Banamex compra Aeroméxico: ¿subasta o arreglo?

Mario Di Costanzo
Secretario de la Hacienda Pública
Gobierno Legítimo

Una vez más, como si poseyera al genio de la lámpara y su suerte fuese inagotable, Banamex libró todos los aparentes obstáculos legales que al menos en teoría le impedían participar en la compra venta de Aeroméxico y adquiere la estratégica línea aérea en una operación plagada de recelos.

Uno se pregunta, por ejemplo: ¿De dónde saca Banamex recursos para comprar la aerolínea, considerando que es una filial de Citigroup y esa matriz enfrenta problemas de cartera vencida en Estados Unidos? ¿Por qué fue aceptada la oferta de una institución financiera que fue objeto hace apenas una década del rescate bancario más escandaloso en la historia moderna del país? ¿Cuánto recibió Banamex en el reemplazo de pagarés Fobaproa por garantías IPAB? ¿No entran en juego esos recursos en esta adquisición de Aeroméxico? ¿Estaremos pagando los contribuyentes el nuevo juguete de este banco ahora extranjero? ¿Hubo subasta realmente o más bien un arreglo en esta operación?

Antecedentes

Ya desde 1982, durante la expropiación de 66 bancos ordenada por el gobierno federal en turno, esta institución bancaria se benefició por un pago excesivo de indemnización, pues por los tres principales bancos (Banamex, Bancomer y Serfin) se pagaron 118 mil millones de pesos en lugar de la cifra propuesta por los responsables hacendarios del momento, que era de 47 mil millones.

Años más tarde, cuando se decide reprivatizar la banca, los beneficiados son de nuevo los dueños de los grandes grupos financiero-industriales, puesto que las principales casas de bolsa y los más connotados ex banqueros compraron las 18 sociedades nacionales de crédito ofrecidas. La casa de bolsa Acciones y Valores, por ejemplo, fue la que compró Banamex.

Y durante el rescate bancario que motivó la crisis financiera de 1995, otra vez corre con suerte cuando los responsables del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) deciden admitir como beneficiarios a bancos que no requerían auxilio puesto que mostraban índices de capital superiores a los exigidos por la ley y gozaban de una excelente administración, como era el caso de Banamex que, al mismo tiempo que reportaba utilidades, reducía sus reservas de riesgo y hasta pagaba dividendos a sus accionistas.

Pero no sólo eso: el Fobaproa le compró además indebidamente créditos por aproximadamente 7 mil millones de pesos, al adquirir cartera con todo e intereses moratorios.

De hecho, para Banamex fue tan productivo el rescate que hoy, de las 12 instituciones que recibieron estos apoyos, es una de las cuatro que siguen operando, mientras que las otras fueron liquidadas, fusionadas o intervenidas posteriormente con “doble costo fiscal” para el gobierno mexicano.

Más aún: Banamex recibió del Fobaproa pagarés por montos de aproximadamente 79 mil millones de pesos, que al final del “saneamiento” se transformaron en una erogación por casi 104 mil millones (a valor actual).

Por cierto que poco antes, en 2001, se vendió a Citigroup en casi 125 mil millones de pesos en beneficio de particulares y mediante una operación bursátil que los libró de pagar de impuestos por casi 12 mil 500 millones de pesos.

Sospechas

Hay que subrayar también que, en el proceso de extranjerización de la banca en México, se dan casos emblemáticos como el de Banamex, que representa 3% de los activos totales de Citigroup y aporta 10% de las ganancias del mayor grupo financiero del mundo; es, como quien dice, la estrella del banco estadunidense.

Habría que preguntarse, eso sí, porqué mientras no cobra comisiones por manejo de cuenta en Estados Unidos, Banamex-Citigroup es una de las instituciones de nuestro país que más costosa resulta en términos de provisión de servicios financieros.

Igualmente es motivo de recelo el hecho de que mientras Citigroup enfrenta problemas de cartera vencida en Estados Unidos, su filial en México tiene los recursos suficientes para comprar Aeroméxico en casi 250 millones de dólares.

Otro factor de sospecha es, justo es decirlo, la decisión de las autoridades para “cerrar” la subasta en una hora determinada e impedir así la entrada de otra oferta que hubiera permitido elevar el costo de la aerolínea hasta por lo menos 260 millones de dólares: ¿acaso no se manejan así todas las subastas del mundo, con base en la puja de las partes, que van ofreciendo más cada vez hasta llegar a un límite?

Al no permitir esa puja dejando correr más tiempo para la subasta, las autoridades incumplieron de plano el mandato que les obligaba teóricamente a maximizar la recuperación en el proceso de venta de Aeroméxico, pues conforme a la Ley era su responsabilidad “tutelar por una sana administración del activo y proceder a la venta de los bienes al mejor precio posible”.

Y lo peor de todo: ¿no resulta por lo menos ilegítimo (no hablemos ya de legalidad) aceptar que la línea aérea se compre con recursos vinculados de una u otra forma con transacciones financieras en las que figura o figuró dinero de los contribuyentes que Banamex recibió vía el rescate bancario?

¿Será posible que Aeroméxico se le esté comprando al gobierno con dinero que Banamex recibió, en parte, del propio gobierno en el pasado reciente?

Las autoridades tendrán que responder estas y otras muchas interrogantes, más temprano que tarde…

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