Índice Político / Francisco Rodríguez
EL PAÍS VA precipitadamente en retroceso. No nada más en lo económico, terreno en el que los más optimistas predicen decrecimientos importantes, también en lo social y en lo político se observan ya regresiones que colocan a México en la medianía del Siglo XIX y no en el umbral del XXI, cual en realidad estamos.
Económicamente empieza a irnos "como en feria", no sólo por el clima internacional adverso, sino principalmente por la limitada acción de la Administración del señor Felipe Calderón, quien no hace más de 15 días dio a conocer un programita que, de acuerdo a los expertos, no es sino "una fachada con objetivos de carácter político en un año electoral", nada extrañamente aplaudida por el PRD de los "chuchos" de Nueva Izquierda:
"Ninguna de las 25 acciones que comprende el catálogo del Acuerdo Nacional anunciado ofrece alternativas reales para recuperar el crecimiento económico y, por esa vía, sortear el desafío histórico que ya plantea el desempleo. Las acciones anunciadas son vías de acceso, no tareas sustantivas. No modifican la política fiscal restrictiva ni amplían el horizonte de la política monetaria que se mantiene reducida al control inflacionario", señala el número 412 del Análisis Político que publica Strategos, firma de reputados consultores.
Ello, lo más seguro, nos retrotraerá a las épocas medievales del trueque, ante la virtual desaparición de las prácticas económicas modernas.
Políticamente también hemos sido regresados a las oscuridades de la Edad Media. El señor Felipe Calderón, cual virrey católico de sus majestades hispanas, recién ha colocado a los pies de la soberanía vaticana la investidura que algunos le reconocen. Con su asistencia a un evento de corte religioso se ha pasado a las Leyes de Reforma por el arco del triunfo. Lo peor es que, con su maniqueo discurso en torno a las bondades de las familias tradicionales y su condena a centenares de miles de mexicanos que no encuadran en el modelo de la Iglesia Romana, ha agraviado a una considerable porción del conjunto social.
El retroceso en este último plano es evidente. Con el entorno saltando hacia atrás de la Historia, se dan casi en automático posiciones reaccionarias como las que en la capital de Guanajuato pretendió implantar el alcalde de esa comuna: prohibición de besos "olímpicos" y de vocablos que, cual comodines, emplean los jóvenes. El caso de "wey", por la pereza mental de llamar a las personas por su nombre.
El retroceso no es sólo interno. En el plano mundial hemos sido colocados al final de cuanta lista elaboran los organismos multinacionales. La ONU nos coloca en los últimos lugares de recuperación económica. La OCDE al final de la cola en materia de empleo.
A estas alturas sólo poseemos un primer lugar. Y hasta eso, ni en ello estamos solos. Lo tenemos que compartir con Pakistán: somos, para las Fuerzas Armadas estadounidenses, "foco rojo" del planeta, en vías de ser escenario de una conflagración armada, no sólo por la presencia desatada del crimen organizado en todos los ámbitos –hay plazas en las que ya ha desbancado la presencia de la autoridad gubernamental--, sobremanera por el rencor social y la inconformidad que se presenta por doquier.
México. Saltapatrás.
EL PAÍS VA precipitadamente en retroceso. No nada más en lo económico, terreno en el que los más optimistas predicen decrecimientos importantes, también en lo social y en lo político se observan ya regresiones que colocan a México en la medianía del Siglo XIX y no en el umbral del XXI, cual en realidad estamos.
Económicamente empieza a irnos "como en feria", no sólo por el clima internacional adverso, sino principalmente por la limitada acción de la Administración del señor Felipe Calderón, quien no hace más de 15 días dio a conocer un programita que, de acuerdo a los expertos, no es sino "una fachada con objetivos de carácter político en un año electoral", nada extrañamente aplaudida por el PRD de los "chuchos" de Nueva Izquierda:
"Ninguna de las 25 acciones que comprende el catálogo del Acuerdo Nacional anunciado ofrece alternativas reales para recuperar el crecimiento económico y, por esa vía, sortear el desafío histórico que ya plantea el desempleo. Las acciones anunciadas son vías de acceso, no tareas sustantivas. No modifican la política fiscal restrictiva ni amplían el horizonte de la política monetaria que se mantiene reducida al control inflacionario", señala el número 412 del Análisis Político que publica Strategos, firma de reputados consultores.
Ello, lo más seguro, nos retrotraerá a las épocas medievales del trueque, ante la virtual desaparición de las prácticas económicas modernas.
Políticamente también hemos sido regresados a las oscuridades de la Edad Media. El señor Felipe Calderón, cual virrey católico de sus majestades hispanas, recién ha colocado a los pies de la soberanía vaticana la investidura que algunos le reconocen. Con su asistencia a un evento de corte religioso se ha pasado a las Leyes de Reforma por el arco del triunfo. Lo peor es que, con su maniqueo discurso en torno a las bondades de las familias tradicionales y su condena a centenares de miles de mexicanos que no encuadran en el modelo de la Iglesia Romana, ha agraviado a una considerable porción del conjunto social.
El retroceso en este último plano es evidente. Con el entorno saltando hacia atrás de la Historia, se dan casi en automático posiciones reaccionarias como las que en la capital de Guanajuato pretendió implantar el alcalde de esa comuna: prohibición de besos "olímpicos" y de vocablos que, cual comodines, emplean los jóvenes. El caso de "wey", por la pereza mental de llamar a las personas por su nombre.
El retroceso no es sólo interno. En el plano mundial hemos sido colocados al final de cuanta lista elaboran los organismos multinacionales. La ONU nos coloca en los últimos lugares de recuperación económica. La OCDE al final de la cola en materia de empleo.
A estas alturas sólo poseemos un primer lugar. Y hasta eso, ni en ello estamos solos. Lo tenemos que compartir con Pakistán: somos, para las Fuerzas Armadas estadounidenses, "foco rojo" del planeta, en vías de ser escenario de una conflagración armada, no sólo por la presencia desatada del crimen organizado en todos los ámbitos –hay plazas en las que ya ha desbancado la presencia de la autoridad gubernamental--, sobremanera por el rencor social y la inconformidad que se presenta por doquier.
México. Saltapatrás.
Comentarios