gracia al ife

Marcela Gómez Zalce

• Rumbo al colapso rápido del Estado fallido
• ¡¿Al diablo con las instituciones?!


Las disputas no durarían mucho, mi estimado, si el error estuviera de un solo lado. La feria del deporte favorito sexenal (besides the booze, of course) de la incontinencia verbal fluye relajada con simpáticas aclaraciones que rayan en lo políticamente (in)correcto, en donde el gobernador de Nuevo León, González Parás, sí se aventó una de campeonato al aclarar que las protestas en la calle por la presencia de nuestras fuerzas armadas —que gracias a su uso, y abuso, llevan un muy delicado desgaste que, tarde o temprano, llevará a la institución al banquillo de los acusados— son de personas pagadas por los revoltosos del Cártel del Golfo y sus Zetas.

La muy puntual aclaración, my friend, debe tener una dosis de (complicidad) verdad, porque si algo sabe el mandatario regiomontano es precisamente cómo se mueve el pandero de ese peligroso abecedario de la organizada delincuencia que, cosas del surrealismo mexicano, prepara el timing de cómo armar narcoprotestas en… cuatro estados del país mientras la cifra de muertos es alarmante, basta y sobra lo sucedido en Reynosa, Tamaulipas.

Y así, sin ser catastrofistas (ni Dios lo mande), el crimen marca agenda, presiona y evidencia el volátil caminito del colapso rápido del Estado fallido, mientras por el otro lado los poderes fácticos doblegan, presionan y evidencian que los jinetes de la tormenta están desesperados ante la emocionante adversidad que hace escala en la arena electoral, en donde las televisoras con su divertido juego deportivo de la espotiza del Tío Lolo, lograron lo advertido en este irreverente espacio: el turbio arreglón en el Senado de Manlio Fabio Beltrones para que, sin transparencia y al mero estilo de las épocas doradas priistas... entrara en fast track la minuta del día donde aparecía el estupendo tema de las reformas a la Ley de Radio y Televisión, y al diablo con las instituciones.

Porque en este culebrón, la primera debilitada que se fue al nabo sin escalas fue el bodrio de reforma electoral desarrollada por el mismísimo Felipe (& his dumb squad), y que con esta sugestiva componenda para dizque regular la espotiza electoral vulnera y anula justamente a la institución que dicen defender tirios y troyanos con banderas de grotescas declaraciones. Su nombre: el ife (con minúsculas).

Sí, amable lector, el árbitro al que ayer le dieron el primer tiro y que espera en el paredón de San Lázaro, el otro, el de gracia.

Porque no tiene credibilidad, autoridad, soberanía y jurisdicción en el ya polémico proceso de julio próximo donde lo que brilla es… la ilegalidad. Donde el palo y la zanahoria (concesionaria) electoral regresan con más fuerza a la romántica SCT. Donde lo axiomático es que el duopolio televisivo va a pautar con (su) discrecionalidad. Y el PAN seguirá promoviendo con desparpajo los logros del (des)gobierno. Luego entonces la espotiza estará fuera del control del (inexistente) monitoreo, las elecciones terminarán en tribunales, y como cerecita (anótelo usted) las sátrapas de Los Pinos van a salir con su lindura.

¡¿Otra?!

Sí (so don´t u get lunatic). Una campaña espotera infernal con el pretexto y justificación de la crisis para promover las pendejadas federales que será recibida con (simulada o, mejor aún, helada) sonrisa de los poderes fácticos como parte del juego de agradecerle a Felipe los ¿favores? recibidos por la Operación fast track, sabiendo de antemano que lo doblaron, que lo empinaron y balconearon su fragilidad y todo… para que aprenda a respetar.

Porque en esta rebelión de las élites nadie teme al (des)gobierno de Felipe Calderón quien logra, eso sí, desesperadamente enternecer a sus otrora aliados que vociferan cual Lorenzo, que hay que ayudar al pobre Presidente porque si no le va a ir muy mal. Léase como que el sentimiento que desencadena el inquilino de Los Pinos ante el absoluto desmadre institucional es de… lástima. De pena ajena el achispado optimismo de cómo lleva al naufragio al barco de gran calado donde después de la tempestad vendrá la calma (para saber si todavía tenemos pulso y oxígeno) y ni hablar del agravante del diagnóstico empresarial de que ni modo, con esos bueyes (azules) hay que arar.

No, my friend, lo mejor para Felipe es lo peor que se le va a seguir poniendo… sencillamente porque ya le tomaron la medida.

Next!

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