jueves, mayo 31, 2012

El movimiento estudiantil y las elecciones en México

Gerardo Peláez Ramos

El pasado viernes 11 de mayo tuvo lugar un encuentro entre los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, institución privada, y el candidato de la alianza del Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista de México, Enrique Peña Nieto, que, de inmediato, repercutió en la colocación de los tres candidatos presidenciales con posibilidades reales de obtener “la grande”: Andrés Manuel López Obrador, nominado por el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano; Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional, y el propio Peña Nieto. En el acto, los tradicionales métodos priistas salieron a relucir: movilización de “simpatizantes” con carteles, ocupación del auditorio con estos acarreados desde temprano y estrecha vigilancia de policías y otros elementos de seguridad. El teatrito se les vino abajo al antiguo partidazo y sus aliados del PVEM, una empresa al servicio de conocidos vivales.

Agredidos en su alma mater, los estudiantes de la UIA le espetaron al ex gobernador del Estado de México: ¡Asesino!, ¡Cobarde!, ¡Fuera! ¡La Ibero no te quiere! ¡Atenco, Atenco! Un universitario le recordó que la entidad más poblada de nuestro país tuvo los siguientes “logros” bajo su mandato: “tercer lugar en carencia alimentaria, último en avance educativo, primero en delitos y secuestros, 33 por ciento en feminicidios, segundo lugar de acceso a drogas en escuelas y aumento desmedido de mil 335 por ciento en publicidad”.

Peña Nieto admite ser represor

Con un enorme descaro, el producto electoral del monopolio Televisa respondió acerca de Atenco en 2006: “Fue una acción de autoridad, que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública, como además fue validado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación”, demostrando así su talante represivo y su uso de la mentira como argumento, pues la SCJN no validó el uso de la fuerza contra los vecinos atenquenses y mucho menos aprobó las violaciones, asesinatos, encarcelamientos y golpizas contra pacíficos defensores de sus tierras y hogares. Dicho en otras palabras: el candidato priista se desprestigió gratuitamente, sin medir sus propias palabras y con graves atentados contra la lógica y el buen decir. Por la mañana de ese día, Peña Nieto defendió la guerra de los gringos que aplica el presidente espurio contra el narcotráfico y el crimen organizado, y se opuso a que la Corte Penal Internacional proceda contra Felipe Calderón y otros altos funcionarios y burócratas del gobierno antinacional del PAN, por los graves delitos que han cometido y cometen.

Cambios en el panorama

A partir de los hechos de la Ibero, la situación política en el país comenzó a virar a favor de la democracia, la soberanía nacional y el mejoramiento del bienestar popular. Peña Nieto empezó a bajar en la intención de voto, en tanto que Chepina Vázquez continuaba su caída libre en el proceso comicial. Otra cosa muy diferente sucedió con el Peje: creció su peso y prestigio en el potencial electorado y se colocó, de hecho, en un empate técnico con el dizque puntero EPN.

El 18 de mayo, decenas de estudiantes de universidades y otras instituciones de educación superior, privadas y públicas, se concentraron frente a las instalaciones de Televisa, para exigir equidad informativa, información apegada a los hechos y respeto a la libertad de expresión; impugnar los descalificativos de los medios, especialmente de la televisión, y llamar a una nueva movilización juvenil en toda la República, para una fecha próxima, misma que se llevó a efecto.

Se han desarrollado otras expresiones del movimiento estudiantil. El 17 de mayo, se celebró en la Universidad Nacional Autónoma de México, un simulacro de elección presidencial en el que resaltó el repudio masivo a los gobiernos del PAN y el PRI, el poco apoyo de los candidatos de la derecha, el deseo de cambio y el arrastre de masas de AMLO. Se produjeron otros simulacros electorales en otras instituciones de educación superior. Los conflictos locales, como el de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se conjugan con la participación en el proceso electoral mediante el repudio a EPN y el creciente apoyo a la candidatura de la izquierda electoral.

El 19 de mayo, varias decenas de miles de estudiantes de la Ibero, la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana, miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, obreros y otros ciudadanos realizaron una marcha para expresar su repudio a la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto y al PRI.

Los manifestantes expresaban sus sentimientos lanzando consignas en contra del hombre del copete, el PRI, Televisa y el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. También fueron objeto de consignas y gritos adversos Josefina Vázquez Mota, Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo Morales, presidenta charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Mientras continúa la ampliación del movimiento estudiantil directamente interesado en el proceso electoral, las huestes de Peña Nieto han llevado a cabo acciones violentas contra sus opositores en Saltillo, Coahuila; Córdoba, Veracruz; Colima, Colima, y algunas ciudades más.

El domingo 20 de mayo, intervinieron en las manifestaciones en toda la geografía nacional más de 50 mil personas en favor de Andrés Manuel López Obrador.

El miércoles 23, volvieron a ocupar la calle los estudiantes con la #MarchaYoSoy132, que enarboló la democratización de los medios de comunicación, centrada en la televisión privada. Acudieron estudiantes de la UNAM, el IPN, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la UAM, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad La Salle, el Claustro de Sor Juana y la Unitec, de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y la Escuela Nacional de Danza (Instituto Nacional de Bellas Artes) y otras más.

El movimiento ha sido definido por sus participantes como plural y apartidista, no apolítico. El día 26, se efectuó un encuentro de estudiantes de universidades privadas y públicas, para oponerse en forma decidida al intento de los monopolios televisivos de imponer al candidato presidencial de la coalición PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto. Sin embargo, el movimiento no se enconcha en lo electoral y aborda aspectos fundamentales de la agenda política nacional: la lucha de los deudos de las víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua, y en otras entidades de la República; las demandas de San Salvador Atenco, Estado de México; el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y las manifestaciones juveniles reprimidas en diversos estados; la solidaridad con la resistencia de los pueblos indígenas, los periodistas víctimas de la violencia y los obreros y campesinos objeto de la explotación y la represión.

Los puntos anteriores fueron levantados por el encuentro al que asistieron representantes de las universidades Iberoamericana, La Salle, Anáhuac, del Valle de México y Panamericana, el ITAM, la Escuela de Periodismo Carlos Septién y el Tec de Monterrey, además de la UNAM, UAM, Universidad Pedagógica Nacional y Universidad Autónoma de la Ciudad de México, El Colegio de México, el IPN y el Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados, así como de otras instituciones educativas.

Un movimiento creciente

Los estudiantes han entrado al escenario de la disputa electoral con métodos de lucha novedosos e impactantes, con lo cual inciden en el rumbo que tomará la votación del 1 de julio. Los jóvenes están en contra de la crisis económica permanente que han impuesto priistas y panistas, apoyados por los monopolios y gobiernos de Estados Unidos; el peculado y el nepotismo imperantes en las gobiernos neoliberales; el baño de sangre insensato y criminal de Calderón, por indicación y control de los gobernantes norteamericanos; la represión contra los movimientos sociales, particularmente del movimiento indígena; el avance del narcotráfico; la pérdida de la soberanía nacional ante el vecino del norte; los salarios de hambre y el desempleo; la dependencia alimentaria, y la desinformación de los medios electrónicos de comunicación.

La participación de los estudiantes en movimientos de masas por la democracia y contra el autoritarismo tiene grandes antecedentes en la historia patria: en 1960, en el estado de Guerrero, los universitarios representaron un papel destacado en la lucha por echar abajo al sátrapa Raúl Caballero Aburto, conocido militar pro gringo y famoso por utilizar la fuerza pública en contra de campesinos, indígenas, colonos y estudiantes, saqueador de los bienes públicos y muy dado a enriquecerse a manos llenas, al mismo tiempo que llevaba el nepotismo a niveles sólo equiparables a los de Vicente Fox y Marta Sahagún. Naturalmente, es indispensable referirse al movimiento estudiantil de carácter político por excelencia, el movimiento de 1968, cuyo programa de seis puntos sólo incluía demandas políticas y ninguna reivindicación sectorial. En otros países, como China, el movimiento estudiantil ha jugado un rol no únicamente progresivo, sino incluso revolucionario, como el histórico Movimiento del Cuatro de Mayo (1919).

En la lucha por imponer elecciones libres y equitativas, impedir la manipulación de los medios electrónicos de comunicación de masas, en especial de Televisa y TV Azteca, parar la represión contra los movimientos sociales, apoyar las demandas indígenas, detener el baño de sangre de los criminales panistas impulsado por los yanquis, y poner en pie un país soberano y democrático, lo novedoso de la participación estudiantil es la incorporación cada vez más creciente de los alumnos de las universidades e institutos privados, de lo cual, ciertamente, se produjeron valiosos precedentes en 1960 con la propia UIA, y en los años 70 la intervención de estudiantes cristianos del Tecnológico de Monterrey en la formación de uno de los mayores grupos guerrilleros. Esto prueba que a esas instituciones, no sólo acuden niños/as bien o pirruris, sino también jóvenes enterados de los problemas nacionales, preocupados por el presente y el futuro de México, dispuestos a imponer una democracia real e impedir que los agentes del gran genocida del septentrión americano continúen con el baño de sangre que azota a nuestro pueblo.

Con el movimiento en marcha se golpea la opinión generalizada de considerar puntero a Peña Nieto, se reafirma la caída de Josefina Vázquez y, de refilón, se fortalece la campaña de Andrés Manuel López Obrador, sin que todos los participantes se consideren futuros votantes de éste. Empero, no hay por qué hacer cuentas alegres, y hay que tener en claro que en la lucha por la democracia confluyen fuerzas que van desde grupos de la burguesía hasta los núcleos más avanzados de la clase obrera y el campesinado. No es una lucha exclusiva de una sola clase o un grupo social. E igual ocurre con la lucha por la defensa de la soberanía nacional, la propiedad pública y la solidaridad latinoamericana. Son luchas que abarcan a distintas clases y grupos sociales. Pensar otra cosa sería una necedad.

En tales condiciones, las fuerzas de la izquierda anticapitalista deben apoyar con decisión la candidatura de Andrés Manuel López Obrador para imponer su plataforma electoral, que, ciertamente, no se plantea la expropiación del imperialismo y el gran capital, como tampoco se propone planificar la economía y establecer el monopolio estatal del comercio exterior, objetivos y tareas que sólo podrían plantearse la clase obrera y sus organizaciones políticas, y en México, salta a la vista, no existe un partido obrero con la implantación y el peso suficientes como para obrar en este sentido a corto plazo. Así de claro es el panorama. Dicho en pocas palabras, el programa de AMLO es un programa que enfrenta los aspectos más impopulares y desastrosos del neoliberalismo y ofrece un curso democrático y nacionalista. Nada más. En esas medidas coinciden todas las fuerzas avanzadas, por lo cual se desprende de manera natural la unidad de acción, la alianza, el frente unido. Llamar a la abstención o al voto en blanco es favorecer a los partidos de la derecha: el PRI, el PAN y el PANAL, independientemente de que los promotores de semejante táctica supongan actuar de manera revolucionaria.

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