Felipe y la oportunidad perdida

Marcela Gómez Zalce

• Discursos y destinatarios
• Medio tiempo y marcador


Cordura, mi estimado, es temer al enemigo por más que se esté descorazonado. Comienza la agitada semana con el nombre de quien ocupará el despacho en Bucareli, después del muy delicado acontecimiento de la semana pasada donde perdieran la vida al desplomarse el Learjet en que viajaban el ex titular de Gobernación, el ex director de la SIEDO y algunos funcionarios más, así como varios civiles anónimos en tierra, cuyas muertes y memoria no alcanzaron el inédito nivel de importancia en el funeral de ¿Estado? que se llevó a cabo en el Campo Marte, y donde Felipe dejó pasar una oportunidad histórica para reescribir las páginas políticas de su (des)gobierno.

Sobre todo, my friend, porque tirios y troyanos estuvieron presentes, sin escatimarle apoyo alguno ante la gravedad de la crisis que atraviesa no sólo el sexenio sino el país, abriendo la oportunidad dorada de una rendija para un discurso de reconciliación, de reencuentros, de unidad nacional.

Pero no.

Ahí Felipe halagó de manera inusual y excesiva la memoria de su amigo íntimo, cuyo féretro sobresalió de entre los demás, aderezado con la presencia de dos personajes que hicieron junto a él la guardia —Máx y Jordi— dejando de lado el más básico protocolo político y mostrando que… of course, hubo niveles…

Felipe le hizo un funeral a su amigo y en su discurso, bastante impetuoso, señaló con rencor a aquellos que calumniaron y mintieron alrededor de la controvertida figura de Juan Camilo Mouriño, quien arrastraba el desprestigio público (y privado) ante una ola de divertidos señalamientos sobre sus excesos y tráfico de influencias. Calderón y sus cuates tienen todo el derecho a honrar la memoria del amigo, aliado, cómplice y confidente, pero olvidar que, haiga sido como haiga sido, se porta la banda presidencial y se ¿gobierna? para millones de mexicanos, el mensaje del Campo Marte fue recibido con molestia y desagrado por los líderes de los partidos políticos y muchos sectores más.

Ayer, en la sede del PAN, una vez más mostrando irritación y una peculiar dosis de rencor, Felipe fustigó a quienes con sus mezquindades nos impiden servir, hacer el bien y que nos atrapan en pleitos, en ruindades sin fin que paralizan la acción del partido, que nos alejan de los ciudadanos y además nos hacen perder elecciones.

Destinatarios, mi estimado, hay varios, pero sobresale Germán Martínez, quien de no ser por el fatal acontecimiento aéreo, ya tenía preparado un sutil discurso para la reunión del Comité Nacional, cuyo epicentro giraría alrededor del ex titular de Bucareli, quien, con la pena, fue uno de los protagonistas para la división interna blanquiazul y a quien ahora se pretende enaltecer como un dechado de virtudes y ejemplo a seguir.

Sumado a las (hipócritas) palabras del desdibujado líder panista prometiendo que en honor del difunto de Bucareli combatirán sin tregua a la organizada delincuencia, el cuadro, my friend, es digno de risa loca.

La compleja situación política, económica y de seguridad amerita mucho más seriedad, más neurona y menos hormona. La teoría del accidente no ha permeado en el ánimo de la ciudadanía que atestigua, pasmada, la infiltración del narcotráfico en las más altas esferas del poder (del no poder). Y que a medida que se conocen los interesantes detalles no se descarta el posible sabotaje en los controles del avión por su extraña y súbdita caída. La atractiva cuestión, amable lector, es que la verdad tarde o temprano, va a salir.

Aplazarla, o peor aún, simularla con verdades a medias, será un muy peligroso boomerang para este (des)gobierno, que debe tomar en cuenta el posible escenario donde los traviesos autores intelectuales salgan con su linda cascada de… información.

Porque en esta mal llamada guerra contra el narcotráfico que costará muchas vidas y donde los marcadores de la organizada delincuencia parecen estar por el momento parejos ante los, digamos, últimos y muy recientes acontecimientos, pasando por detenciones de hermanos, maravillosos decomisos y fallecidos protagonistas fundamentales, el peligroso partido no llega aún a su medio tiempo.

Y la información que ya fluye de ambos lados relacionada con el suceso, el futuro del control de territorios, la exquisita red de vínculos… y que hace escala en varios frentes de inteligencia del (des)gobierno, my friend, no tarda en detonar más delicadas derivaciones.

So they better get ASAP their shit together…

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