¿Y la Comisión de Cambios, apá?

Marcela Gómez Zalce

• La lista de Carstens
• El son del PRI


Una lengua desenfrenada, mi estimado, es la peor de las enfermedades… a menos que la intención de la incontinencia verbal sea otra. Caro y peligroso le está saliendo (la curva azul de aprendizaje) a este país las pugnas, deseos de venganza y pendejadas por parte de muchos funcionarios de este (des)gobierno, donde el emocionado capitán del barco de gran calado no pone orden en la adversidad del desorden. Y no lo hace, my friend, por la sencilla razón de que no entiende, que no entiende, y mucho de ello gracias a (la insolvencia de neuronas) la desinformación que le proporciona su desubicado y muy arrogante círculo íntimo.

El excelso ejemplo de la delicada pugna entre Agustín Carstens y Guillermo Ortiz –-dos de los pilares fundamentales en la política económica, donde los berrinches del primero han dejado fuera de las reuniones del gabinete económico al segundo-–, ya da visos de total descontrol, donde el producto glandular del titular de Hacienda parece estar bastante sintonizado con el del Gymboree presidencial y su jefecito, olvidando la clásica de que hormona mata neurona. Y el asunto del sugestivo ¿saqueo? empresarial con las subastas de dólares del Banco de México es uno de esos ya clásicos traspiés en el calderón sexenal.

Primero porque, con la pena, es evidente que hubo un cambio de señales hacia la política cambiaria a raíz del inofensivo “catarrito” que contrajo México por la neumonía estadunidense. Y la única que puede llevar a cabo la simpática travesura es la Comisión de Cambios, formada por tres funcionarios de Banxico y por tres de Hacienda, ésta última con el voto de calidad para, digamos, inclinar la balanza en caso de no lograr un acuerdo. ¿Estamos?

Carstensjust for fucking fun debería ayudar a explicar la tenebra detrás de esos 8 mil millones de dólares que compró este desgobierno en julio pasado obligando a esta divertida Comisión suspender su venta a la banca, remember?— acusó en Washington a empresas mexicanas por hundir al peso, lo que obliga al sonriente respetable a preguntar con ironía: ¿en serio, (dándole el beneficio de la duda) no supo y con todo eso avaló el envío de 8 mil 900 millones de dólares…? Y en caso de haber sabido... ¿Con qué pinche facha manda esa estupenda cantidad para que empresas mexicanas hundan al peso…? ¿Hay acaso uno de esos espléndidos pagos por los granitos de arena electoral…?

Sobre todo cuando el último responsable de la atractiva decisión recae en SHCP (u absolut shithead) que tuvo el voto de calidad para el cambio de señales. O qué… ¿de verdad a lo largo de esta crisis, perdón, “gripita”, no ha estado puntualmente informado el secretario de Hacienda…? ¿Se imagina el tamaño del tubazo empresarial que viene si Agustín sale con la extraordinaria lista de los ávidos compradores... a los cuales avaló al darles (por omisión o complicidad) 8 mil 900 millones de dólares…? ¿Dónde está la consistencia, credibilidad y oficio de este disfuncional…?

Y eso, my friend, que falta la entretenida factura por andar balconeando la emocionante ropa sucia en un foro como Washington (Is he demented or just mainly overjoyed?) cuyas secuelas detonaron los hilos legislativos que ya solicitan los nombres… de algunos que entronizaron a Felipe en Los Pinos haciendo este inofensivo dilema uno de los más esperados del año.

En medio del desmadre económico, Carstens demuestra inmadurez (por decirlo en términos amables) frente al colmillo de Ortiz, y Calderón se expone por (millonésima vez) su supina inopia, su falta de autoridad que ha consentido este peligroso pleito —que se suma a otros entre su gabinete ya muy célebres-– entre Hacienda y Banxico y su candidez de haber pensado que la fiesta del valor del dólar para sus cuates sería… ¿sexenal?

Y entretanto bullicio bursátil el chisguete energético avanza al son que toca el PRI... que ya negoció con el PAN la lindura de que los nominados al consejo de administración en Pemex (donde están los endiablados detalles) sean palomeados por el Senado… además de repetir la formulita mágica de amarrar asuntos entre ambas cámaras —con la atractiva dupla Beltrones y Gamboa-– como lo es la Ley de Ingresos al mentado chisguetín.

Todo al mismo tiempo. ¡Veeenga! Todo junto, de una vez. A jugar con la gasolina y los fósforos. ¡¡Al diablo con la prudencia!!

Chingón.


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