El tamañito de nuestros políticos

Francisco Rodríguez / Índice Político

REFORMAS "CHAPARRITAS" Y,
además, extemporáneas. Políticos de todas las edades, pero marcados indeleblemente por el viejo régimen. Instituciones que se achican o adquieren su real dimensión –chiquititas--, ante grupos sociales organizados por un líder carismático. Y sobre todo ello, una creciente represión con la que equívocamente nuestros politiquitos pretenden unificar a un pueblo cada vez más dividido.

La de Pemex es una de esas reformas parciales, incompletas, que a nadie ha dejado satisfecho. Del proyecto presentado hace justo un año por el señor Felipe Calderón a la cúpula priísta no quedó prácticamente nada. Ahí en Los Pinos se lo advirtió el senador Manlio Fabio Beltrones: "le dará banderas a Andrés Manuel López Obrador". El michoacano se las dio al tabasqueño. Y éste las desplegó y consiguió que fuesen sus ideas, las de Cuauhtémoc Cárdenas, las de intelectuales no alineados y las de técnicos de la industria petrolera las que se impusieran a lo que inicialmente parecía un dictum de Washington o de alguna organización financiera multinacional, cual el FMI o el Banco Mundial.

Tardía, además. La propuesta energética de Ernesto Zedillo y a la que el entonces diputado Calderón se opuso cual enfebrecido "adelito" era mucho más ambiciosa y completa que el reprise iniciado desde la Administración foxista. Mucho más tardía, puede que hasta pánfila, si se considera que en esta crisis financiera mundial, la tendencia es hacia la estatización de los recursos estratégicos y no a privatizarlos, que ya la IP nos está demostrando otra vez que, por sus abusos, quiebra casi todo lo que toca.

Nuestra clase política vive aislada. Su visión es limitada. No mira más allá de los portales de las plazas de armas de su localidad. El mundo ya empezó a girar en sentido contrario –vea usted a Bush nacionalizando bancos--, y aquí aún intentan treparnos a la "modernidad" privatizadora, justo cuando esta se acaba de estrellar aparatosamente en Wall Street.

A las instituciones nacionales, cual se dice en los discursos políticos, las rebasa la sociedad. Y para "protegerlas" de la gente, se recurre al expediente de la represión. Granaderos, "pefepés" –en realidad, elementos del Ejército Nacional disfrazados de gris--, el mismísimo titular de una dependencia del Ejecutivo, el señor García Luna, todos en bola, contra "la bola". Y así, sitiadas las Cámaras –no por el pueblo, sino por las policías— es que se "legisla" en nuestro país. Ya hasta lo presume el "regente" Ebrard: va a enviar a un mil 500 uniformados el próximo martes a San Lázaro. ¿Cuándo fue que acabó militarizándose la Nación?

Y en este ambiente de división, donde las armas largas han sustituido ya a las macanas o toletes, el desfile impúdico de las comparsas es interminable. Uniformes, ciertos medios y no pocos periodistas azuzan en contra del "señor Contreras", cual la ñoña propaganda negra califica ahora a AMLO. Diagnósticos sobre su salud mental acaparan millares de líneas ágata y horas y horas de transmisiones, en pueril afán de minimizar la apabullante derrota del proyecto que, presentado hace un año por el señor Calderón a los priístas, le dio "banderas", pero también la razón: no pueden ni deben privatizarse las áreas económicas estratégicas.

Ya hasta Bush lo entendió.

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