Luis Javier Garrido
La entrega del país a los intereses trasnacionales se está acelerando en el marco de la crisis del modelo neoliberal, pues ésta está siendo aprovechada a fin de liquidar la capacidad soberana de México para controlar sus recursos estratégicos y sus políticas.
1. El relevo en la Casa Blanca el próximo 20 de enero no parece que vaya a constituir un cambio mayor en lo que han sido las políticas de Washington hacia nuestro país en los ocho años de la administración de George W. Bush, que ha buscado someter por completo a México en función de los turbios intereses que representa, y las amenazas que se ciernen sobre México son cada vez mayores, en particular por la venalidad y falta de patriotismo no sólo del gobierno espurio y de sus integrantes sino de la “clase política” mexicana en su conjunto, como se ve de manera cada vez más insistente.
2. La iniciativa que el PRD anunció va a presentar en la Cámara de Diputados a fin de que se vote “un punto de acuerdo” para que el pleno exhorte al gobierno de facto de Felipe Calderón “a denunciar a los cárteles del narcotráfico como probables responsables de cometer actos de terrorismo en el país” y puedan ser por lo tanto “incluidos en la lista mundial de organizaciones terroristas”, según informó La Jornada el martes 6, y que fue presentada como una muestra de preocupación por la situación crítica por la que atraviesa el país, constituye en realidad un gravísimo acto de traición a México pues supone hacerle el juego al gobierno de Washington para que con esta declaración tenga vía libre para intervenir militarmente en nuestro país.
3. El diputado perredista Cuauhtémoc Sandoval (secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara) justificó –como si fuera poco– tamaño despropósito con los argumentos de los halcones del Pentágono, diciendo que ante la amenaza que representan los cárteles de México, tanto para el mundo (pues sostiene que operan en 47 países) como para la vida democrática de México (ya que afirma un 63 por ciento de los gobiernos municipales se hallan infiltrados por ellos), esta decisión permitiría uncir el marco jurídico nacional a los principios que están forjando los poderes trasnacionales, lo cual para cualquier observador indica que hay una connivencia entre los autores de esta bellaquería y los republicanos de Washington, que han encontrado en Calderón una dócil marioneta para sus propósitos, pero también en muchos grupos de la “clase política”.
4. El proyecto actual de la globalización neoliberal impuesta al mundo por Estados Unidos fundándose en las doctrinas neoliberales no ha cejado tras el inicio de la crisis financiera que ha revelado ser la punta del iceberg de la crisis estructural del modelo, y México sigue siendo unos de sus principales objetivos. Los intereses hegemónicos de las grandes corporaciones y del gobierno de Washington han hecho de nuestro país un objetivo central de sus acciones, tanto por haber sido el Estado mexicano el más vigoroso de América Latina, como por sus riquezas básicas y su situación estratégica, empresa que se les está facilitando por tener una de las burocracias gobernantes más corruptas del continente.
5. La “clase política” mexicana, vinculada a los designios de los jefes revolucionarios (1917-1940) y más tarde a los intereses empresariales nacionales (1946-1982), sufrió una profunda transformación en los años 80 durante el sexenio de De la Madrid, y ya en los años de Salinas los políticos mexicanos aparecieron uncidos a intereses inonfesables: no sólo a los grupos empresariales nacionales y a los propios cárteles del narco, sino también a tenebrosos intereses trasnacionales: como verdaderos infiltrados del exterior. La consulta sobre el petróleo de 2008 permitió entre otras cosas constatar cómo un puñado de políticos traidores al país, en abierta connivencia con las corporaciones extranjeras, buscan entregar la riqueza petrolera de México al exterior.
6. El gobierno republicano de Bush hizo aprobar por el Congreso la llamada USA Patriot Act, o Ley Patriótica, tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, y luego de que la promulgó el 26 de octubre de ese mismo año, ésta se tornó en el sustento de la política intervencionista de los republicanos, pues según ella Washington se arroga el derecho de intervenir en cualquier región del planeta o contra cualquier grupo social que estime como terrorista, y esto no puede ser ignorado por la cúpula perredista ni por el diputado Sandoval.
7. La estrategia de las agencias estadunidenses en México ha tenido por consiguiente dos etapas: la primera ha sido la de crear un escenario de terror en nuestro país con las acciones de violencia provocadora del gobierno calderonista, buscando generar un baño de sangre, amedrentar a la población y conducir a un mayor deterioro de las instituciones, y la segunda la de instaurar un nuevo marco jurídico trasnacional, en el cual la nueva legislación penal y procesal penal, las extradiciones y los jueces “sin rostro”, es decir, la cancelación de las garantías constitucionales básicas, están siendo un paso definitivo que ahora busca tener la cereza en el pastel: la declaración por ambos países de que los cárteles mexicanos son organizaciones terroristas.
8. Los últimos meses el país ha atestiguado un discurso delirante del propio Bush y de los funcionarios de su gobierno, magnificando el papel de los cárteles mexicanos (como si no hubiese cárteles en Estados Unidos ni en Colombia y el resto del mundo), afirmando una y otra vez que son un gravísimo peligro para Estados Unidos. El miércoles 7 tan sólo, Televisa difundía las declaraciones de Stephen Hadley, asesor de Seguridad Nacional de Bush, diciendo que “el narcotráfico amenaza la democracia en México”. La amenaza a la democracia para nuestro país no la constituyen pues Calderón y Fox, o la Gordillo, sino los cárteles.
9. Una declaración de Felipe Calderón, avalado por el Congreso mexicano, afirmando que decenas de miles de compatriotas –incluyendo a los campesinos pobres que se dedican al cultivo– son terroristas, como lo pretende la iniciativa del PRD, y atrás de un sector de este partido el gobierno de Washington, sería de inmediato respondida por otra similar de los congresistas estadunidenses y permitiría al futuro gobierno de Barack Obama, en nombre de la Patriot Act, intervenir militarmente de manera abierta en México: colombianizando el país.
10. La intentona es, sin embargo, una nueva engañifa, pues no hay una lucha contra el narcopoder. George W. Bush es miembro de una familia que ha hecho su fortuna en buena medida con el narcotráfico, y Felipe Calderón representa los intereses del salinismo, que son también los del narcopoder. Lo que hay atrás de estas declaraciones es otra cosa: es la entrega del control de México a Washington, y eso millones de mexicanos no lo van a permitir.
La entrega del país a los intereses trasnacionales se está acelerando en el marco de la crisis del modelo neoliberal, pues ésta está siendo aprovechada a fin de liquidar la capacidad soberana de México para controlar sus recursos estratégicos y sus políticas.
1. El relevo en la Casa Blanca el próximo 20 de enero no parece que vaya a constituir un cambio mayor en lo que han sido las políticas de Washington hacia nuestro país en los ocho años de la administración de George W. Bush, que ha buscado someter por completo a México en función de los turbios intereses que representa, y las amenazas que se ciernen sobre México son cada vez mayores, en particular por la venalidad y falta de patriotismo no sólo del gobierno espurio y de sus integrantes sino de la “clase política” mexicana en su conjunto, como se ve de manera cada vez más insistente.
2. La iniciativa que el PRD anunció va a presentar en la Cámara de Diputados a fin de que se vote “un punto de acuerdo” para que el pleno exhorte al gobierno de facto de Felipe Calderón “a denunciar a los cárteles del narcotráfico como probables responsables de cometer actos de terrorismo en el país” y puedan ser por lo tanto “incluidos en la lista mundial de organizaciones terroristas”, según informó La Jornada el martes 6, y que fue presentada como una muestra de preocupación por la situación crítica por la que atraviesa el país, constituye en realidad un gravísimo acto de traición a México pues supone hacerle el juego al gobierno de Washington para que con esta declaración tenga vía libre para intervenir militarmente en nuestro país.
3. El diputado perredista Cuauhtémoc Sandoval (secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara) justificó –como si fuera poco– tamaño despropósito con los argumentos de los halcones del Pentágono, diciendo que ante la amenaza que representan los cárteles de México, tanto para el mundo (pues sostiene que operan en 47 países) como para la vida democrática de México (ya que afirma un 63 por ciento de los gobiernos municipales se hallan infiltrados por ellos), esta decisión permitiría uncir el marco jurídico nacional a los principios que están forjando los poderes trasnacionales, lo cual para cualquier observador indica que hay una connivencia entre los autores de esta bellaquería y los republicanos de Washington, que han encontrado en Calderón una dócil marioneta para sus propósitos, pero también en muchos grupos de la “clase política”.
4. El proyecto actual de la globalización neoliberal impuesta al mundo por Estados Unidos fundándose en las doctrinas neoliberales no ha cejado tras el inicio de la crisis financiera que ha revelado ser la punta del iceberg de la crisis estructural del modelo, y México sigue siendo unos de sus principales objetivos. Los intereses hegemónicos de las grandes corporaciones y del gobierno de Washington han hecho de nuestro país un objetivo central de sus acciones, tanto por haber sido el Estado mexicano el más vigoroso de América Latina, como por sus riquezas básicas y su situación estratégica, empresa que se les está facilitando por tener una de las burocracias gobernantes más corruptas del continente.
5. La “clase política” mexicana, vinculada a los designios de los jefes revolucionarios (1917-1940) y más tarde a los intereses empresariales nacionales (1946-1982), sufrió una profunda transformación en los años 80 durante el sexenio de De la Madrid, y ya en los años de Salinas los políticos mexicanos aparecieron uncidos a intereses inonfesables: no sólo a los grupos empresariales nacionales y a los propios cárteles del narco, sino también a tenebrosos intereses trasnacionales: como verdaderos infiltrados del exterior. La consulta sobre el petróleo de 2008 permitió entre otras cosas constatar cómo un puñado de políticos traidores al país, en abierta connivencia con las corporaciones extranjeras, buscan entregar la riqueza petrolera de México al exterior.
6. El gobierno republicano de Bush hizo aprobar por el Congreso la llamada USA Patriot Act, o Ley Patriótica, tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, y luego de que la promulgó el 26 de octubre de ese mismo año, ésta se tornó en el sustento de la política intervencionista de los republicanos, pues según ella Washington se arroga el derecho de intervenir en cualquier región del planeta o contra cualquier grupo social que estime como terrorista, y esto no puede ser ignorado por la cúpula perredista ni por el diputado Sandoval.
7. La estrategia de las agencias estadunidenses en México ha tenido por consiguiente dos etapas: la primera ha sido la de crear un escenario de terror en nuestro país con las acciones de violencia provocadora del gobierno calderonista, buscando generar un baño de sangre, amedrentar a la población y conducir a un mayor deterioro de las instituciones, y la segunda la de instaurar un nuevo marco jurídico trasnacional, en el cual la nueva legislación penal y procesal penal, las extradiciones y los jueces “sin rostro”, es decir, la cancelación de las garantías constitucionales básicas, están siendo un paso definitivo que ahora busca tener la cereza en el pastel: la declaración por ambos países de que los cárteles mexicanos son organizaciones terroristas.
8. Los últimos meses el país ha atestiguado un discurso delirante del propio Bush y de los funcionarios de su gobierno, magnificando el papel de los cárteles mexicanos (como si no hubiese cárteles en Estados Unidos ni en Colombia y el resto del mundo), afirmando una y otra vez que son un gravísimo peligro para Estados Unidos. El miércoles 7 tan sólo, Televisa difundía las declaraciones de Stephen Hadley, asesor de Seguridad Nacional de Bush, diciendo que “el narcotráfico amenaza la democracia en México”. La amenaza a la democracia para nuestro país no la constituyen pues Calderón y Fox, o la Gordillo, sino los cárteles.
9. Una declaración de Felipe Calderón, avalado por el Congreso mexicano, afirmando que decenas de miles de compatriotas –incluyendo a los campesinos pobres que se dedican al cultivo– son terroristas, como lo pretende la iniciativa del PRD, y atrás de un sector de este partido el gobierno de Washington, sería de inmediato respondida por otra similar de los congresistas estadunidenses y permitiría al futuro gobierno de Barack Obama, en nombre de la Patriot Act, intervenir militarmente de manera abierta en México: colombianizando el país.
10. La intentona es, sin embargo, una nueva engañifa, pues no hay una lucha contra el narcopoder. George W. Bush es miembro de una familia que ha hecho su fortuna en buena medida con el narcotráfico, y Felipe Calderón representa los intereses del salinismo, que son también los del narcopoder. Lo que hay atrás de estas declaraciones es otra cosa: es la entrega del control de México a Washington, y eso millones de mexicanos no lo van a permitir.
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