Por Jesús Anaya Rosique
Afirma el autor: “La escuela es una institución compleja, con fines ambiguos e, incluso, contradictorios… le toca transmitir valores y, a la vez, preparar para la vida… es una institución social de reclutamiento forzoso, que ha de educar en la libertad… un crisol de participación y de convivencia, un imprescindible taller de democracia”.
Los textos reunidos en este libro giran en torno a la difícil tarea de educar en la sociedad actual. Su autor ha sido profesor en todos los niveles escolares y es doctor en ciencias de la educación y catedrático en la Universidad de Málaga. Define la educación como una tarea paradójica, donde el educador trabaja con “materiales” muy delicados: emociones, sentimientos, ideas, actitudes, valores. Existe además una infinita diversidad entre los destinatarios del proceso: “cada alumno es diferente, único, irremplazable, tiene su propio ritmo de aprendizaje, motivación, capacidad, contexto”.
“Estamos inmersos en una cultura neoliberal que impone competitividad, individualismo, obsesión por la eficacia. La educación crítica, por el contrario, descansa en la solidaridad y el respeto… se preocupa por los procesos, el esfuerzo, la dimensión cualitativa de la acción… intenta convertir las dificultades en retos y estímulos… y construir una institución que vaya contra la corriente”. La tarea del profesor “no es domesticar sino hacer libres a sus alumnos”. Savater dice que el maestro es un “suicida” porque tiene que ser progresivamente prescindible para sus alumnos… “Cuando un alumno no aprende, el profesor tiene que cuestionar cómo ha enseñado”.
La metáfora de la educación como fabricación es una constante en la pedagogía: “como proyecto de dominio del educando y de control total de su destino acaba en la destrucción y el fracaso, porque la educación ha de conducir a la autonomía”. Hace falta una ”revolución copernicana en la pedagogía… La instrucción es obligatoria pero el docente no tiene poder sobre la decisión de aprender del alumno”.
El principal encanto del magisterio consiste en “ayudar a pensar, a disfrutar con el conocimiento y hacer posible que los alumnos aprendan cómo y donde lo pueden adquirir”. Diez rasgos que caracterizan a los mejores profesores: “generan expectativas, parten de lo cotidiano, dominan su materia, esperan más, son abiertos, aman la docencia, son autocríticos, crean entornos para el aprendizaje, evitan la arbitrariedad, forman comunidad”. Están surgiendo en el mundo experiencias de escuelas al margen del sistema obligatorio de enseñanza, que encierran una crítica a la escuela tradicional y constituyen un intento de repensar el proceso de socialización y educación del ser humano. Lo que se aprende hoy en la escuela tiene valor de uso (interés, utilidad, importancia) y valor de cambio (se canjea por una calificación, sea cual sea su valor). “Aprobar resulta más importante que aprender”. Las pruebas de evaluación escolar (PISA, etc.) sólo miden resultados cuantitativos, no los procesos de aprendizaje ni la adquisición de valores y actitudes solidarias. Se requieren evaluaciones que propicien comprender y mejorar lo que hacen los maestros.
Esta obra es una suma de ideas paradójicas y estimulantes, recomendada para todos los actores del proceso educativo: maestros, padres de familia, funcionarios… y alumnos.
anaya.jess@gmail.com
*Miguel Ángel Santos Guerra, La pedagogía contra Frankestein y otros textos contra el desaliento educativo, Graó, Barcelona 2008, $227, 192 pp. ISBN 978-84-7827-533-5
Afirma el autor: “La escuela es una institución compleja, con fines ambiguos e, incluso, contradictorios… le toca transmitir valores y, a la vez, preparar para la vida… es una institución social de reclutamiento forzoso, que ha de educar en la libertad… un crisol de participación y de convivencia, un imprescindible taller de democracia”.
Los textos reunidos en este libro giran en torno a la difícil tarea de educar en la sociedad actual. Su autor ha sido profesor en todos los niveles escolares y es doctor en ciencias de la educación y catedrático en la Universidad de Málaga. Define la educación como una tarea paradójica, donde el educador trabaja con “materiales” muy delicados: emociones, sentimientos, ideas, actitudes, valores. Existe además una infinita diversidad entre los destinatarios del proceso: “cada alumno es diferente, único, irremplazable, tiene su propio ritmo de aprendizaje, motivación, capacidad, contexto”.
“Estamos inmersos en una cultura neoliberal que impone competitividad, individualismo, obsesión por la eficacia. La educación crítica, por el contrario, descansa en la solidaridad y el respeto… se preocupa por los procesos, el esfuerzo, la dimensión cualitativa de la acción… intenta convertir las dificultades en retos y estímulos… y construir una institución que vaya contra la corriente”. La tarea del profesor “no es domesticar sino hacer libres a sus alumnos”. Savater dice que el maestro es un “suicida” porque tiene que ser progresivamente prescindible para sus alumnos… “Cuando un alumno no aprende, el profesor tiene que cuestionar cómo ha enseñado”.
La metáfora de la educación como fabricación es una constante en la pedagogía: “como proyecto de dominio del educando y de control total de su destino acaba en la destrucción y el fracaso, porque la educación ha de conducir a la autonomía”. Hace falta una ”revolución copernicana en la pedagogía… La instrucción es obligatoria pero el docente no tiene poder sobre la decisión de aprender del alumno”.
El principal encanto del magisterio consiste en “ayudar a pensar, a disfrutar con el conocimiento y hacer posible que los alumnos aprendan cómo y donde lo pueden adquirir”. Diez rasgos que caracterizan a los mejores profesores: “generan expectativas, parten de lo cotidiano, dominan su materia, esperan más, son abiertos, aman la docencia, son autocríticos, crean entornos para el aprendizaje, evitan la arbitrariedad, forman comunidad”. Están surgiendo en el mundo experiencias de escuelas al margen del sistema obligatorio de enseñanza, que encierran una crítica a la escuela tradicional y constituyen un intento de repensar el proceso de socialización y educación del ser humano. Lo que se aprende hoy en la escuela tiene valor de uso (interés, utilidad, importancia) y valor de cambio (se canjea por una calificación, sea cual sea su valor). “Aprobar resulta más importante que aprender”. Las pruebas de evaluación escolar (PISA, etc.) sólo miden resultados cuantitativos, no los procesos de aprendizaje ni la adquisición de valores y actitudes solidarias. Se requieren evaluaciones que propicien comprender y mejorar lo que hacen los maestros.
Esta obra es una suma de ideas paradójicas y estimulantes, recomendada para todos los actores del proceso educativo: maestros, padres de familia, funcionarios… y alumnos.
anaya.jess@gmail.com
*Miguel Ángel Santos Guerra, La pedagogía contra Frankestein y otros textos contra el desaliento educativo, Graó, Barcelona 2008, $227, 192 pp. ISBN 978-84-7827-533-5
Comentarios