Alberto Guerrero Flores
Don Rosendo Rojas Coria, “padre del cooperativismo mexicano”, destacó en su obra: Tratado de Cooperativismo Mexicano, del Fondo de Cultura Económica, que en el país y otros de América Latina se encontraron rasgos del método cooperativo desde la época prehispánica, antes de la primer invasión española llamada “conquista”, el trabajo colectivo lo practicaban aztecas e incas y otras naciones nativas a través del tequio y los ayllús, es decir, que no fue un “descubrimiento del hombre blanco”, es un método de trabajo y organización empleado desde la llamada comunidad primitiva. Los mexicanos y peruanos siguen impulsando el mismo sistema de trabajo comunitario en sus respectivos países, y en el continente, además del tequio, se continua trabajando colectivamente en faenas y jornadas, sobre todo en las antiguas comunidades, pueblos, barrios y colonias populares, se trabaja en común para el embellecimiento del templo, la construcción de caminos, arreglo de las escuelas, celebrar al “santo patrón”, apoyar las “mayordomías”, etc.
La virtud de los trabajadores ingleses de Rochdale, por así decirlo, es que “patentizaron jurídicamente con sus leyes el modelo cooperativo y lo proyectaron a nivel mundial”.
Y bien; de los cuarenta que iniciaron con la experiencia cooperativa en Inglaterra, finalmente “jalaron” sólo veintiocho, número suficiente para formar una especie de Consejo de Administración que sirviera como órgano ejecutivo de la primer “empresa social cooperativa de consumidores”, el nombre de empresa es por lo de “emprendedores”. Se formaron distintas comisiones y se estableció que los pagos fueran de riguroso contado, precios módicos, no especulativos que enriquecieran a los “seudolíderes” o supuestos “inversionistas”, sino que las utilidades, si las hubiera, serían distribuidas equitativamente en forma de “retorno”, él socio que más comprara en la cooperativa tendría mejor “retorno”.
En pocos años los “Pioneros de Rochdale” crecieron como proyecto colectivo, autogestivo, cooperativo, contrataron maestros para la educación de los hijos de los cooperativistas, pagando a los profesores con las utilidades no lucrativas que generaban, construyeron viviendas, escuelas, bibliotecas, impulsaron programas de alfabetización para adultos. No olvidando su origen de clase como trabajadores, sistematizaron sus experiencias y las de otras cooperativas, lo que los llevó a acordar que sus prioridades, valores y principios serían, entre otros: decisiones colectivas y democráticamente aceptadas en asambleas generales y comisiones. Cada socio un voto, equidad de género, compartir y socializar con otros proyectos sus experiencias, la ayuda mutua, el trabajo colectivo, el consumo solidario, el ahorro, la educación, la salud, la cultura y el deporte, fueron sus prácticas.
A inicios del siglo veintiuno, el sistema capitalista responsable de la crisis mundial que está causando hambre, miseria, desempleo, devaluaciones, muertes de enfermedades curables y represión en contra de los pueblos de la tierra, junto con sus políticos y partidos marrulleros, los patrones explotadores y financieros serviles, en combinación con los medios de comunicación y manipulación buscarán “reflotar” el capitalismo para tratar de seguir engañando, explotando los territorios y ‘chupando' la sangre a los trabajadores y sus familias.
Ante ello, el método del cooperativismo se propone como una alternativa de lucha social, transitoria, de organización, empleo productivo, consumo responsable y solidario; y sobrevivencia digna y decorosa, para continuar impulsando el cambio profundo y de raíz que requiere la humanidad.
El modelo cooperativo tiene una larga y fructífera historia de esfuerzos comunes, teórica y práctica en todo el mundo, proporciona empleo a más de novecientos millones de hombres y mujeres en los distintos continentes; conocerlo y practicarlo lleva tiempo y sobre todo acciones.
Don Rosendo Rojas Coria, “padre del cooperativismo mexicano”, destacó en su obra: Tratado de Cooperativismo Mexicano, del Fondo de Cultura Económica, que en el país y otros de América Latina se encontraron rasgos del método cooperativo desde la época prehispánica, antes de la primer invasión española llamada “conquista”, el trabajo colectivo lo practicaban aztecas e incas y otras naciones nativas a través del tequio y los ayllús, es decir, que no fue un “descubrimiento del hombre blanco”, es un método de trabajo y organización empleado desde la llamada comunidad primitiva. Los mexicanos y peruanos siguen impulsando el mismo sistema de trabajo comunitario en sus respectivos países, y en el continente, además del tequio, se continua trabajando colectivamente en faenas y jornadas, sobre todo en las antiguas comunidades, pueblos, barrios y colonias populares, se trabaja en común para el embellecimiento del templo, la construcción de caminos, arreglo de las escuelas, celebrar al “santo patrón”, apoyar las “mayordomías”, etc.
La virtud de los trabajadores ingleses de Rochdale, por así decirlo, es que “patentizaron jurídicamente con sus leyes el modelo cooperativo y lo proyectaron a nivel mundial”.
Y bien; de los cuarenta que iniciaron con la experiencia cooperativa en Inglaterra, finalmente “jalaron” sólo veintiocho, número suficiente para formar una especie de Consejo de Administración que sirviera como órgano ejecutivo de la primer “empresa social cooperativa de consumidores”, el nombre de empresa es por lo de “emprendedores”. Se formaron distintas comisiones y se estableció que los pagos fueran de riguroso contado, precios módicos, no especulativos que enriquecieran a los “seudolíderes” o supuestos “inversionistas”, sino que las utilidades, si las hubiera, serían distribuidas equitativamente en forma de “retorno”, él socio que más comprara en la cooperativa tendría mejor “retorno”.
En pocos años los “Pioneros de Rochdale” crecieron como proyecto colectivo, autogestivo, cooperativo, contrataron maestros para la educación de los hijos de los cooperativistas, pagando a los profesores con las utilidades no lucrativas que generaban, construyeron viviendas, escuelas, bibliotecas, impulsaron programas de alfabetización para adultos. No olvidando su origen de clase como trabajadores, sistematizaron sus experiencias y las de otras cooperativas, lo que los llevó a acordar que sus prioridades, valores y principios serían, entre otros: decisiones colectivas y democráticamente aceptadas en asambleas generales y comisiones. Cada socio un voto, equidad de género, compartir y socializar con otros proyectos sus experiencias, la ayuda mutua, el trabajo colectivo, el consumo solidario, el ahorro, la educación, la salud, la cultura y el deporte, fueron sus prácticas.
A inicios del siglo veintiuno, el sistema capitalista responsable de la crisis mundial que está causando hambre, miseria, desempleo, devaluaciones, muertes de enfermedades curables y represión en contra de los pueblos de la tierra, junto con sus políticos y partidos marrulleros, los patrones explotadores y financieros serviles, en combinación con los medios de comunicación y manipulación buscarán “reflotar” el capitalismo para tratar de seguir engañando, explotando los territorios y ‘chupando' la sangre a los trabajadores y sus familias.
Ante ello, el método del cooperativismo se propone como una alternativa de lucha social, transitoria, de organización, empleo productivo, consumo responsable y solidario; y sobrevivencia digna y decorosa, para continuar impulsando el cambio profundo y de raíz que requiere la humanidad.
El modelo cooperativo tiene una larga y fructífera historia de esfuerzos comunes, teórica y práctica en todo el mundo, proporciona empleo a más de novecientos millones de hombres y mujeres en los distintos continentes; conocerlo y practicarlo lleva tiempo y sobre todo acciones.
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