Historia de dos culturas paralelas

Por Jesús Anaya Rosique

Este libro abre así: “Narraciones míticas, creencias y cultos de los antiguos pueblos americanos nos llevan a un mundo maravilloso con formas sorprendentes de sistematización del pensamiento”, que, sin embargo, “nos son extrañas. Siglos de violenta transformación nos separan de aquellos constructores de tradiciones; tantos que los tenemos que considerar otros”. Lo afirman dos estudiosos de las culturas en Mesoamérica y en los Andes: Alfredo López Austin (1936), doctor en historia de la UNAM, y Luis Millones (1940), investigador de la Universidad de San Marcos (Lima). Proponen una tarea precursora: dos síntesis abreviadas y paralelas de ambas cosmovisiones, “un primer paso para apreciar semejanzas y diferencias culturales… El estudio comparativo es una provocación científica para investigadores más jóvenes”. Esta propuesta tiene una introducción común y dos ensayos autónomos. Sus autores constatan que las fuentes históricas en ambas tradiciones son muy diferentes desde la Colonia. Y a diferencia de México, en los países andinos, asevera Millones, “el estudio del pasado no ha sido un interés nacional”.

López Austin analiza cómo las diferencias geográficas y étnicas determinaron la tradición mesoamericana, afincada en un vasto territorio de fuertes contrastes (sus confines septentrionales rebasaron el Trópico de Cáncer y en su parte suroriental ocupó la mitad de Centroamérica): variedad geográfica y de climas, verdadero mosaico étnico y lingüístico (70 lenguas de 16 familias diferentes, entre las principales, en orden cronológico: oaxaqueña, tarasca, otopame, maya, mixe, totonaca y yutoazteca, a la que pertenece el náhuatl), en donde, sorprendentemente, existió una base común, caracterizada por el binomio unidad/diversidad cultural”. El surgimiento de Mesoamérica se calcula hacia 2500 a.C. y se desarrolló en los siguientes periodos: Preclásico (2500-200 d.C.), Clásico (200-900) y Posclásico (900-1521), en 6regiones que agruparon culturas relativamente afines en distintos periodos: Norte (Chalchihuites), Occidente (tarascos), Centro (Teotihuacan, Tula y México-Tenochtitlan), Golfo (olmecas, huastecos, totonacas), Oaxaca (zapotecos y mixtecos) y Sureste (mayas). Para su conocimiento disponemos de varias clases de fuentes históricas: arqueológicas, de antropología física, documentales, iconográficas y etnográficas.

En su ensayo, Millones explica que la cultura andina estuvo asentada también en un territorio extenso que abarcó los tres países andinos (Perú, Bolivia y Ecuador), parte del sur de Colombia, del norte de Chile y Argentina, en 7 regiones que alojaron a las diferentes culturas, desde la etapa Arcaica (11000 a.C-1800 a.C) y Formativa (1800 a.C-1 d.C.: Paracas y Chavín) hasta los denominados Desarrollos regionales (1-600: Mochica y Nazca), Interacción wari (600-1110), Estados regionales (1110-1470: Chimú, Chankas y Tiwanaku) e Imperio inca (1470-1532), que floreció en todo este territorio y erigió un estado de 7 millones de habitantes con Cuzco como capital. Se ha podido establecer la existencia de las siguientes familias lingüísticas: aru, muchik, qingnam, pescadora, yunga, aimara y quechua. Las fuentes principales son arqueológicas, etnográficas y algunos libros sagrados (como el manuscrito de Huarochirí, en quechua, semejante al Popol Vuh maya, que datan ambos del siglo XVI y fueron transcritos al español en el siglo XVII).

Una apasionante obra de divulgación histórica para un público amplio; por su claridad sintética es, a la vez, una atractiva referencia para el bachillerato.

anaya.jess@gmail.com

Alfredo López Austin / Luis Millones, Dioses del Norte, dioses del Sur. Religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes, Era, México 2008, $178, 296 pp. ISBN 978-607-445-003-3

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