Jorge Zepeda Patterson
Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie
El empresario y AMLO son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica
Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie. Ya “lo perdimos”, se afirma luego de su fallido cerco en el Senado para impedir la aprobación de la reforma petrolera. “Hay que partirle el queso”, dijo este viernes Vicente Fox, solazándose con la posibilidad de darle por fin un tiro de gracia político.
Yo creo más bien que López Obrador es el Carlos Slim de la política. Sus reservas son prácticamente ilimitadas. Y no tanto por mérito del tabasqueño, sino porque está colocado justo donde soplan los vientos históricos. Slim y Andrés Manuel son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica. Slim padecerá la caída del valor de sus acciones, pero acabará adquiriendo muchas empresas a precios regalados.
Algo similar sucederá con AMLO. Se afirma que ya sólo es seguido por un grupo de resentidos sociales. Puede ser, pero si quitamos el matiz peyorativo, lamento decir que el país está a punto de colmarse, literalmente, de “resentidos” sociales como resultado de las penurias económicas que se avecinan.
En este espacio he insistido que la crisis de los dos próximos años asolará a los sectores más desprotegidos, a diferencia de la crisis del 95 que castigó duramente a las clases medias. La diferencia es que hace trece años Estados Unidos experimentaba una bonanza, hoy está en recesión. Eso significa caída de remesas, regreso de paisanos, cierre de maquiladoras, desplome del precio del petróleo, caída de exportaciones y, en cascada, cierre de fuentes de trabajo en México. El precio internacional de los alimentos seguirá subiendo.
Todo lo anterior significa que muchos que no eran pobres, comenzarán a serlo; y peor aún, aquellos que ya lo eran descenderán varios escalones en el infierno de la miseria. Del otro lado, el subsidio a la pobreza por parte del gobierno disminuirá debido al achicamiento de la recaudación fiscal producto de la caída de los ingresos petroleros y, en general, del decrecimiento de la actividad económica. Los programas de asistencia social habrán de ser recortados, pues la mayor parte del gasto público está amarrado (sueldos y deuda pública).
En resumen, mucha gente tendrá motivos para estar resentida con el sistema y en contra de instituciones incapaces de ofrecer respuestas. No creo que eso se traduzca en alguna posibilidad electoral encarnada en López Obrador de cara al 2009 o al 2012. Por el contrario, la insatisfacción en el “mundo institucional” habrá de cosecharla el PRI en ambos comicios. Pero la molestia social de los estratos sociales más pobres habrá de radicalizarse y constituirá una reserva permanente de capital político para AMLO.
¿Qué va a hacer López Obrador con ese patrimonio? Se convertirá en un reventador crónico e irresponsable, como dicen sus detractores, o en un Alter Ego o Defensor del Pueblo contra los abusos del sistema y de la clase política? Su actuación en la reforma petrolera da pie para ambas versiones. Su oposición a la “privatización” evitó que hace seis meses se firmara un acuerdo entre cúpulas. Pero su exabrupto de esta semana, para añadir 12 palabras al acuerdo petrolero que ya había ganado, revela que aún opera desde el resentimiento.
AMLO puede convertirse en cualquiera de las dos cosas: caudillo de la ruptura, o verdadero Ombudsman de los intereses populares. Una cosa es cierta, contra los que ya los suicidaron políticamente, hay que decir que, para bien o para mal, hay Peje para buen rato.
Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie
El empresario y AMLO son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica
Se habla mucho de los suicidios políticos de Andrés Manuel López Obrador y de su tendencia a pegarse balazos en el pie. Ya “lo perdimos”, se afirma luego de su fallido cerco en el Senado para impedir la aprobación de la reforma petrolera. “Hay que partirle el queso”, dijo este viernes Vicente Fox, solazándose con la posibilidad de darle por fin un tiro de gracia político.
Yo creo más bien que López Obrador es el Carlos Slim de la política. Sus reservas son prácticamente ilimitadas. Y no tanto por mérito del tabasqueño, sino porque está colocado justo donde soplan los vientos históricos. Slim y Andrés Manuel son los dos mexicanos que habrán de salir más “beneficiados” de la crisis económica. Slim padecerá la caída del valor de sus acciones, pero acabará adquiriendo muchas empresas a precios regalados.
Algo similar sucederá con AMLO. Se afirma que ya sólo es seguido por un grupo de resentidos sociales. Puede ser, pero si quitamos el matiz peyorativo, lamento decir que el país está a punto de colmarse, literalmente, de “resentidos” sociales como resultado de las penurias económicas que se avecinan.
En este espacio he insistido que la crisis de los dos próximos años asolará a los sectores más desprotegidos, a diferencia de la crisis del 95 que castigó duramente a las clases medias. La diferencia es que hace trece años Estados Unidos experimentaba una bonanza, hoy está en recesión. Eso significa caída de remesas, regreso de paisanos, cierre de maquiladoras, desplome del precio del petróleo, caída de exportaciones y, en cascada, cierre de fuentes de trabajo en México. El precio internacional de los alimentos seguirá subiendo.
Todo lo anterior significa que muchos que no eran pobres, comenzarán a serlo; y peor aún, aquellos que ya lo eran descenderán varios escalones en el infierno de la miseria. Del otro lado, el subsidio a la pobreza por parte del gobierno disminuirá debido al achicamiento de la recaudación fiscal producto de la caída de los ingresos petroleros y, en general, del decrecimiento de la actividad económica. Los programas de asistencia social habrán de ser recortados, pues la mayor parte del gasto público está amarrado (sueldos y deuda pública).
En resumen, mucha gente tendrá motivos para estar resentida con el sistema y en contra de instituciones incapaces de ofrecer respuestas. No creo que eso se traduzca en alguna posibilidad electoral encarnada en López Obrador de cara al 2009 o al 2012. Por el contrario, la insatisfacción en el “mundo institucional” habrá de cosecharla el PRI en ambos comicios. Pero la molestia social de los estratos sociales más pobres habrá de radicalizarse y constituirá una reserva permanente de capital político para AMLO.
¿Qué va a hacer López Obrador con ese patrimonio? Se convertirá en un reventador crónico e irresponsable, como dicen sus detractores, o en un Alter Ego o Defensor del Pueblo contra los abusos del sistema y de la clase política? Su actuación en la reforma petrolera da pie para ambas versiones. Su oposición a la “privatización” evitó que hace seis meses se firmara un acuerdo entre cúpulas. Pero su exabrupto de esta semana, para añadir 12 palabras al acuerdo petrolero que ya había ganado, revela que aún opera desde el resentimiento.
AMLO puede convertirse en cualquiera de las dos cosas: caudillo de la ruptura, o verdadero Ombudsman de los intereses populares. Una cosa es cierta, contra los que ya los suicidaron políticamente, hay que decir que, para bien o para mal, hay Peje para buen rato.
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