Carlos Fernández-Vega
- Desfavorable para el país la balanza comercial
- Crece la importación de alimentos
La “potencia exportadora” que es México, a partir del TLCAN (“que nos ha beneficiado a todos”, según el inquilino de Los Pinos), de plano no puede compatibilizar sus carencias internas, reales, con la imagen, virtual, de “progreso” y “liderazgo” que el gobierno intenta proyectar en el extranjero. Un año sí y el otro también, la balanza comercial del país reporta números rojos, y en este sentido en 2008 se impuso récord, como sucedió en 2007, 2006, 2005, etcétera, etcétera.
Así, el Inegi reporta que en 2008 la balanza comercial mexicana registró un saldo deficitario cercano a 17 mil millones de dólares (equivalentes a dos refinerías nuevas de muy buen tamaño, según cálculos gubernamentales), un monto 67 por ciento superior al reportado en 2007, año en el que tal indicador aumentó con respecto al de 2006 y éste en relación con el de 2005, etcétera, etcétera.
En el balance, las exportaciones crecieron 7.3 por ciento en 2008, pero las importaciones aumentaron 9.5 por ciento. El Inegi atribuye el abultado déficit a la “reducción en los últimos meses de 2008 del superávit de la balanza comercial de productos petroleros; de hecho, en septiembre, noviembre y diciembre el saldo comercial petrolero resultó deficitario”. Sin embargo, tal reducción, según sus propias cifras, no pasó de 760 millones de dólares en el periodo citado. De cualquier suerte la balanza comercial de productos petrolíferos favoreció a México (14 mil 368 millones de dólares).
En fin, año tras año, la riqueza económica mexicana en creciente medida se destina a comprar en el extranjero mucho de lo que aquí se producía antes del TLCAN. Miles y miles de millones de dólares se gastan anualmente en la importación de todo tipo de bienes otrora producidos internamente (alimentos, por ejemplo), con el fin, dicen, de atemperar las carencias y deficiencias de la economía nacional, sin resultados concretos. Al mismo tiempo, muchos empresarios que antes del citado tratado eran productores a estas alturas obligadamente se han transformado en importadores, en meros agentes de ventas, ante la imposibilidad de mantener sus fábricas en funcionamiento.
Que el TLCAN “nos ha beneficiado a todos” se constata en el hecho de que no más de 600 empresas que operan en el país (no necesariamente mexicanas, ni pertenecientes a igual número de dueños) concentran alrededor de 80 por ciento del pastel exportador del país. Ese minúsculo cuan acaparador núcleo empresarial apenas representa (cifras oficiales) el 1.6 por ciento del por sí angosto mundillo exportador que oficialmente opera en México, y apenas el 0.02 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente en esta heroica nación.
Información oficial indica que, por lo que toca al mundillo de las importaciones, aquel sueño de un México industrializado y poderoso devino en pesadilla tercermundista. Con la indiscriminada apertura comercial y la entrada en vigor del TLCAN, miles de empresas mexicanas reventaron, dejándoles sólo dos opciones: cerrar sus puertas o “reconvertirse”, y muchas de ellas optaron por esta última “oportunidad”, es decir, de productores activos se “reconvirtieron” en importadores, en simples intermediarios, en agentes de ventas de productos fundamentalmente de procedencia estadunidenses. En este sentido, las cifras son devastadoras: de 62 mil empresas importadoras en 1993, el universo pasó a 423 mil y pico en 2005, un incremento cercano a 600 por ciento en el periodo, o lo que es lo mismo a un ritmo ocho veces superior al de las exportadoras. Tal “reconversión” se dio en tiempos del “cambio”, al grado de que en 2005, 14 de cada cien unidades económicas oficialmente registradas (aparte la informalidad) se dedicaban a importar lo que algún día produjeron. Y el problema se agudiza con el paso del tiempo.
Cada vez más preocupante, la importación de alimentos crece sostenidamente. Así, hasta noviembre pasado, con 11 mil kilómetros de litorales y una flota pesquera que ni siquiera puede pagar el diesel que consumen sus embarcaciones, México se comió casi 400 millones de dólares en pescados, crustáceos y moluscos de terceros país, casi 20 por ciento más que en 2007.
Se erogaron más de mil 400 millones de dólares por la importación de leche, lácteos, huevos y miel; casi 3 mil millones en carne y despojos comestibles (18 por ciento más que en 2007); 348 millones en hortalizas, plantas, raíces y tubérculos (15 por ciento de aumento); país productor de excelencia, México importó café, té, yerba mate y especias por 181 millones de billetes verdes (35 por ciento por arriba del año anterior); y se comió 770 millones de dólares en frutas y frutos comestibles importadas (12 por ciento de crecimiento).
Por si fuera poco, destinó casi 4 mil 300 millones de dólares (hasta noviembre) para importar cereales, un monto 52 por ciento superior al erogado en 2007. De ese monto, más de 2 mil 260 millones fueron para adquirir maíz, principalmente en Estados Unidos (61 por ciento más que un año antes); la compra de a arroz en los mercados internacionales creció 57 por ciento, y 48 por ciento la de trigo y moliendas. Además, el país se comió más de 3 mil 300 millones en semillas y frutos oleaginosos, un monto 56 por ciento superior al de un año atrás.
En síntesis, la “potencia exportadora”.
Las rebanadas del pastel
De los lectores y la obamanía: “sin ánimo de ser pesimista, creo que todo seguirá absolutamente igual, con algunos cambios en cuanto a las formas pero no de fondo. Si algo han mostrado los políticos de todo el orbe, sin importar lenguaje y denominación partidista, es la falta de cumplimiento de compromisos y de respeto a una ética elemental. El cinismo se ha implantado (junto con el libre mercado) como una forma de vida (…) Obama no tomaba las riendas del gobierno, cuando ya empezaba a pelearse con Hugo Chávez, al calificarlo de ser un obstáculo para el desarrollo de America Latina (¿quiere decir que la crisis y pobreza son atribuibles al venezolano?). Me pareció una declaración de lo más desafortunada (por no decir estúpida e imbécil), pero con estos desafortunados acontecimientos creo que ya empieza a dar color de lo que está hecho” (Manuel Alejandro Robles Chavira, profesor investigador, Universidad del Mar campus Puerto Escondido, robleschavira@gmail.com)... Pedir que Obama llame a cuentas a su antecesor, “es solicitar que se ahorque antes de tiempo, ¿tiene idea de cuántos y qué poder tienen los cínicos a los que se les movió el piso según el discurso de Obama? Y si otras entidades facultadas para esa denuncia, como un día fue Baltazar Garzón, lo hicieran ¿no sería más efectivo? No espero tanto de Obama, no es Jesucristo (pero) permítanle que se acabe de sentar en la presidencial. Por lo pronto los invito al Zócalo del DF el domingo 25. No le vayan a pedir a AMLO que se inmole porque no tenemos otro” (Yolanda Robles, yrogar@yahoo.com)... Que en febrero, dice el director de Pemex.
- Desfavorable para el país la balanza comercial
- Crece la importación de alimentos
La “potencia exportadora” que es México, a partir del TLCAN (“que nos ha beneficiado a todos”, según el inquilino de Los Pinos), de plano no puede compatibilizar sus carencias internas, reales, con la imagen, virtual, de “progreso” y “liderazgo” que el gobierno intenta proyectar en el extranjero. Un año sí y el otro también, la balanza comercial del país reporta números rojos, y en este sentido en 2008 se impuso récord, como sucedió en 2007, 2006, 2005, etcétera, etcétera.
Así, el Inegi reporta que en 2008 la balanza comercial mexicana registró un saldo deficitario cercano a 17 mil millones de dólares (equivalentes a dos refinerías nuevas de muy buen tamaño, según cálculos gubernamentales), un monto 67 por ciento superior al reportado en 2007, año en el que tal indicador aumentó con respecto al de 2006 y éste en relación con el de 2005, etcétera, etcétera.
En el balance, las exportaciones crecieron 7.3 por ciento en 2008, pero las importaciones aumentaron 9.5 por ciento. El Inegi atribuye el abultado déficit a la “reducción en los últimos meses de 2008 del superávit de la balanza comercial de productos petroleros; de hecho, en septiembre, noviembre y diciembre el saldo comercial petrolero resultó deficitario”. Sin embargo, tal reducción, según sus propias cifras, no pasó de 760 millones de dólares en el periodo citado. De cualquier suerte la balanza comercial de productos petrolíferos favoreció a México (14 mil 368 millones de dólares).
En fin, año tras año, la riqueza económica mexicana en creciente medida se destina a comprar en el extranjero mucho de lo que aquí se producía antes del TLCAN. Miles y miles de millones de dólares se gastan anualmente en la importación de todo tipo de bienes otrora producidos internamente (alimentos, por ejemplo), con el fin, dicen, de atemperar las carencias y deficiencias de la economía nacional, sin resultados concretos. Al mismo tiempo, muchos empresarios que antes del citado tratado eran productores a estas alturas obligadamente se han transformado en importadores, en meros agentes de ventas, ante la imposibilidad de mantener sus fábricas en funcionamiento.
Que el TLCAN “nos ha beneficiado a todos” se constata en el hecho de que no más de 600 empresas que operan en el país (no necesariamente mexicanas, ni pertenecientes a igual número de dueños) concentran alrededor de 80 por ciento del pastel exportador del país. Ese minúsculo cuan acaparador núcleo empresarial apenas representa (cifras oficiales) el 1.6 por ciento del por sí angosto mundillo exportador que oficialmente opera en México, y apenas el 0.02 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente en esta heroica nación.
Información oficial indica que, por lo que toca al mundillo de las importaciones, aquel sueño de un México industrializado y poderoso devino en pesadilla tercermundista. Con la indiscriminada apertura comercial y la entrada en vigor del TLCAN, miles de empresas mexicanas reventaron, dejándoles sólo dos opciones: cerrar sus puertas o “reconvertirse”, y muchas de ellas optaron por esta última “oportunidad”, es decir, de productores activos se “reconvirtieron” en importadores, en simples intermediarios, en agentes de ventas de productos fundamentalmente de procedencia estadunidenses. En este sentido, las cifras son devastadoras: de 62 mil empresas importadoras en 1993, el universo pasó a 423 mil y pico en 2005, un incremento cercano a 600 por ciento en el periodo, o lo que es lo mismo a un ritmo ocho veces superior al de las exportadoras. Tal “reconversión” se dio en tiempos del “cambio”, al grado de que en 2005, 14 de cada cien unidades económicas oficialmente registradas (aparte la informalidad) se dedicaban a importar lo que algún día produjeron. Y el problema se agudiza con el paso del tiempo.
Cada vez más preocupante, la importación de alimentos crece sostenidamente. Así, hasta noviembre pasado, con 11 mil kilómetros de litorales y una flota pesquera que ni siquiera puede pagar el diesel que consumen sus embarcaciones, México se comió casi 400 millones de dólares en pescados, crustáceos y moluscos de terceros país, casi 20 por ciento más que en 2007.
Se erogaron más de mil 400 millones de dólares por la importación de leche, lácteos, huevos y miel; casi 3 mil millones en carne y despojos comestibles (18 por ciento más que en 2007); 348 millones en hortalizas, plantas, raíces y tubérculos (15 por ciento de aumento); país productor de excelencia, México importó café, té, yerba mate y especias por 181 millones de billetes verdes (35 por ciento por arriba del año anterior); y se comió 770 millones de dólares en frutas y frutos comestibles importadas (12 por ciento de crecimiento).
Por si fuera poco, destinó casi 4 mil 300 millones de dólares (hasta noviembre) para importar cereales, un monto 52 por ciento superior al erogado en 2007. De ese monto, más de 2 mil 260 millones fueron para adquirir maíz, principalmente en Estados Unidos (61 por ciento más que un año antes); la compra de a arroz en los mercados internacionales creció 57 por ciento, y 48 por ciento la de trigo y moliendas. Además, el país se comió más de 3 mil 300 millones en semillas y frutos oleaginosos, un monto 56 por ciento superior al de un año atrás.
En síntesis, la “potencia exportadora”.
Las rebanadas del pastel
De los lectores y la obamanía: “sin ánimo de ser pesimista, creo que todo seguirá absolutamente igual, con algunos cambios en cuanto a las formas pero no de fondo. Si algo han mostrado los políticos de todo el orbe, sin importar lenguaje y denominación partidista, es la falta de cumplimiento de compromisos y de respeto a una ética elemental. El cinismo se ha implantado (junto con el libre mercado) como una forma de vida (…) Obama no tomaba las riendas del gobierno, cuando ya empezaba a pelearse con Hugo Chávez, al calificarlo de ser un obstáculo para el desarrollo de America Latina (¿quiere decir que la crisis y pobreza son atribuibles al venezolano?). Me pareció una declaración de lo más desafortunada (por no decir estúpida e imbécil), pero con estos desafortunados acontecimientos creo que ya empieza a dar color de lo que está hecho” (Manuel Alejandro Robles Chavira, profesor investigador, Universidad del Mar campus Puerto Escondido, robleschavira@gmail.com)... Pedir que Obama llame a cuentas a su antecesor, “es solicitar que se ahorque antes de tiempo, ¿tiene idea de cuántos y qué poder tienen los cínicos a los que se les movió el piso según el discurso de Obama? Y si otras entidades facultadas para esa denuncia, como un día fue Baltazar Garzón, lo hicieran ¿no sería más efectivo? No espero tanto de Obama, no es Jesucristo (pero) permítanle que se acabe de sentar en la presidencial. Por lo pronto los invito al Zócalo del DF el domingo 25. No le vayan a pedir a AMLO que se inmole porque no tenemos otro” (Yolanda Robles, yrogar@yahoo.com)... Que en febrero, dice el director de Pemex.
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