Obama: el nuevo trato

Ricardo Rocha

Demostró que el centro es también una postura. Y que con frecuencia requiere más valentía que los extremos

No es el mesías. Pero es más que un presidente. Es un hombre de Estado. Qué envidia.

Aun así, es probable que el primer mensaje haya desilusionado a muchos: a los de la izquierda más rabiosa que esperaban un panfleto revolucionario; igual a los ultraderechistas que demandaban un discurso conservador lejano a las promesas de campaña. En cambio, Barack Obama demostró que el centro es también una postura. Y que con frecuencia requiere más valentía que el estruendo de los extremos.

Por supuesto que nadie podría esperar un programa de gobierno. Era previsible un discurso “nada más conceptual” y acorde a la ceremonia de toma de posesión. Sin embargo, además de la riqueza en los conceptos, asoman líneas sustanciales de gobierno:

—“Nuestra nación está en guerra contra una vasta red de violencia y odio”. Me recuerda aquel artículo estremecedor de Susan Sontag, después del 11 de septiembre: “¿Por qué nos odian tanto?”.

—“…Nuestra economía está muy debilitada debido a la irresponsabilidad de algunos, pero también porque no tomamos decisiones firmes para preparar a nuestra nación a una nueva era”. Es decir, de la crisis, hay culpables. Falta ver qué piensa hacer con ellos.

—“…Debemos rehacer a Estados Unidos”. De esa dimensión es la crisis. Así de brutal el diagnóstico.

—“El estado de la economía demanda acciones audaces y vamos a actuar no sólo para crear nuevos empleos, sino para asentar los fundamentos del crecimiento”. ¿Ya de plano, la tan pospuesta revisión al modelo económico?

—“Construiremos las carreteras y los puentes… Aprovecharemos los recursos del sol y el viento para movilizar nuestras fábricas y autos”. Además de la reactivación, un mensaje inequívoco a los petroleros de Halliburton — “bushes” y “cheneys” incluidos— y una advertencia a los magnates de Ford, GM y Chrysler.

—“Lo que los cínicos no entienden es que el suelo se les ha movido, que los argumentos políticos desgastados que nos han confundido por tanto tiempo ya no se aplican. La pregunta que nos hacemos hoy no es si el gobierno es muy grande o muy pequeño, sino si acaso trabaja, si ayuda a las familias a encontrar empleos decentes”. Suelo o tapete da igual. Pero ya nada es lo mismo. A ver si aquí lo entienden.

—“Tampoco la pregunta es si el mercado es una fuerza para el bien o para el mal. Es un poder para generar riqueza y libertad. Pero la crisis nos debe recordar que si no hay un ojo vigilante el mercado puede salirse de control”. ¿Alguna otra pregunta sobre la polémica entre más Estado y menos mercado?

—“…Una nación no puede progresar sólo a favor de los más ricos”. Lo dicho, el combate a la pobreza no es un asunto de conmiseración sino de conveniencia económica y política. Y la concentración desproporcionada del ingreso un freno brutal al desarrollo.

—“…Comenzaremos de manera responsable dejando a Irak en manos de su pueblo y para consolidar la paz en Afganistán. Con viejos amigos y enemigos trabajaremos incansablemente para reducir la amenaza nuclear y el fantasma de un planeta en calentamiento… Con el mundo musulmán buscaremos una forma de avanzar basada en intereses y respeto mutuos”. Aquí la pregunta es: ¿de veras está dispuesto Barack Obama a evaluar la conveniencia de que su país deje de ser el viejo y abusivo policía del mundo?

—“Los valores de los que depende nuestro éxito son: honestidad, trabajo duro, coraje, justicia, tolerancia, curiosidad, lealtad y patriotismo”. En suma, un comienzo con principios.

Por ahora, no sé si por la derecha o por la izquierda, pero ya nos rebasó.

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