Tómas Mojarro
A ver, a ver, ¿policías delincuentes, dice alguno de ustedes? ¿Policías delincuentes sólo en este sexenio? ¿Ladrones, secuestradores, torturadores y cómplices del narcotráfico, nomás hoy? No, que ya el PRI-Gobierno fue un avispero de criminales disfrazados con uniforme y placa policial. Claro, la plaga no se había extendido ni descarado como hoy día, cuando la fama pública y el prestigio de los cuerpos policíacos se arrastran por los entresijos del albañal. Modelo de policía delincuente se recuerda al director de la entonces Federal de Seguridad, aquel Miguel Nazar Haro que al ser aprehendido como lo que era, un criminal, clamó, aspaventero:
Me desilusiona que di mi vida a la patria, y me hagan esto…
Del tal me propongo ahora esbozar el retrato hablado, hoy que el país se militariza, y cuando, según todos los indicios, repunta un amago de guerra de baja intensidad. Al tal Nazar Haro lo recuerda una de sus tantas víctimas de cuando la “guerra sucia” de aquel entonces, un Orozco Salazar:
Parecía el terciopelo del tigre; su mirada era la clásica del psicópata que primero se muestra amable y luego tiene arranques de furia y locura…
Un psicópata acunado por la impunidad del gobierno al que sirvió como triturador: Me han creado una imagen de malo, eso es todo…
En fin, que con su aprehensión y subsiguiente liberación hace algunos años, Nazar acaparó la atención en radio, líneas ágata y cinescopio. Pues sí, pero en tiempos en que el periodismo y la conciencia colectiva olvidaban al carnicero, porque no se extraviase la memoria histórica me referí aquí mismo a algunos de sus delitos, por aquel entonces sin castigar. Fue hace algunos ayeres; yo, apalancándome en testimonios de un Rodríguez Castañeda citado por el semanario de hace años, dije esto que hoy, ya por los suelos el prestigio de tantos con uniformes de diversos colores, juzgo que cobra requemante actualidad:
Miguel Nazar Haro. ¿Habrá más siniestra sobrevivencia de aquel pasado de guerras sucias que él, según todos los indicios, escribió a golpes de secuestro, desaparición, tortura y asesinato en las escalofriantes mazmorras de la hoy difunta Dirección Federal de Seguridad? Permítaseme esbozar su retrato hablado, escrito. Pero antes, la aclaración:
Yo no estoy con quienes contemplan la Historia en dos tintas, la blanca y la renegrida. Ni por asomo voy a insinuar que los militantes de la Liga 23 de Septiembre a los que así, fuera de la ley, masacró Nazar Haro, fueran ciudadanos limpios de culpa, no. Por supuesto que no. Al margen de la ley andaban también las víctimas del polizonte, y en sus lomos cargaban un expediente así de gordo: robos, secuestros, asesinatos, en fin Jesús Piedra Ibarra, hoy exaltado de víctima, arrastra la imputación de robos, asaltos, secuestro, el asesinato de un policía. Pero esto, es obvio, no exime al represor, como tampoco a sus jefes, de haber violado la ley al extralimitarse en el cumplimiento del deber en lo que toca a los militantes de la guerrilla Aquí, el retrato hablado del Nazar depredador: secuestros, tortura, desapariciones, muerte. Las palabras de R. Castañeda:
Comienzo con el Nazar ladrón de automóviles: (¡Más de 4 mil!), escándalo que recuerdo con claridad, pero del que desconocía la razón por la que lo solaparon las autoridades de aquí y Estados Unidos, donde se perpetró el delito. Yo lo atribuí a la impunidad del gobierno, pero ahora conozco más del carpetazo al robo de los miles de autos. Involucrado por la justicia de EU. en una gigantesca operación comandada por agentes de la DFS para robar automóviles de Estados Unidos y traerlos a México, Nazar Haro se vio obligado a renunciar a su cargo el 13 de enero de 1982, iniciado el sexto año del gobierno de José López Portillo. Casi siete años después Manuel Camacho, entonces Jefe del Depto. del DF, lo designó director General de Servicios de Inteligencia. Ante el Gran Jurado de Estados Unidos el agente del FBI Summers dio pormenores del operativo que permitió a la banda robar y contrabandear unos 4 mil autos en una actividad que se inició a principios de 1975.
“En 1981 la CIA dio una pista sobre la posible injerencia de la Federal de Seguridad: que un agente mexicano, Gilberto Rodríguez, cruzaba la frontera para recibir autos robados de un tal G. Peraza Mayen, que viajaba de Tijuana al DF, donde recibía órdenes de funcionarios mexicanos: conseguir autos nuevos y lujosos”.
(Sigo después.)
A ver, a ver, ¿policías delincuentes, dice alguno de ustedes? ¿Policías delincuentes sólo en este sexenio? ¿Ladrones, secuestradores, torturadores y cómplices del narcotráfico, nomás hoy? No, que ya el PRI-Gobierno fue un avispero de criminales disfrazados con uniforme y placa policial. Claro, la plaga no se había extendido ni descarado como hoy día, cuando la fama pública y el prestigio de los cuerpos policíacos se arrastran por los entresijos del albañal. Modelo de policía delincuente se recuerda al director de la entonces Federal de Seguridad, aquel Miguel Nazar Haro que al ser aprehendido como lo que era, un criminal, clamó, aspaventero:
Me desilusiona que di mi vida a la patria, y me hagan esto…
Del tal me propongo ahora esbozar el retrato hablado, hoy que el país se militariza, y cuando, según todos los indicios, repunta un amago de guerra de baja intensidad. Al tal Nazar Haro lo recuerda una de sus tantas víctimas de cuando la “guerra sucia” de aquel entonces, un Orozco Salazar:
Parecía el terciopelo del tigre; su mirada era la clásica del psicópata que primero se muestra amable y luego tiene arranques de furia y locura…
Un psicópata acunado por la impunidad del gobierno al que sirvió como triturador: Me han creado una imagen de malo, eso es todo…
En fin, que con su aprehensión y subsiguiente liberación hace algunos años, Nazar acaparó la atención en radio, líneas ágata y cinescopio. Pues sí, pero en tiempos en que el periodismo y la conciencia colectiva olvidaban al carnicero, porque no se extraviase la memoria histórica me referí aquí mismo a algunos de sus delitos, por aquel entonces sin castigar. Fue hace algunos ayeres; yo, apalancándome en testimonios de un Rodríguez Castañeda citado por el semanario de hace años, dije esto que hoy, ya por los suelos el prestigio de tantos con uniformes de diversos colores, juzgo que cobra requemante actualidad:
Miguel Nazar Haro. ¿Habrá más siniestra sobrevivencia de aquel pasado de guerras sucias que él, según todos los indicios, escribió a golpes de secuestro, desaparición, tortura y asesinato en las escalofriantes mazmorras de la hoy difunta Dirección Federal de Seguridad? Permítaseme esbozar su retrato hablado, escrito. Pero antes, la aclaración:
Yo no estoy con quienes contemplan la Historia en dos tintas, la blanca y la renegrida. Ni por asomo voy a insinuar que los militantes de la Liga 23 de Septiembre a los que así, fuera de la ley, masacró Nazar Haro, fueran ciudadanos limpios de culpa, no. Por supuesto que no. Al margen de la ley andaban también las víctimas del polizonte, y en sus lomos cargaban un expediente así de gordo: robos, secuestros, asesinatos, en fin Jesús Piedra Ibarra, hoy exaltado de víctima, arrastra la imputación de robos, asaltos, secuestro, el asesinato de un policía. Pero esto, es obvio, no exime al represor, como tampoco a sus jefes, de haber violado la ley al extralimitarse en el cumplimiento del deber en lo que toca a los militantes de la guerrilla Aquí, el retrato hablado del Nazar depredador: secuestros, tortura, desapariciones, muerte. Las palabras de R. Castañeda:
Comienzo con el Nazar ladrón de automóviles: (¡Más de 4 mil!), escándalo que recuerdo con claridad, pero del que desconocía la razón por la que lo solaparon las autoridades de aquí y Estados Unidos, donde se perpetró el delito. Yo lo atribuí a la impunidad del gobierno, pero ahora conozco más del carpetazo al robo de los miles de autos. Involucrado por la justicia de EU. en una gigantesca operación comandada por agentes de la DFS para robar automóviles de Estados Unidos y traerlos a México, Nazar Haro se vio obligado a renunciar a su cargo el 13 de enero de 1982, iniciado el sexto año del gobierno de José López Portillo. Casi siete años después Manuel Camacho, entonces Jefe del Depto. del DF, lo designó director General de Servicios de Inteligencia. Ante el Gran Jurado de Estados Unidos el agente del FBI Summers dio pormenores del operativo que permitió a la banda robar y contrabandear unos 4 mil autos en una actividad que se inició a principios de 1975.
“En 1981 la CIA dio una pista sobre la posible injerencia de la Federal de Seguridad: que un agente mexicano, Gilberto Rodríguez, cruzaba la frontera para recibir autos robados de un tal G. Peraza Mayen, que viajaba de Tijuana al DF, donde recibía órdenes de funcionarios mexicanos: conseguir autos nuevos y lujosos”.
(Sigo después.)
Comentarios