¿Buscan los anarquistas el caos, el desorden y el desmadre?

Pedro Echeverría V.

1. Así como Marx y Engels, en su Manifiesto Comunista plantearon en 1847 que todas las fuerzas de la vieja Europa ( el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes) se unieron en santa cruzada contra el fantasma del comunismo, así hoy los grandes empresarios y gobiernos, la iglesia y los medios de información, así como los partidos e intelectuales burgueses y socialdemócratas, se han unido para combatir y reprimir a “los provocadores ultra radicales, anarquistas y terrorista que quieren destruir los valores y las riquezas del capitalismo”. Acusan a los jóvenes anarquistas o simplemente rebeldes, de crear el caos, el desorden y el desmadre total, mientras tanto la clase política y empresarial busca reafirmar “el orden” usando a su ejército, policías y perros guardianes.

2. Los únicos y verdaderos provocadores son el gobierno y sus fuerzas armadas. Si mantienen a la población en la miseria, si se cierran a establecer un diálogo real e impiden que se ejerzan derechos al amenazar y bloquear las manifestaciones de protesta en calles, instituciones y carreteras con el ejército y las policías, ¿cómo se pueden ejercer los derechos que corresponden a la población si se cierran todas las vías? La realidad es que hoy los jóvenes rebeldes o anarquistas en todo el mundo (altermundistas, “globalifóbicos”), sean hombres o mujeres, no están dispuestos a dejarse intimidar. ¿O creen que la gente protesta porque está loca, porque no tiene qué hacer? Lo importante es que los estudiantes y trabajadores del mundo se han dado cuenta de que hay que perder el miedo protestando.

3. En las manifestaciones de 1968 en la ciudad de México, además de una gran mayoría de estudiantes y profesores liberales, veía participar a cientos de compañeros que, como yo entonces, abrazaban las banderas del “marxismo leninismo”, así como maoístas, trotskistas y guevaristas. No conocía a los libertarios y sólo veía a mi gran amigo Eligio Calderón (de ciencias políticas) agitando la gran bandera negra del anarquismo Hoy por el contrario, las banderas y las playeras negras dominan en todas las organizaciones combativas y, fuera de los trotskistas que siguen enarbolando sus principios, casi todas las organizaciones que tuvieron que ver con Lenin, sobre con todo Stalin, no quisieran cargar con el autoritarismo a que llevó al modelo de partido y de poder centralizado y vertical.

4. La realidad es que la década de los años sesenta significó una gran revolución cultural en el mundo. No solo fueran las grandes y combativas batallas de los jóvenes contra el poder en las calles de París, Berlín, California, Ámsterdam, Londres, México o Praga, sino también las batallas liberadoras en el interior de la jerarquía eclesiástica, contra la opresión en el hogar, el autoritarismo en la escuela y el despotismo en la empresa. No se registró cambio alguno en cuanto a los multimillonarios que dominan la política y la economía o en el dominio mundial de los yanquis pero, ¿puede olvidarse acaso los cambios radicales la música, la pintura, el cine, el vestido, el lenguaje, el cabello? En esa década las ideas libertarias crecieron y no han dejado de desarrollarse cincuenta años después.

5. El partido leninista de 1903, centralizado y jerarquizado de la Rusia absolutista, cuyo objetivo declarado fue hacer una revolución proletaria, tomar el poder, construir el socialismo y hacer desaparecer la explotación y las clases sociales, devino en partido al servicio de una poderosa burocracia. El planteamiento de Marx de que el Estado, bajo la forma de dictadura del proletariado constituía una etapa de transición necesaria hacia la sociedad sin clases sociales en la que ese Estado se eliminará a sí mismo y desaparecerá, no funcionó porque parece haberla planteado para economías altamente desarrolladas. Esa relación partido/dirigentes/poder/Estado se convirtió en el centro de la crítica anarquista contra el marxismo. Pero la crítica contra todo poder es la lucha del anarquismo.

6. Hace unas semanas, en una charla sobre 1968 y la educación, me hicieron mil preguntas y cuestionamientos acerca de algunas ideas cercanas al anarquismo. Me preguntaban que porqué los anarquistas o libertarios nunca han tomado el poder en ningún país; que cómo puede organizarse una nación o una sociedad sin gobierno; comentaron que en la familia, la iglesia, la empresa, el partido debe dirigir o mandar alguien y los demás obedecer; pero también se afirmó que en la década de los sesenta no hubo cambios importantes porque hoy todo seguía igual. Estas y otras preguntas o afirmaciones abundaron, pero también surgieron muchas diferencias a partir de “las respuestas” que en ese momento pude esbozar. Pienso que era muy grande la confusión por la costumbre de tener a alguien que ordene.

7. Sin embargo puede plantearse que los anarquistas no buscan el poder porque están contra todo poder, porque lo consideran el origen de todos los males: están contra el poder político, económico, ideológico que ejerce una minoría sobre el pueblo; luchan contra el gobierno centralizado, vertical, minoritario y, al mismo tiempo luchan por el autogobierno y la autogestión. Les decía que el problema es que durante siglos nos han obligado a obedecer, no a ser autónomos o independientes. Los padres no deben mandar ni imponer premios y castigos. Deben ayudar, escuchar, no impedir el desarrollo libre de los hijos. ¿Recuerdan que antes de los años 60 todos los profesores, los empresarios, el gobierno, los curas, los dirigentes golpeaban o sometían a sus súbditos como querían?

8. Sin embargo insistieron algunos en que nada cambió en los 60 porque los niños y jóvenes siguen tan sometidos como antes. Conocían poco acerca de que en los 60 las mujeres y los jóvenes lograron enormes avances: las mujeres comenzaron a buscar respeto del marido y a lograr espacios independientes. Las jóvenes lucharon por la libertad sexual. Los niños fueron menos golpeados en las escuelas y en los hogares. Aunque en política casi nada cambió porque los hijos de políticos heredaron el poder y el dinero. Lo que sucedió es que se mimetizaron, es decir, se adaptaron a las nuevas circunstancias con un discurso más engañoso. Basta hacer una lista de los políticos actuales, en todos los partidos, y se verá que la mayoría son “juniors” de la política y el empresariado.

9. En los años 60 se inició una revolución cultural de los jóvenes, las mujeres, los homosexuales, los marginados sociales, la vuelta a la naturaleza, que puede desembocar en una revolución o revuelta social encabezada por los jóvenes y los nuevos valores que muestran. Pero no será una revolución tradicional en que los partidos, los caudillos y los grandes jefes se acomoden al nuevo poder, sino una revolución radical que construya otras formas de convivencia que rompa el individualismo dominante. Los jóvenes hoy tachados de provocadores o delincuentes, de vestirse como les da la gana y demostrar su libertad ante el mundo, parecen estar transmutando los valores tradicionales burgueses y estar enseñando, parecidos a los jóvenes de los años sesenta, una vida humana e igualitaria.

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