Franciso Rodríguez / Índice Político
DURANTE DOS DÉCADAS y media, desde el Banco de México se han contado muchas mentiras a los mexicanos. La que invariablemente pone en evidencia a sus directivos ha sido, durante este lapso, la que se refiere a los niveles de inflación, pues nadie toma en serio –las amas de casa, para empezar— los numeritos que periódicamente desde ahí anuncian, cuando en las plazas, mercados y grandes centros comerciales la realidad señala cifras mucho más altas, por supuesto harto diferentes.
"Una cosa es inflación y otra carestía", suelen decir quienes ahora "gobiernan" al Banco Central, creyendo que así se sacan la espinita y, peor aún, que así nos ven la cara de pen… itentes a quienes pagamos sus altos estipendios y privilegiadas prestaciones.
Otra mentira recurrente es la de ingreso de divisas al país, por concepto de remesas. Para no pocos observadores, las cifras que Banco de México pone a disposición del público ocultan que un buen porcentaje del componente de esos números bien podría corresponder al retorno de capitales que los grupos delincuenciales obtienen por el tráfico ilegal no sólo de estupefacientes, incluso de órganos y seres humanos. Y es que hacen los cálculos de cuánto es lo que allá perciben los "paisanos", cuánto es lo que usan para subsistir lejos de sus casas, y cuánto es lo que retornan a sus hogares en nuestro territorio y, no’más, las cuentas no les salen.
Miente ahora muy frecuentemente el señor Guillermo Ortiz, el actual gobernador del Banco de México, con aquello de que no puede meter en cintura a los bancos extranjeros que aquí cobran hasta tres o cuatro veces más las comisiones por sus servicios de lo que lo hacen en sus países de origen, por ejemplo. Huele a arreglo. Huele a negocio, pues Ortiz y sus vicegobernadores tienen no sólo a la fuerza del Estado mexicano y el apoyo moral de los usuarios de servicios financieros para poner en orden a las matrices de Bilbao, Santander, Toronto o Nueva York.
Mentiras y más mentiras.
Aquí entre nos, entre usted y yo, bien podríamos decir que el mayor de los activos de Banco de México es su capacidad de engaño. Pero, como la que guarda los dólares que son reserva de todos los mexicanos, aceleradamente ésta también se va quedando vacía.
El señor Ortiz, finalmente, ha sido llamado a cuentas por el Senado de la República. Los coordinadores de las bancadas partidistas que actúan en la llamada Cámara Alta se reunirán con él mañana al mediodía, para que explique a esa soberanía –misma que ratificó su nombramiento y reelección--, el asalto a las cajas de Banxico donde se guardaban las divisas de la Nación.
Demasiado tarde. Ya está ahogado el niño, y los "padres de la patria" apenas van a preguntar ¿dónde su ubica el pozo?
La oportunidad, empero, no debe ser desaprovechada. Mañana que lo tengan frente a sí, los señores Madero, Beltrones, Navarrete deben preguntar al señor Ortiz, entre otras cosas, ¿en qué tiene invertidos los remanentes de las reservas de divisas del país?, ¿qué va a hacer con los pesos obtenidos durante los últimos días por la venta de dólares a quienes, otra vez, llaman "sacadólares"?, ¿por qué no en una moneda fuerte, como los francos suizos?
El señor Ortiz volverá a sudar la gota gorda. Volverá a mentir…
DURANTE DOS DÉCADAS y media, desde el Banco de México se han contado muchas mentiras a los mexicanos. La que invariablemente pone en evidencia a sus directivos ha sido, durante este lapso, la que se refiere a los niveles de inflación, pues nadie toma en serio –las amas de casa, para empezar— los numeritos que periódicamente desde ahí anuncian, cuando en las plazas, mercados y grandes centros comerciales la realidad señala cifras mucho más altas, por supuesto harto diferentes.
"Una cosa es inflación y otra carestía", suelen decir quienes ahora "gobiernan" al Banco Central, creyendo que así se sacan la espinita y, peor aún, que así nos ven la cara de pen… itentes a quienes pagamos sus altos estipendios y privilegiadas prestaciones.
Otra mentira recurrente es la de ingreso de divisas al país, por concepto de remesas. Para no pocos observadores, las cifras que Banco de México pone a disposición del público ocultan que un buen porcentaje del componente de esos números bien podría corresponder al retorno de capitales que los grupos delincuenciales obtienen por el tráfico ilegal no sólo de estupefacientes, incluso de órganos y seres humanos. Y es que hacen los cálculos de cuánto es lo que allá perciben los "paisanos", cuánto es lo que usan para subsistir lejos de sus casas, y cuánto es lo que retornan a sus hogares en nuestro territorio y, no’más, las cuentas no les salen.
Miente ahora muy frecuentemente el señor Guillermo Ortiz, el actual gobernador del Banco de México, con aquello de que no puede meter en cintura a los bancos extranjeros que aquí cobran hasta tres o cuatro veces más las comisiones por sus servicios de lo que lo hacen en sus países de origen, por ejemplo. Huele a arreglo. Huele a negocio, pues Ortiz y sus vicegobernadores tienen no sólo a la fuerza del Estado mexicano y el apoyo moral de los usuarios de servicios financieros para poner en orden a las matrices de Bilbao, Santander, Toronto o Nueva York.
Mentiras y más mentiras.
Aquí entre nos, entre usted y yo, bien podríamos decir que el mayor de los activos de Banco de México es su capacidad de engaño. Pero, como la que guarda los dólares que son reserva de todos los mexicanos, aceleradamente ésta también se va quedando vacía.
El señor Ortiz, finalmente, ha sido llamado a cuentas por el Senado de la República. Los coordinadores de las bancadas partidistas que actúan en la llamada Cámara Alta se reunirán con él mañana al mediodía, para que explique a esa soberanía –misma que ratificó su nombramiento y reelección--, el asalto a las cajas de Banxico donde se guardaban las divisas de la Nación.
Demasiado tarde. Ya está ahogado el niño, y los "padres de la patria" apenas van a preguntar ¿dónde su ubica el pozo?
La oportunidad, empero, no debe ser desaprovechada. Mañana que lo tengan frente a sí, los señores Madero, Beltrones, Navarrete deben preguntar al señor Ortiz, entre otras cosas, ¿en qué tiene invertidos los remanentes de las reservas de divisas del país?, ¿qué va a hacer con los pesos obtenidos durante los últimos días por la venta de dólares a quienes, otra vez, llaman "sacadólares"?, ¿por qué no en una moneda fuerte, como los francos suizos?
El señor Ortiz volverá a sudar la gota gorda. Volverá a mentir…
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