Por Jesús Anaya Rosique
Jacobo Zabludovsky reconoce: “En 68 no se podía informar de todo”, lo que confirma el sentimiento unánime del movimiento estudiantil y amplios sectores de la opinión pública sobre la subordinación de los medios al poder autocrático. Este libro analiza el comportamiento de los medios entre 1968 y 2008, a través de entrevistas con tres grupos de periodistas: los que ya eran figuras relevantes en 68; quienes comenzaban como reporteros; y los que iniciaron su actividad profesional en los 80.
Un texto crítico es el de Trejo: temas como el de la propiedad de los medios, la circulación de los periódicos y revistas, la audiencia de radio y TV, “son secretos”. ¿De que dependía la subordinación al gobierno? En los periódicos, del subsidio directo, la publicidad, el suministro de papel vía PIPSA, la exoneración de las cuotas del IMSS; en los medios electrónicos, del otorgamiento de concesiones. ¿Qué sucede hoy? Muchos medios impresos siguen dependiendo de la publicidad oficial y la autonomía que se ha ganado viene sobre todo por el debilitamiento del poder político. El gran dique para la renovación de los medios en México es su concentración en pocas manos; en otros países los medios discuten entre sí, debaten y reflexionan en público; aquí casi no tenemos periodismo de investigación. Nuestra sociedad “es poco crítica con los medios”.
“En la hemeroteca se puede comprobar que muchos periodistas se plegaron a las presiones oficiales”, afirma Zabludovsky. “Hoy, en los periódicos, los colaboradores escriben o dibujan por su propia cuenta y riesgo… en la radio hay cierta autonomía para los periodistas, en la TV absolutamente nada”. Por su parte, Manuel Mejido recuerda que la experiencia de Excélsior muestra una relación entre prensa y poder que “nunca más debe volver a darse”. Y Rius surge como figura emblemática, cuenta que su labor ha sido “politizar a la gente”: muchos años sintió que su lucha era como “un clamor en el desierto”.
Nidia Marín era una joven reportera en 68:”nadie publicó lo que en verdad sucedía”. Rafael Cardona afirma que los dueños de los medios “siguen siendo socios en lo oscurito del poder político y económico… muchos periodistas, espías del gobierno: sin periódicos no habría Cisen”. Carlos Marín señala que en los medios abundan los “empresarios mercachifles que se someten a los dictados de los gobiernos en turno”. Sara Lovera subraya que las nuevas tecnologías, la competencia y los índices de audiencia comienzan a ser relevantes en los 90.
“El Fisgón” reconoce a Rius, Naranjo y Helio Flores como ejemplos; en unomásuno, “la censura era cosa de todos los días”; y concluye: “es inadmisible que en la TV no haya derecho de réplica”. Ortega Ruiz: “predominaba la información que convenía al régimen. Hoy tenemos una apertura informativa y crítica inimaginable hace cuatro décadas”. Javier Solórzano constata la ausencia de un modelo adecuado para los medios públicos; los panistas en el gobierno quieren “que los medios sean como ellos lo desean”… La única manera de respetar el sentir de la población es “escuchando sus múltiples voces”. Y finaliza Gómez Leyva: una gran diferencia entre el periodismo servil de los 60 y las empresas que florecen a fines de los 80 es que “el periodismo crítico resultó tan buen negocio como el sumiso, y pronto más rentable. Todos los medios tienen sus zonas oscuras. Mi obligación es informar con la mayor distancia posible y con honestidad intelectual y frialdad”.
anaya.jess@gmail.com
*Eduardo Cruz Vázquez (coord.), 1968-2008: los silencios de la democracia, Planeta, México 2008, $143, 216 pp. ISBN 978-607-7-00010-5
Jacobo Zabludovsky reconoce: “En 68 no se podía informar de todo”, lo que confirma el sentimiento unánime del movimiento estudiantil y amplios sectores de la opinión pública sobre la subordinación de los medios al poder autocrático. Este libro analiza el comportamiento de los medios entre 1968 y 2008, a través de entrevistas con tres grupos de periodistas: los que ya eran figuras relevantes en 68; quienes comenzaban como reporteros; y los que iniciaron su actividad profesional en los 80.
Un texto crítico es el de Trejo: temas como el de la propiedad de los medios, la circulación de los periódicos y revistas, la audiencia de radio y TV, “son secretos”. ¿De que dependía la subordinación al gobierno? En los periódicos, del subsidio directo, la publicidad, el suministro de papel vía PIPSA, la exoneración de las cuotas del IMSS; en los medios electrónicos, del otorgamiento de concesiones. ¿Qué sucede hoy? Muchos medios impresos siguen dependiendo de la publicidad oficial y la autonomía que se ha ganado viene sobre todo por el debilitamiento del poder político. El gran dique para la renovación de los medios en México es su concentración en pocas manos; en otros países los medios discuten entre sí, debaten y reflexionan en público; aquí casi no tenemos periodismo de investigación. Nuestra sociedad “es poco crítica con los medios”.
“En la hemeroteca se puede comprobar que muchos periodistas se plegaron a las presiones oficiales”, afirma Zabludovsky. “Hoy, en los periódicos, los colaboradores escriben o dibujan por su propia cuenta y riesgo… en la radio hay cierta autonomía para los periodistas, en la TV absolutamente nada”. Por su parte, Manuel Mejido recuerda que la experiencia de Excélsior muestra una relación entre prensa y poder que “nunca más debe volver a darse”. Y Rius surge como figura emblemática, cuenta que su labor ha sido “politizar a la gente”: muchos años sintió que su lucha era como “un clamor en el desierto”.
Nidia Marín era una joven reportera en 68:”nadie publicó lo que en verdad sucedía”. Rafael Cardona afirma que los dueños de los medios “siguen siendo socios en lo oscurito del poder político y económico… muchos periodistas, espías del gobierno: sin periódicos no habría Cisen”. Carlos Marín señala que en los medios abundan los “empresarios mercachifles que se someten a los dictados de los gobiernos en turno”. Sara Lovera subraya que las nuevas tecnologías, la competencia y los índices de audiencia comienzan a ser relevantes en los 90.
“El Fisgón” reconoce a Rius, Naranjo y Helio Flores como ejemplos; en unomásuno, “la censura era cosa de todos los días”; y concluye: “es inadmisible que en la TV no haya derecho de réplica”. Ortega Ruiz: “predominaba la información que convenía al régimen. Hoy tenemos una apertura informativa y crítica inimaginable hace cuatro décadas”. Javier Solórzano constata la ausencia de un modelo adecuado para los medios públicos; los panistas en el gobierno quieren “que los medios sean como ellos lo desean”… La única manera de respetar el sentir de la población es “escuchando sus múltiples voces”. Y finaliza Gómez Leyva: una gran diferencia entre el periodismo servil de los 60 y las empresas que florecen a fines de los 80 es que “el periodismo crítico resultó tan buen negocio como el sumiso, y pronto más rentable. Todos los medios tienen sus zonas oscuras. Mi obligación es informar con la mayor distancia posible y con honestidad intelectual y frialdad”.
anaya.jess@gmail.com
*Eduardo Cruz Vázquez (coord.), 1968-2008: los silencios de la democracia, Planeta, México 2008, $143, 216 pp. ISBN 978-607-7-00010-5
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