Jenaro Villamil / Apro
Los índices de audiencia se dispararon en todas las televisoras del mundo, sitios online, radiodifusoras, agencias informativas, en una ceremonia que superó los funerales de la princesa Diana o el final de las Olimpiadas de Beijing -los dos grandes récord en el rating mundial-- mientras los indicadores de las principales bolsas del mundo se fueron a la baja: el Down Jones perdió 4.01%; el Nasdaq, 5.78; la Bolsa Mexicana de Valores, 5.79; y la bolsa de París, 2%, entre otras.
Esos fueron los dos grandes contrastes en torno al ascenso de Barak Obama, el primer afroestadunidense en llegar a la Casa Blanca y, en muchos sentidos, el primer mandatario de Estados Unidos que despierta un interés global inusitado, en vivo y en directo -desde Kenia hasta Afganistán--, y un auténtico fenómeno multimediático.
Las redes sociales de internet, como Facebook, se dispararon en número de accesos y hasta la cadena televisiva árabe Al Jazeera registró una audiencia de 3 millones 700 mil personas pendientes del mensaje del sucesor de Bush, el enemigo declarado del mundo islámico.
La caída de las bolsas fue interpretada como la reacción ante la ausencia de anuncios concretos en materia económica durante la toma de posesión de Obama. Quizá esperaban un multimillonario rescate a Citibank o un espaldarazo a los bancos de inversión y a las industrias más especulativas.
El contraste entre el genuino interés despertado en las audiencias globales y las elites financieras, refleja la aguda polarización que vivirá el mundo, a partir del ascenso a la presidencia más poderosa del planeta del hombre menos vinculado con los grandes consorcios multinacionales. Lo que será bueno para millones de desempleados -más de 11 millones en territorio estadunidense--, no necesariamente es lo que esperan quienes vieron derrumbarse los grandes bancos de inversión de Wall Street, como si se tratara del final de otra "guerra fría".
El discurso de Obama no estuvo exento de claros reproches a ese mundo financiero, en especial a los dogmas monetaristas que provocaron la caída recesiva. Aquí algunos ejemplos:
--Nuestra economía está gravemente afectada, como consecuencia de la avaricia e irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestro fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles y en preparar a la nación para una nueva era.
--No se trata de preguntarse si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y extender la libertad es incomparable, pero esta crisis nos ha recordado que, sin una atenta vigilancia, el mercado puede descontrolarse, y que una nación no puede ser próspera cuando sólo favorece a los más ricos.
En el mismo mensaje, consciente de que sus palabras serían escuchadas en todo el mundo, Obama también se transformó en un fenómeno multinacional. Él mismo es un ciudadano anclado en tres tradiciones: la africana, la indonesia y la estadunidense. Su palabra tuvo un especial énfasis hacia el mundo musulmán, aquel que George W.
Bush consideró como escenario del nuevo "eje del mal" y contra el cual encabezó dos guerras de invasión que provocaron la bancarrota actual: Un trillón de dólares de déficit y más de 3 billones de dólares gastados en Irak y Afganistán, para beneficio sólo de la industria petrolera y armamentista vinculadas a Bush, Dick Cheney y otros grandes halcones.
"Comenzaremos a dejar responsablemente Irak a su pueblo, y a forjar una paz duradera en Afganistán", advirtió Obama. Y construyó ese mensaje: "Con el mundo musulmán, buscaremos un nuevo enfoque para avanzar, basado en el interés y el respeto mutuos". La frase que pudo sonar demagógica hace 10 años, ahora tuvo un peso enorme en el contexto del final de la era Bush y de la soberbia criminal del ejército israelí contra los palestinos de Gaza.
La reacción en los sitios de internet tomó nota de estos dos ejes del mensaje. La alegría por el compromiso de desmilitarizar a Estados Unidos estuvo presente en casi todos los mensajes de Youtobe, Facebook y la nueva página de la Casa Blanca: www.whitehouse.gov. La habilidad de Macon Phillips, el nuevo director de medios de comunicación del gobierno de Obama, le ha generado a su jefe el mote de primer presiente on line.
De hecho, la revolución mediática que encabeza Obama tiene como principal puntual la transformación de las "redes sociales" o Web2.0 en instrumentos de comunicación política y retroalimentación. Ese éxito en el entorno de las nuevas generaciones -desde América Latina hasta el sudeste asiático-- lo ha disparado como un referente en el ciberespacio.
En paralelo, los medios de referencia más importantes de Estados Unidos destacaron en sus principales encabezados la palabra "responsabilidad", pronunciada por Obama en su discurso.
"Nueva era de responsabilidad", coincidieron en destacar The New York Times, Washington Post, Chicago Tribune y hasta el inglés Financial Times. Los principales periódicos europeos, The Times, The Guardian, Le Figaro, La Republica, El País, La Vanguardia destacaron el llamado a la colaboración, la distensión y también la exhortación a vencer el miedo.
"Hemos elegido la esperanza sobre el miedo. En este día venimos a exigir un fin a los dolores, las falsas promesas y las recriminaciones que nos han debilitado", reprodujeron casi todos los medios en sus páginas en internet.
En México, las expectativas son elevadas y se reflejaron también en el interés por la cobertura ininterrumpida de las principales cadenas televisivas y noticiarios radiofónicos. El periódico Reforma, en su encuesta telefónica a 605 adultos reflejó que 73% percibe que a Obama le irá "Muy bien/bien"; 17%, "regular"; y sólo 1%, opinó que le irá "mal/muy mal".
Esta ola mediática generada por Obama puede desvanecerse como una reacción líquida, efímera, fugaz, pero sí es un hecho indiscutible que la nueva era mediática del 44 presidente de Estados Unidos transforma el mensaje del odio y el miedo por otro mensaje de cambio y esperanza que está anclado ya en el imaginario global.
Los índices de audiencia se dispararon en todas las televisoras del mundo, sitios online, radiodifusoras, agencias informativas, en una ceremonia que superó los funerales de la princesa Diana o el final de las Olimpiadas de Beijing -los dos grandes récord en el rating mundial-- mientras los indicadores de las principales bolsas del mundo se fueron a la baja: el Down Jones perdió 4.01%; el Nasdaq, 5.78; la Bolsa Mexicana de Valores, 5.79; y la bolsa de París, 2%, entre otras.
Esos fueron los dos grandes contrastes en torno al ascenso de Barak Obama, el primer afroestadunidense en llegar a la Casa Blanca y, en muchos sentidos, el primer mandatario de Estados Unidos que despierta un interés global inusitado, en vivo y en directo -desde Kenia hasta Afganistán--, y un auténtico fenómeno multimediático.
Las redes sociales de internet, como Facebook, se dispararon en número de accesos y hasta la cadena televisiva árabe Al Jazeera registró una audiencia de 3 millones 700 mil personas pendientes del mensaje del sucesor de Bush, el enemigo declarado del mundo islámico.
La caída de las bolsas fue interpretada como la reacción ante la ausencia de anuncios concretos en materia económica durante la toma de posesión de Obama. Quizá esperaban un multimillonario rescate a Citibank o un espaldarazo a los bancos de inversión y a las industrias más especulativas.
El contraste entre el genuino interés despertado en las audiencias globales y las elites financieras, refleja la aguda polarización que vivirá el mundo, a partir del ascenso a la presidencia más poderosa del planeta del hombre menos vinculado con los grandes consorcios multinacionales. Lo que será bueno para millones de desempleados -más de 11 millones en territorio estadunidense--, no necesariamente es lo que esperan quienes vieron derrumbarse los grandes bancos de inversión de Wall Street, como si se tratara del final de otra "guerra fría".
El discurso de Obama no estuvo exento de claros reproches a ese mundo financiero, en especial a los dogmas monetaristas que provocaron la caída recesiva. Aquí algunos ejemplos:
--Nuestra economía está gravemente afectada, como consecuencia de la avaricia e irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestro fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles y en preparar a la nación para una nueva era.
--No se trata de preguntarse si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y extender la libertad es incomparable, pero esta crisis nos ha recordado que, sin una atenta vigilancia, el mercado puede descontrolarse, y que una nación no puede ser próspera cuando sólo favorece a los más ricos.
En el mismo mensaje, consciente de que sus palabras serían escuchadas en todo el mundo, Obama también se transformó en un fenómeno multinacional. Él mismo es un ciudadano anclado en tres tradiciones: la africana, la indonesia y la estadunidense. Su palabra tuvo un especial énfasis hacia el mundo musulmán, aquel que George W.
Bush consideró como escenario del nuevo "eje del mal" y contra el cual encabezó dos guerras de invasión que provocaron la bancarrota actual: Un trillón de dólares de déficit y más de 3 billones de dólares gastados en Irak y Afganistán, para beneficio sólo de la industria petrolera y armamentista vinculadas a Bush, Dick Cheney y otros grandes halcones.
"Comenzaremos a dejar responsablemente Irak a su pueblo, y a forjar una paz duradera en Afganistán", advirtió Obama. Y construyó ese mensaje: "Con el mundo musulmán, buscaremos un nuevo enfoque para avanzar, basado en el interés y el respeto mutuos". La frase que pudo sonar demagógica hace 10 años, ahora tuvo un peso enorme en el contexto del final de la era Bush y de la soberbia criminal del ejército israelí contra los palestinos de Gaza.
La reacción en los sitios de internet tomó nota de estos dos ejes del mensaje. La alegría por el compromiso de desmilitarizar a Estados Unidos estuvo presente en casi todos los mensajes de Youtobe, Facebook y la nueva página de la Casa Blanca: www.whitehouse.gov. La habilidad de Macon Phillips, el nuevo director de medios de comunicación del gobierno de Obama, le ha generado a su jefe el mote de primer presiente on line.
De hecho, la revolución mediática que encabeza Obama tiene como principal puntual la transformación de las "redes sociales" o Web2.0 en instrumentos de comunicación política y retroalimentación. Ese éxito en el entorno de las nuevas generaciones -desde América Latina hasta el sudeste asiático-- lo ha disparado como un referente en el ciberespacio.
En paralelo, los medios de referencia más importantes de Estados Unidos destacaron en sus principales encabezados la palabra "responsabilidad", pronunciada por Obama en su discurso.
"Nueva era de responsabilidad", coincidieron en destacar The New York Times, Washington Post, Chicago Tribune y hasta el inglés Financial Times. Los principales periódicos europeos, The Times, The Guardian, Le Figaro, La Republica, El País, La Vanguardia destacaron el llamado a la colaboración, la distensión y también la exhortación a vencer el miedo.
"Hemos elegido la esperanza sobre el miedo. En este día venimos a exigir un fin a los dolores, las falsas promesas y las recriminaciones que nos han debilitado", reprodujeron casi todos los medios en sus páginas en internet.
En México, las expectativas son elevadas y se reflejaron también en el interés por la cobertura ininterrumpida de las principales cadenas televisivas y noticiarios radiofónicos. El periódico Reforma, en su encuesta telefónica a 605 adultos reflejó que 73% percibe que a Obama le irá "Muy bien/bien"; 17%, "regular"; y sólo 1%, opinó que le irá "mal/muy mal".
Esta ola mediática generada por Obama puede desvanecerse como una reacción líquida, efímera, fugaz, pero sí es un hecho indiscutible que la nueva era mediática del 44 presidente de Estados Unidos transforma el mensaje del odio y el miedo por otro mensaje de cambio y esperanza que está anclado ya en el imaginario global.
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