Teodoro Rentería Arróyave
En el encuentro que sostuvieron los presidentes, Felipe Calderón Hinojosa y electo de Estados Unidos, Barack Obama, abordaron en forma general los temas de la agenda bilateral: seguridad, crisis económica, comercio y migración, así lo reconoció el propio jefe del ejecutivo mexicano.
Por ello debemos, y esta debería ser práctica general, reconocer que el demasiado optimismo nos conduce siempre a la desazón posterior de la cruda realidad.
Como siempre ocurre, estas reuniones provocan en nuestro país que se desbordan los elogios, lo cual es criticable desde cualquier ángulo que se le analice; baste mencionar como ejemplo las reuniones entre los dos vaqueros: George W Bush y Vicente Fox, genuflexa por parte de este último, que jamás fueron beneficiosas para las buenas relaciones bilaterales.
Desde luego, es de reconocerse, que ya hay un compromiso de ambos por fortificar la lucha contra el narcotráfico y revisar y mejorar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN.
Por parte de Obama, muy singularmente, su decisión de impulsar una ‘‘política integral migratoria’’ y frenar el trasiego de armas, principal factor de fortalecimiento de las bandas del crimen organizado que operan hasta ahora impunemente en ambas naciones.
Todo esto, como se dijo, en el contexto de abrir una “nueva página” en la relación entre Estados Unidos y América Latina, a partir, dijo Obama del liderazgo de México
En su oportunidad, el Jefe del Ejecutivo mexicano reconoció que aunque el acercamiento que sostuvo con Obama se abordaron los temas de la agenda bilateral, los mismos fueron tratados en forma generalizada, lo que dará pie al inicio de una nueva relación con el vecino país del norte.
Desde luego, es de ponderarse, que singularmente el presidente electo estadounidense, reconociera que la lucha contra la violencia que genera el crimen organizado constituye una responsabilidad compartida, y se comprometiera a tomar “una acción más eficaz para frenar el flujo de armas” de Estados Unidos a México.
Obama dijo que pedirá puntualmente a su secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, que lidere un esfuerzo para incrementar el intercambio de información para fortalecer el combate al tráfico ilegal de armas hacia México
Finalmente, expresó su compromiso de cabildear para que el Congreso de su país corrija el “maltrecho sistema de inmigración y promueva una flujo legal y ordenado”.
En consecuencia, no abucemos del optimismo exacerbado, por ahora toca concretar, en bases sólidas, lo acordado.
En el encuentro que sostuvieron los presidentes, Felipe Calderón Hinojosa y electo de Estados Unidos, Barack Obama, abordaron en forma general los temas de la agenda bilateral: seguridad, crisis económica, comercio y migración, así lo reconoció el propio jefe del ejecutivo mexicano.
Por ello debemos, y esta debería ser práctica general, reconocer que el demasiado optimismo nos conduce siempre a la desazón posterior de la cruda realidad.
Como siempre ocurre, estas reuniones provocan en nuestro país que se desbordan los elogios, lo cual es criticable desde cualquier ángulo que se le analice; baste mencionar como ejemplo las reuniones entre los dos vaqueros: George W Bush y Vicente Fox, genuflexa por parte de este último, que jamás fueron beneficiosas para las buenas relaciones bilaterales.
Desde luego, es de reconocerse, que ya hay un compromiso de ambos por fortificar la lucha contra el narcotráfico y revisar y mejorar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN.
Por parte de Obama, muy singularmente, su decisión de impulsar una ‘‘política integral migratoria’’ y frenar el trasiego de armas, principal factor de fortalecimiento de las bandas del crimen organizado que operan hasta ahora impunemente en ambas naciones.
Todo esto, como se dijo, en el contexto de abrir una “nueva página” en la relación entre Estados Unidos y América Latina, a partir, dijo Obama del liderazgo de México
En su oportunidad, el Jefe del Ejecutivo mexicano reconoció que aunque el acercamiento que sostuvo con Obama se abordaron los temas de la agenda bilateral, los mismos fueron tratados en forma generalizada, lo que dará pie al inicio de una nueva relación con el vecino país del norte.
Desde luego, es de ponderarse, que singularmente el presidente electo estadounidense, reconociera que la lucha contra la violencia que genera el crimen organizado constituye una responsabilidad compartida, y se comprometiera a tomar “una acción más eficaz para frenar el flujo de armas” de Estados Unidos a México.
Obama dijo que pedirá puntualmente a su secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, que lidere un esfuerzo para incrementar el intercambio de información para fortalecer el combate al tráfico ilegal de armas hacia México
Finalmente, expresó su compromiso de cabildear para que el Congreso de su país corrija el “maltrecho sistema de inmigración y promueva una flujo legal y ordenado”.
En consecuencia, no abucemos del optimismo exacerbado, por ahora toca concretar, en bases sólidas, lo acordado.
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